Los minutos en el andén

Barcelona presume de ser una gran capital europea, de compararse con Londres, París o Berlín. Sin embargo, basta con intentar coger un autobús o un metro un sábado por la tarde para que la ilusión se desvanezca: intervalos eternos, andenes llenos, vehículos que parecen de otra época, cuando el tiempo pasaba más despacio.

Lo curioso es que justo el fin de semana es cuando más gente se mueve, cuando tenemos tiempo de pasear, visitar, ir a comer fuera o disfrutar de la ciudad. Y ahí es cuando el transporte público decide ponerse en “modo domingo” –es decir, frecuencia mínima y espera máxima–. Eso sí, cada año los precios suben puntualmente. El servicio, en cambio, baja con la misma puntualidad.

Solo queda el consuelo de escuchar al alcalde, que viaja en coche oficial, recordarnos que todo va bien. A la espera de parecernos a las grandes capitales europeas con las que tanto nos gusta compararnos, seguiremos contando los minutos en el andén.

Fernando Muñoz Ventosa

Barcelona

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