El domingo me invitaron a comer en un bufet libre. No me gustan estos restaurantes porque siempre acabas comiendo demasiado. Pero una vez discriminado lo que quería y lo que no, mientras comía en la mesa pensé ¿por qué me tengo que comer todo lo que me ofrece el PSOE si hay platos que no me gustan?
La política tendría que ser lo mismo que un bufet libre. Se debería poder mezclar los platos. Primero, lentejas de Vox. De segundo, cordero con patatas a lo pobre del PSOE. De postre, helado de chocolate del PP. De beber, cerveza de Podemos. El café con hielo era de Sumar. Y una vez terminé, la sobremesa la hice leyendo El miedo a la libertad de Erich Fromm. De esta manera se podría combinar un menú de políticas a la carta más acorde a nuestro paladar. Antes de irnos a casa, seguro que pasaríamos por la cocina para felicitar a los cocineros.
Venancio Rodríguez Sanz
Zaragoza