El pueblo deshabitado de Aramunt Vell, allí donde se escucha el silencio

Las Fotos de los Lectores

Con mil años de historia y clara representación de la villa cerrada medieval defensiva, sus casas amurallaban el núcleo de una población a la que se accedía por tres entradas: el portal de Baix, el de Fuses y el del Castell

Ampliar Castillo de Aramunt adosado a la iglesia de Sant Fructuós.

Castillo de Aramunt adosado a la iglesia de Sant Fructuós.

Faustino Calderón

* Los autores forman parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia

Aramunt Vell es un pueblo deshabitado que constituye una clara representación de la villa cerrada medieval de carácter defensivo, situada en el municipio de Conca de Dalt, en el Pallars Jussà, Lleida, donde hemos elaborado este reportaje para Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia

Con mil años de historia, sus casas amurallaban el núcleo de una población a la que se accedía a través de tres entradas, el portal de Baix, el de Fuses y el del Castell. 

Situado en una colina, las calles empedradas y en pendiente son coronadas por la iglesia de Sant Fructuós, que todavía conserva rasgos prerrománicos en algunos de los capiteles. Algunas de las casas situadas fuera del recinto principal han sido recientemente restauradas en un intento fallido de recuperar el pueblo. 

Fuera de los límites encontramos también la iglesia románica de Santa Maria, operativa todavía hoy en día, y la pequeña ermita de Sant Corneli, también románica y situada en lo alto de la montaña del mismo nombre, que limita al sudeste con Aramunt Vell. También encontramos en las inmediaciones, en la vertiente noreste de Sant Corneli, numerosas trincheras que son testigo de la Guerra Civil española y que conformaban el frente del Pallars. 

Entre los vestigios más importantes del núcleo, destaca el castillo de Aramunt, del que sólo queda una torre, y que aparece documentado en el año 989. También destaca la iglesia parroquial de San Fructuoso de Aramunt, en estado de ruina. Durante la Guerra Civil fue escenario de duros enfrentamientos, por lo que la zona está salpicada todavía de búnkeres y trincheras.

Durante la Guerra Civil fue escenario de duros enfrentamientos, por lo que la zona está salpicada de búnkeres y trincheras

Ampliar Casa Ferré Nou y arriba la rectoría y la iglesia de Sant Fructuós.

Casa Ferré Nou y arriba la rectoría y la iglesia de Sant Fructuós.

Faustino Calderón

Historia

Aunque no es posible asegurar el origen histórico de Aramunt Vell, si es posible afirmar que sus alrededores fueron poblados desde época romana, y posiblemente se diera el caso de la existencia de asentamientos ibéricos anteriores. 

La etimología considera como origen la posibilidad de un antiguo asentamiento romano, dado que según la enciclopedia Espasa, el nombre de Aramunt proviene de aramontis, el monte del altar. Esta hipótesis del origen romano se apoya también, en los restos de una lápida encontrada en el huerto de la rectoría, y que actualmente se encuentra en el museo arqueológico del Institut d’Estudis Ilerdencs. 

El estudio de la epigrafía romana de la zona de Lleida realizado por Georg Fabre, Marc Mayer e Isabel Roldan, precedido por algunas interpretaciones de Joan Maluquer de Motes, apuntan a datar la lápida de finales del siglo primero o más concretamente del siglo segundo. 

El nombre de Aramunt Vell se documenta por primera vez el año 958 en una donación que hace el abat Quint al monasterio de Lavaix. En este caso Aramunt aparece como Eramonte. Aramunt adquirió un papel importante de control de comunicaciones, debido a la proximidad del camino real que unía Urgel con Francia, gracias a esto también hay información de propiedades y sucesos relacionados con el pueblo de Aramunt, entre los que destacan una serie de acontecimientos. 

El nombre de Aramunt Vell se documenta por primera vez en el año 958 en una donación que hace el abad Quint al monasterio de Lavaix

A mediados del siglo XI, poseía bienes en Aramunt el primer vizconde del Pallars, Bernat. También se firmo un convenio entre Ramon V de Pallars Jussà y Vallença de Tost, su esposa, con Gibert Bertran y su madre como castlan de Aramunt. En 1366 Pere III vende el castillo y el lugar de Aramunt (entre otros) al vizconde de Castellbò, Roger Bernat IX; es por esto que en el 1381 aparece el fogatge con 17 fuegos como señorío de Catellbò. 

