Recientemente, en un andén de la estación de Sants de Barcelona, la única escalera mecánica bajaba totalmente vacía; mientras tanto, los pasajeros con pesadas maletas subían por la escalera adyacente o hacían también una cola interminable en el único ascensor disponible.
Al llegar a la planta superior, un grupo de tres empleados de la línea con la que viajé se encontraban charlando. Les solicité por qué no revertían el movimiento de la escalera mecánica, de forma que la pudiesen utilizar los pasajeros para subir, a lo que contestaron que era responsabilidad de la estación, y continuaron con su charla sin atisbar siquiera a llamar a alguien para que resolviera el inconveniente.
Sería de esperar que, en la millonada que Adif está gastando en la remodelación de Sants, prevea un sistema que permita modificar a distancia el sentido del movimiento de las escaleras mecánicas en función de las necesidades reales.
Goffredo Roberto Mameli
Barcelona