Mirarse sin desprecio

Cada vez que estalla la violencia entre Israel y Gaza, reaparece la pregunta: ¿es posible la paz cuando el otro ha dejado de ser hu­mano? El ataque de Hamas del 7 de octubre del 2023 y la respuesta israelí mostraron, una vez más, que este conflicto no es solo territorial, sino espiritual. Israel vive bajo la sombra del miedo: teme desaparecer. Palestina vive bajo el peso del despojo: teme no existir. Entre ambos pueblos se alzan los muros del odio, levantados con la piedra del mito y el cemento del resentimiento.

El problema no es solo geopolítico. Es moral. Israel tiene derecho a defenderse, pero no a destruir. Hamas comete crímenes amparado en la desesperación de su pueblo. Ninguno de los dos lados ha aprendido todavía a mirar al otro sin desprecio. El conflicto solo tendrá salida cuando ambos pueblos se reconozcan como hermanos. Hasta entonces, seguirá siendo un espejo oscuro en el que el mundo contempla su propia pérdida moral.

Llucià Pou Sabaté

La Rioja

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