En 1391 el pueblo fue entregado a Ramon Marquès, que lo vende al conde de Pallars Sobirà, Hug Roger II. El año 1400, el rey Martín el Humano retiene el castillo y lugar de Aramunt vendido el 1366, después de estar confiscado de los bienes del conde de Foix en Cataluña. 

El 1408 se firma un pacto por el cual el conde de Pallars tenía que devolverlo al rey cuando le pagara 3000 florines. En el año 1474 Aramunt fue un centro de conflicto entre Luis XI de Francia en la guerra contra Joan II, que amenazaba desde Aramunt a las comarcas Lleidetanas. 

Finalmente, entre 1484 y 1488, el rey Ferran II concede Aramunt al duque de Cardona, junto con el resto de posesiones de los antiguos condes del Pallars, después de la conquista de este.

Ampliar Altar mayor y las capillas a los lados de la iglesia.

Altar mayor y las capillas a los lados de la iglesia.

Faustino Calderón

Para hacernos una visión general de Aramunt podemos afirmar que es un pueblo amurallado en el cual se distinguen la zona interior, la más antigua, y una zona exterior, más reciente. 

La zona interior, contiene tres entradas documentadas y está formada por la iglesia, el castillo, la casa rectoral y una pequeña explanada al lado sur de la iglesia. Edificios donde se llevan a cabo las funciones sociales. 

En una segunda subzona, dentro de este espacio interior, se distinguen dos calles principales, en las que se llevan a cabo las funciones típicas de la vida cuotidiana. La zona exterior presenta una tipología de casas aisladas o adosadas, entre las que destacan dos elementos: La fuente y el molino. 

Entre los siglos XVIII y XIX tenemos las primeras descripciones urbanas del pueblo. En un cuestionario tramitados por Francisco de Zamora en 1790 Aramunt responde a una estructura urbana que presenta un típico crecimiento radial. Medio siglo más tarde se describe Aramunt de una manera similar a la anterior, aunque se puede observar un aumento demográfico, al pasar de 56 casas a 93. 

En el siglo XIX el pueblo llega a su máximo de habitantes, cerca de 600. En este momento empieza un descenso demográfico, que acaba con el abandono total del núcleo urbano.

Evolución de Aramunt Vell

Las actividades económicas se basaban en la agricultura, sin embargo, lo accidentado del terreno dificultaba el crecimiento y la subsistencia de la sociedad de Aramunt. El proceso de abandono, anteriormente comentado, iniciado el siglo XIX que propicia la aparición del núcleo de las Eres. Desplazado unos metros, en zonas más adecuadas para la actividad agrícola, y que hoy en día se conoce como Aramunt Las Eras (Aramunt nuevo) desarrolla un papel importante en el abandono de Aramunt. En su origen las Eras eran zonas de cultivo propiedad de algunos habitantes de Aramunt. 

Se dice que, con el objetivo de ahorrarse el difícil transporte de los productos, y los útiles necesarios empezaron a habilitarse espacios, cercanos a los cultivos, con la función de almacenaje. Durante el siglo XIX estos cobertizos se fueron transformando en corrales para animales. 

En los inicios del siglo XX ya había familias viviendo en esta zona, este número fue aumentando a lo largo de los años, aunque en este primer momento la vida social no había experimentado ningún cambio. 

Será en la década de los 50 a los 60 donde se aprecia la caída de habitantes en el núcleo antiguo. Los datos demográficos en los que nos basamos están extraídos de los fogatges de 1380, de 1497 y 1553. Es oportuno explicar que el fogatge era un impuesto relacionado con el fraccionamiento territorial y que tiene su inicio en la época de Pere III. 

En estos documentos se refleja las variaciones de población a causa de las epidemias y las guerras. Los datos estadísticos son más abundantes a partir del siglo XVIII, en ellos se puede observar la, anteriormente mencionada, caída de población que sufre Aramunt en el siglo XIX, que se inicia a causa de la crisis agraria, las sequias y las inundaciones de 1907. 

