Ahora que se cumplen tres años de la irrupción de ChatGPT y cuando las ciencias médicas se enfrentan a una convergencia inédita entre conocimiento, tecnología y responsabilidad, creo oportuno esbozar las conclusiones de un reciente simposio sobre IA y salud en la Real Academia de Medicina. No olvidemos que la IA no solo aporta herramientas, sino que redefine la manera de conocer y decidir, pero también exige prudencia, reflexión y compromiso ético. Porque la información es poder de decisión, pero también responsabilidad moral. El verdadero termómetro es la confianza pública: una IA sin confianza no es inteligencia, es solo cálculo.
La IA no puede desarrollarse al margen de la ética clínica ni del juicio profesional médico, pues la tecnología debe ser un aliado del conocimiento clínico, no su sustituto, y desarrollarse bajo la supervisión y responsabilidad última del profesional sanitario.
Los cambios que se avecinan exigen una responsabilidad compartida entre profesionales, instituciones, industria, administración y asociaciones médicas.
Laureano Fernández-Cruz Pérez
Barcelona