La crítica forma parte del deporte rey, pero el insulto, el acoso y la deshumanización se han convertido en una rutina que pocos clubs y organismos afrontan con claridad. En los últimos días hemos conocido el caso de Araújo, que ha pedido un tiempo indefinido para cuidar su salud mental.Su situación recuerda que detrás de cada error hay una persona sometida a un escrutinio constante, amplificado por miles de mensajes anónimos que convierten la crítica deportiva en ataque personal. Si el fútbol acepta este clima como normal, el mensaje a los más jóvenes es que un fallo justifica el linchamiento. Ligas, clubs, aficiones y plataformas digitales deberían marcar un límite claro: el gol se discute; la dignidad de quien lo falla se respeta.
Juan Pablo Rojas Moraga
Barcelona