Ampliar La iglesia de Sant Fructuós situado en lo más alto del pueblo, a la izquierda se encuentra el cementerio.

La iglesia de Sant Fructuós situado en lo más alto del pueblo, a la izquierda se encuentra el cementerio.

Faustino Calderón

Otro de los factores que propicio esta caída demográfica y progresivo abandono es la construcción de la Canadenca, un embalse que tiene un impacto muy negativo en el pueblo, ya que se inundan las mejores tierras de labranza, y aunque en un primer momento las indemnizaciones crean una ilusión de bienestar económico, a la larga conlleva la incapacidad de supervivencia para los habitantes de Aramunt y que obliga a la emigración.

Otro de los factores que propicio esta caída demográfica y progresivo abandono es la construcción del embalse de la Canadenca

El antiguo municipio de Aramunt, en la comarca del Pallars Jussà, perdió la independencia municipal en 1969, cuando fue incluido en el término municipal de Pallars Jussà. 

En 1994 el municipio cambia el nombre por la confusión que ocasionaba con la comarca, y pasa a llamarse Conca de Dalt, que se forma con la unión de los antiguos municipios de Aramunt, Claverol, Hortoneda de la Conca i Torralla y Serradell. Como la mayoría de ayuntamientos catalanes, se crea en 1812 con la implantación de los ayuntamientos modernos, fruto de la Constitución de Cádiz. 

La villa de Aramunt era el municipio principal de los tres núcleos de población que había en su término. Aramunt se sitúa en lo alto de un cerro, que actualmente se le conoce como Aramunt Vell y abandonado en la actualidad. 

La villa nueva se formará en les Eres, a poniente y al llano que hay debajo del cerro donde se haya situado la villa vieja. El antiguo término municipal de Aramunt es el más pequeño de los formados con el municipio de Conca de Dalt. El río de Carreu pasa por Aramunt antes de desembocar en la Noguerra Pallaresa, actualmente en aguas del pantano de Sant Antoni. 

La villa de Aramunt era el único núcleo de población del término, aunque tenía un pequeño barrio hecho de pequeñas barracas que básicamente se utilizaban para guardar herramientas en la zona llamada les Eres. 

Antiguamente había la casería de Sant Miquel, formada al lado de la capilla dedicada a este arcángel. En la actualidad se encuentran bajo las aguas del pantano. A los habitantes de esta casería se les llamaba caragolers

Al noreste de Aramunt hay una ermita románica de la Mare de Déu del Camp, también llamada Santa María d'Aramunt. En el pico de la montaña de Sant Corneli está la ermita románica de Sant Corneli d´Aramunt. Al oeste de Aramunt, siguiendo el camino que comunicaba Tremp con la comarca, se ubica Puig de l'Anell, otra población sumergida parcialmente bajo las aguas del pantano.

Ampliar A la izquierda, Casa Ramona.

A la izquierda, Casa Ramona.

Faustino Calderón

A mediados del siglo XIX, Aramunt podríamos considerar que era un municipio con relativa relevancia, dentro de su entorno territorial. Constaba de más de 30 casas y una población de 200 personas, dedicadas a la agricultura y pastoreo. 

El cultivo de la vid y la producción de vino sin duda era la gran fuente de ingresos económicos al pueblo de Aramunt, lo demuestran las grandes barricas de madera que aún se conservan en los sótanos de las casas de Aramunt, lugares ideales para mantener una temperatura constante. 

La producción cereales, patatas, legumbres y hortalizas también eran parte fundamental de la economía del municipio. Con la llegada de la filoxera la despoblación de los pueblos del Pallars Jussà se vio afectada y la despoblación de la comarca comenzó, Aramunt no salió independiente de la enfermedad y se infectaron también. 

Esta enfermedad acompañada de varios años de sequía propicio a que mucha gente se quedará sin manera de sobrevivir en la zona, teniendo que buscar trabajo fuera del pueblo. La mayoría buscaba trabajo en las ciudades donde existía una fuerte demanda de trabajadores para la cada día más creciente industria textil de Catalunya. 

