Quiero levantar mi voz, como jubilada de 83 años que se ve ninguneada por las compañías privadas de seguros de la salud. Mis padres me inscribieron en un seguro desde que nací, en 1942. Durante toda mi extensa vida he sido una cumplidora fiel de mis cuotas mensuales, sin dejar de tener también la sanidad pública. Mis grandes intervenciones quirúrgicas, dos resecciones de pulmón derecho e izquierdo de unos cánceres, las he hecho mediante la sanidad pública, que sigue siendo la mejor. Ahora, que es cuando más necesito la mutua personal para ahorrar tiempo y lograr rapidez, resulta que, como yo no he cambiado de mutua, pero ellos sí han ido cambiando de propietarios, me dicen que tienen “un colectivo muy longevo”, y este colectivo no tiene derecho a las prestaciones que tenían.
Si capitalizan las cuotas abonadas durante toda mi vida, seguro que he pagado más que los que se apuntan ahora. Si casi todos mis males son debidos a la edad, y les parecemos “demasiado longevos”, que nos liquiden de una vez con tranquilidad, y saldremos todos ganando.
Marta Verdaguer Urroz
Barcelona