Tenemos en marcha la tan cacareada ley del Menor, cuando paradójicamente cada vez los menores están más expuestos a la conciencia irresponsable de sus propios padres. Si ya es de por sí triste que subas al metro y observes que el 90% de los pasajeros adultos pasan todo el trayecto mirando la pantalla del móvil, hecho que yo respeto, ahora veo bebés que siquiera se tienen derechos en el respaldo de su cochecito mirando anestesiados el móvil que su madre previamente les ha colocado a escasos centímetros para que se distraigan.
Y que no se excusen con que todos los hacen, eso no les exime.
Lo peor que le puede pasar a una sociedad es la falta de principios y valores indispensables para discernir el bien del mal, la moralidad de la inmoralidad, el honor de la indecencia, la libertad del libertinaje, el respeto de la desconsideración... No hay efecto sin causa. Cosecharemos lo que sembramos.
Rosa Machí Prat
Benifaió