Muchos otros salieron de Aramunt al encontrar trabajo en la construcción de carreteras y presas que comenzaban a construirse por todo el Pallars Jussà. La despoblación afectó a las poblaciones cercanas como Puig de l´Anell, Galliners y Montesquiu, donde el modo de vida que habían llevado hasta ahora había cambiado para peor, afectado a las relaciones sociales y económicas de la zona. 

Los campos se comenzaron a abandonar a pesar de los intentos por reflotar la industria del vino, se compraron máquinas, las cuales decían que soltaban nubes de un químico que deshacía las tormentas de granizo, previniendo así los destrozos de las plantas, los intentos fueron infructuosos y la búsqueda de la vida en las ciudades continuo.

Llegada de la Canadenca a la zona

Con la llegada del canadiense  Frederick S. Pearson y su empresa La Canadenca en los inicios del siglo XX y sus planes para hacer llegar la electricidad a las grandes ciudades de Cataluña, para la cada vez más incipiente industria, la comarca del Pallars Jussà y más concretamente la zona de Aramunt le ocasionó afectaciones, positivas y negativas. Si bien en un primer momento la mejora de infraestructuras, como carreteras, puentes, la llegada de la electricidad y las oportunidades de trabajo que conllevaba para la comarca, en un principio se recibió como una buena noticia que traería riqueza, prosperidad, paliar las consecuencias de la filoxera y el progresivo abandono de las tierras. 

Tras la muerte de F. Pearson en el hundimiento del Lusitania en 1915, muchos de los planes que tenía para Catalunya quedaron paralizados. La construcción del pantano de Sant Antoni (1913-1916) conllevaba la inundación de parte del término municipal de Aramunt, en su mayoría tierras de cultivo pero no sólo afectó a los campos de Aramunt sino que la subida de las aguas inundó diferentes construcciones agrícolas y a la cacería de Sant Miquel, una iglesia dedicada al santo del que lleva su nombre y a su alrededor se construyeron un grupo de unas doce casas que en la actualidad solo se pueden ver cuando las aguas del pantano son lo suficientemente bajas para poder permite ver sus ruinas. 

La construcción del pantano de Sant Antoni (1913-1916) conllevaba la inundación de parte del término municipal de Aramunt

Los vecinos de Aramunt, tras diferentes litigios con la Canadenca pactaron la llegada de la electricidad y un precio bastante bajo, formando así una forma más de indemnización al municipio por la pérdida de parte de su término bajo las aguas del pantano. 

La llegada de la electricidad a Aramunt, siendo este uno de los pocos municipios que a principios del siglo XX y siendo tan pequeño con la llegada de la electricidad. Aramunt tenía luz eléctrica y su uso se limitaba a tener una bombilla para iluminar la estancia y poco más. 

El uso de la electricidad tampoco supuso un gran avance en la agricultura de Aramunt pues la maquinaria con la que contaban era la que llevaban usando durante décadas, donde no necesitaban la electricidad. Las dificultades para transitar con carros por las calles de Aramunt, donde en su mayoría son empinadas y estrechas, la única manera de transportar mercancías es a través de animales de carga, esto hacía que cada día más, los agricultores de Aramunt comenzarán a construirse pequeñas casas donde tenían las casetas para guardar las herramientas, les Eres. 

Estas primeras casas se construyeron para poder tener la casa junto con los almacenes y depósitos de vino y solucionaban el problema del acceso con carro al interior del pueblo.

Ampliar La fuente que daba a la plaza.

La fuente que daba a la plaza.

Faustino Calderón

La vida continua en Aramunt y continúa la bajada del número de vecinos, si en 1900 contaba con unos 404 habitantes, en 1930 la población de Aramunt era de unos 280 personas. Comenzaba un paulatino abandono de las casas del pueblo de Aramunt por nuevas casas en el llano de les Eres, pero no todo el mundo se mudaba a les Eres, mucha más gente se iba a los pueblos cercanos como la Pobla de Segur y Tremp. 

En 1936 estalla la Guerra Civil Española y en diciembre de 1938 llega a Aramunt. Se establece la última línea de resistencia del ejército de la República, desde los Pirineos hasta la desembocadura del río Ebro, atravesando la línea la montaña de Sant Celoni, instalando trincheras y otras instalaciones defensivas. Las autoridades, ante el avance del ejército de los sublevados, decide evacuar a los niños de Aramunt. 

