En estos tiempos de debate público intenso, me gustaría hacer una llamada al civismo, al diálogo constructivo y, sobre todo, al respeto hacia las instituciones que nos representan. Independientemente de nuestras posturas políticas, el presidente de un gobierno encarna la voluntad democrática del pueblo expresada en las urnas. Por ello, debe ser tratado con la dignidad que el cargo merece. La crítica es legítima, incluso necesaria, en cualquier democracia. Pero los insultos, la difamación y el desprecio gratuito solo empobrecen el debate y erosionan la convivencia.
Respetar no significa estar de acuerdo. Significa reconocer que detrás de cada figura institucional hay un compromiso con la ciudadanía, con aciertos y errores, pero también con la responsabilidad de liderar.
Jorge Mas-Bagá
Suscriptor Barcelona