Todo ha dado un salto cualitativo. Es lo que hay. La inteligencia artificial ya se aplica en el mundo entero, salvo en lo más importante, lo que es de todos. Y si bien el sector privado siempre había ido por delante del sector público, ahora la diferencia es abismal.
El error del Brexit es un claro ejemplo de cómo una temeridad puede arruinar sin más a una sociedad entera o a toda Europa. En Barcelona sabemos que no funciona el 30% en la cesión obligatoria de suelo, por ejemplo. Y que no existe ya mercado de alquiler de vivienda. Se lo han cargado y nadie aplica urgentemente la IA para salir del atolladero. Me asombra la falta de rigor en la mayoría de las actuaciones de gestores públicos, en vez de trabajar simplemente en aplicar lo que funciona. Toca aprender a aprender, de nuevo. ¿Hay que seguir legislando a ciegas, o sea, sin IA?
Josep Roselló Rubió
Suscriptor L’Ametlla del Vallès