Con el fin de la guerra parte le la gente que se fue del pueblo no volvió y se establecieron en otras poblaciones, otros sí que volvieron, los que menos, estableciéndose en les Eres, continuaba el abandono de casas del pueblo de Aramunt. 

Con el fin de la guerra parte le la gente que se fue del pueblo no volvió y se establecieron en otras poblaciones

Con la llegada de los primeros tractores y coches la vida en el pueblo se hacía más complicada ya que el acceso era imposible al pueblo, esto hizo que cada vez más gente se instalara en el llano, si no migrando a otras poblaciones con industria. 

A pesar de contar con escuela, el ayuntamiento, las iglesias y en definitiva todas las actividades sociales que se realizaban en Aramunt y los habitantes de les Eres debían subir al pueblo, Aramunt continuaba perdiendo habitantes.

En 1975 la última casa de Aramunt cierra sus puertas, la casa de Sisquet donde viven dos hermanos, se mudan a la Pobla de Segur quedando así abandonado el pueblo de Aramunt o Aramunt Vell como se conoce ahora, pues las casas de les Eres forman actualmente el pueblo de Aramunt. En les Eres o Aramunt no vive nadie que haya tenido una casa en Aramunt Vell y muchas de costumbres y tradiciones del actual pueblo de Aramunt no ha mantenido las de Aramunt Vell. 

En la década de 1990 hubo un intento para la rehabilitación del pueblo de Aramunt Vell, donde se restauraron algunas casas como la del Bisbe, o alguna otra, consolidando estructuras y poco más, no fue un plan integral con afectación al núcleo entero de Aramunt Vell. Aramunt Vell actualmente se haya en un estado de ruina y abandono absoluto, la degradación del pueblo cada vez es más rápida. 

Esto es visible comparando Aramunt Vell actualmente con fotografías del pueblo realizadas poco más de una década, en las que se puede observar la caída de estructuras que se mantenían en pie, como el arco medieval de la entrada sur del pueblo. Los habitantes de Aramunt situado en les Eres, ya casi no recuerdan a gente que en su día viviera en Aramunt Vell.

Ampliar Calle medieval con la Casa Queralbs y Casa Coutura.

Calle medieval con la Casa Queralbs y Casa Coutura.

Faustino Calderón

Casas, calles y plazas

La antigua conformación arquitectónica del pueblo deja entender que las casas no eran construidas con materiales muy elaborados, sino que, por la mayoría, con piedras rusticas y pocos definidas, legadas con tierra vulgar y corriente, o con calce e yeso mezclada con tierra. 

Estas piedras fueron utilizadas desde la época media como medio para evitar la subida de barro en las calles y en los edificios, cuando las condiciones ambientales y climáticas se hacían más difíciles. 

De hecho, era un pueblo más de verano que de invierno: cuando hacía mucho calor por las calles tiraba un viento fresco y muy agradable. Pero en invierno el frio era muy duro y las casas no tenían las condiciones suficientes para guardarse de las bajas temperaturas, por lo que se tenía que aguantar con pequeñas chimeneas o por fuerza de necesidad y acostumbre. 

Desde la puerta de entrada al pueblo se encuentra la calle de la pequeña plaza de Davall: ésta es la calle principal que pasaba por la plaza central hasta llegar a la salida de detrás; las otras calles más pequeñas coinciden con ésta; era la única calle donde podían pasar animales con carro. 

Había otra plaza pequeña al interior del pueblo, sin ninguna vista al exterior, que era considerada el centro más vivo y activo de todos los vecinos, donde se organizaban los bailes de la fiesta mayor y donde se reunía el ayuntamiento. Como suele pasar en todos los pueblos más pequeños, las casas tenían su propio nombre de referencia, ya sea por la familia que la habitaba o por otras razones. 

Era un pueblo más de verano que de invierno: cuando hacía mucho calor por las calles tiraba un viento fresco y agradable

Una de las más importante era Casa Macià, donde había la escuela principal que los niños del pueblo frecuentaban hasta los 8-10 años, antes de dejar los estudios para reunirse con sus familias en las tareas de casa y del campo; en la escuela se hablaba solo catalán, pero los libros y la enseñanza eran en castellano; esto producía mucha confusión en el aprendizaje de la gramática de los dos idiomas. 

También había una ferrería llamada Casa Ferrer, de propiedad de un hombre que producía herramientas e instrumentos de trabajo para todos los habitantes del pueblo. 

No lejos de ahí se encontraba la iglesia de Sant Fructuós, que ocupaba la cima de la colina, donde había el abad para celebrar la misa y el campanario, que tocaba a cada cuarto de hora y era oído por todo el término municipal. 

Además, la iglesia era el lugar donde se guardaba el archivo municipal. De hecho, es allí donde nos proporciona datos interesantes sobre los números de habitantes a lo largo del tiempo: en 1860 el pueblo llegó a los 592 habitantes; en 1900 a los 404; en 1934, 258; después de la guerra civil llegó a los 275 hasta llegar a menos de 100 en su última fase.

Ampliar Ermita de Santa Maria.

Ermita de Santa Maria.

Faustino Calderón

Terminada la función de defensa del pueblo, muchos bajaron hacia valle para construir casas cerca de los campos de Les Eres, planos y fértiles. Desde ahí se vino a crear un nuevo núcleo habitado, donde aún hoy día surge la nueva Aramunt. 

Desde sus primeras fases de vida se creó una rivalidad entre los de Aramunt Vell y los de Aramunt Nou, como por la fiesta mayor o por la presencia en Vell de instituciones como el colegio o el párroco. 

De hecho, cuando venía la época de la Fiesta Mayor, los que habitaban los campos de Les Eres tenían que subir la colina para llegar a la parroquia. Mientras tanto pretendían que los del pueblo viejo bajasen para celebrar la fiesta de bailes, ya que tenían una plaza más grande y era más cómoda de alcanzar por los forasteros. 

El rechazo de los de Aramunt Vell, que no consideraban los de Les Eres como un pueblo, hizo que se celebrasen dos fiestas. Para organizar los bailes, se solían alquilar músicos de fuera; sin músicos sería una fiesta perdida decían. 

En la costumbre tradicional de la Fiesta Mayor, los hombres se disfrazaban con camisas, las mujeres con vestidos nuevos cada año. Durante las ceremonias religiosas se celebraba una misa en la ermita en honor de la Mare de Déu, que se encontraba encima de una montaña muy cerca al pueblo; después, acudían los de Sant Martí, de Pessonada y de Aramunt hacia el ermita en procesión. 

El último día de la Fiesta Mayor era la de Sant Corneli y se hacía una misa en su honor. Al final de la fiesta, los “fadrins” o solteros pasaban la cuenta y se repartían los gastos, a cada uno lo que le correspondía.

Ampliar Al fondo portal de la Casa Bruno y a su derecha el portal del pasadizo que da a la plaza.

Al fondo portal de la Casa Bruno y a su derecha el portal del pasadizo que da a la plaza.

Faustino Calderón

Uno de los alimentos más ricos y completos por la dieta magra de los habitantes de Aramunt era el cerdo y el cordero. La matanza del cerdo era un advenimiento importante por la transcendencia que tenía. La posesión de un cerdo bien gordo y en salud daba una sensación de optimismo y seguridad a toda la familia. 

La matanza del cerdo se hacía siempre en el mes de enero, siendo un mes muy frío y seco, y por lo tanto más apropiado a la manipulación, la conservación y la elaboración de los productos del cerdo. Con los elementos del cerdo se podían preparar una infinidad de platos a base de sangre, carne y órganos internos. Además de esta comida más privilegiada, los alimentos básicos de los aramuntesos eran los productos de la tierra (verduras y hortalizas), aceite, vino, patatas y pan nunca faltaban. 

Los habitantes de Aramunt, para poder aprovechar de estos recursos alimentarios, bajaban a menudo a la Pobla de Segur, donde había el mercado y tiendas. Para los de Aramunt, irse a la Pobla significaba estar a contacto con el mundo moderno y la tecnología. 

Para poder alcanzar distancias más lejanas, era indispensable hacer uso de un mulo o un burro. Estos animales eran componentes fundamentales para poder hacer los varios trabajos de campo, transportar herramientas y bienes de varios tipos y para desplazarse de un pueblo a otro. 

Para los de Aramunt, irse a la Pobla significaba estar a contacto con el mundo moderno y la tecnología

Los elementos de trabajos eran casi los mismos que los de siglos atrás: los caminos de herradura, los trabajos manuales de la tierra, el trago animal de sus productos etc. Uno de los grandes trabajos que requerían más tiempo y varios procesos de elaboración era la de batir el trigo para refinar los cereales. 

Tras de varios pasos de refinación, se traía al molino más cercano (lo de Aramunt Nou) para poder sacar la harina. A la misma manera que para sacar la harina del trigo, también las olivas se llevaban al molino para sacar el aceite. Para producir el aceite se necesitaba de agua y por eso el molino estaba situado cerca de la fuente Vella.

Había muchos árboles de oliveras que se adaptaban bien al terreno y por eso la producción de aceite era constante. Además, el aceite venia utilizado también como fuente de luz. Hasta el 1920, antes de la llegada de la electricidad, la luz era producida con el aceite y de noche las calles tenían luceros de aceite colgados en las paredes. 

A la cosecha de olivas seguía también la producción de vino. Casi cada vivienda tenía su bodega de una capacidad entre 40 y 80 sestercios; cada sestercio ocupaba 40 litros. Por encima de las bodegas hay un agujero que dejaba pasar el vino; a lado del agujero había un filtro para evitar que el grifo de salida del vino se quedase atascado. Cuando el vino estaba listo, se lo pasaba a otra bodega más limpia para que pudiese fermentar. A la primera bodega quedaba la brisa que se prensaba para extraer el vino que quedaba. 

La propiedad de la tierra era fundamental para el sustentamiento de una familia, pero también la actividad del pastor era muy común y muchos se dedicaban a ello. Era visto como un trabajo muy monótono y aburrido. Los pastores, solían llevar el rebaño hasta la cima del monte Sant Corneli, que hacía parte del término municipal de Aramunt. 

Los campos de Sant Corneli eran de propiedad de un señor del Pueblo de Segur. A veces, los pastores llevaban el rebaño en los campos de este señor que, si se enteraba de sus inflaciones, los denunciaba a la guardia civil, pero nunca eran vistos por los dueños.

Ampliar Pasadizo que da a la plaza, la puerta de la derecha era la escuela, en la Casa Macia.

Pasadizo que da a la plaza, la puerta de la derecha era la escuela, en la Casa Macia.

Faustino Calderón

Aramunt Vell se intentó recuperarlo con la ayuda de una escuela de construcción durante los años noventa, la falta de financiación acabó condenando definitivamente al pueblo viejo de Aramunt a la desaparición. 

En la actualidad todavía queda una casa, de las restauradas en aquella época, que se ha mantenido habitada, Casa Jaumet, en donde viven tres personas que se dedican a la pequeña explotación agraria de tipo familiar y que ofrecen alojamiento de turismo rural. 

En la actualidad todavía queda una casa,  que se ha mantenido habitada, Casa Jaumet, en donde viven tres personas

De nuevo, se ha presentado un proyecto para abrir una escuela taller por parte de unos profesionales del ámbito de la rehabilitación y las energías renovables. El Ayuntamiento de la Conca de Dalt está estudiando su viabilidad.

Sant Antoni de Aramunt Vell

Esta capilla construida en el siglo XII está ubicada dentro del núcleo abandonado de Aramunt, en la parte baja, en una plazoleta que se abría entre las empinadas callejuelas del pueblo, a media distancia entre el portal de bajo y la iglesia parroquial de Sant Fructuós, que está situada en el lugar más elevado de la villa, las referencias documentadas son muy escasas y muy tardías. E

s un edificio de una sola planta, copa a mediodía por un ábside y con la puerta de acceso situada el muro norte. Ábside semicircular, cubierto con bóveda de cuarto de esfera, abierto en la nave a través de un arco presbiteral de perfil apuntado, bien diferente del arco del ábside que es de medio punto, el centro tiene una ventana de doble derrame, exteriormente tapiada. 

La nave estaba cubierta con bóveda de cañón, reforzada por arcos torales, actualmente los muros llegan judos al arranque de la bóveda, todo su interior está cubierto de vegetación. La puerta de acceso, es de arco de medio punto hecho con grandes dovelas, parece que en parte había sido tapiada.

Ampliar Ermita de Sant Antoni en la plaza.

Ermita de Sant Antoni en la plaza.

Faustino Calderón

El cementerio

Paradójicamente el único lugar de Aramunt Vell donde se mantiene la vida es en el cementerio, ubicado en la parte más alta de la colina y con las vistas más privilegiadas del pueblo viejo. de las ruinas de la antigua iglesia románica de Sant Fructuós hacen que su acceso no sea fácil, ni posiblemente del todo seguro, los antiguos pobladores de Aramunt Vell, muchos de los cuales ahora viven en el Aramunt Nou  o La Era siguen subiendo periódicamente. 

Según uno de los vecinos del pueblo, Josep Bastida, el último entierro que se hizo en el cementerio viejo tuvo lugar en enero de 1958. Esto hace que, actualmente, algunos habitantes todavía tengan parientes muy cercanos enterrados: no sólo abuelos y bisabuelos, sino los propios padres o tíos. 

Por Todos los Santos o por otras fechas señaladas, pues, ir a velar a estos difuntos tan cercanos implica conducir tres kilómetros y medio por una pista de tierra y tener que subirse a pie a la parte superior de la colina, superando las ruinas de algunas casas y de la misma iglesia de Sant Fructuós, o bien hacer una excursión de veinte minutos por un empinado sendero, sorteando también varias casas abandonadas o en medio rehabilitar. 

El último entierro en el cementerio viejo tuvo lugar en enero de 1958

Uno de los que suele subir al menos un par de veces al año es el propio Josep Bastida, ya que tiene familiares enterrados y también algunos amigos de infancia. “Lo siento porque tal como está todo, ya no puedes dar vueltas por Aramunt Vell y, prácticamente, el único lugar al que puedes ir es al cementerio”, explica. 

Bastida también detalla que la primera persona que se enterró en el cementerio nuevo, el que se construyó en la llanura, fue su madre, en febrero de 1958, sólo un mes después de que se hiciera el último entierro en el cementerio viejo. 

En esos momentos, añade, todavía no se habían ni construido los nichos del cementerio nuevo y tanto su madre como aún algunos vecinos más, tuvieron que sepultarse en el suelo.

Ampliar El portal de Baix, a la izquierda donde esta la higuera estaba el lavadero.

El portal de Baix, a la izquierda donde esta la higuera estaba el lavadero.

Faustino Calderón

De Aramunt Vell tiene bastantes recuerdos Josep Queralt, conocido como “el Noi”, ya que vivió hasta los doce años y medio, cuando su familia ya se trasladó al pueblo nuevo. “Bajamos en 1952 y me parece que ese mismo año ya no se empezó la escuela en el pueblo viejo, porque sólo quedaban 3 o 4 alumnos”, recuerda. 

En su caso, detalla que la labor de ir a la escuela era especialmente exigente en verano, cuando la familia se desplazaba a una casa de campo a una hora de camino del pueblo. Una hora que, lógicamente, tenía que hacer a pie cada mañana y cada tarde para ir y volver del estudio. Como prácticamente todo el mundo del pueblo, Josep también tiene familiares enterrados en el cementerio viejo, si bien en su caso admite que no los recuerda, ya que murieron cuando él era muy pequeño: “Mi madrina murió cuando yo tenía dos años y al padrino ya no llegué a verle nunca”. Sin embargo, añade, “sé el lugar donde están enterrados, pese a que no haya ninguna cruz que lo indique, porque antes no había dinero para poner cruces ni inscripciones ni nada, sólo ponían a los que tenían más dinero”. 

Ahora asegura que hace años que ya no sube, en el cementerio viejo, pero antes sí que venía a visitarlo periódicamente. De hecho, uno de los motivos que hizo que dejara de subir fue la falta de conservación del espacio: “ahora sí que se cuidan de limpiarlo, pero hubo un tiempo en el que no se podía ni entrar de tanta hierba”. 

En este sentido, el concejal del Ayuntamiento de Conca de Dalt y vecino de Aramunt, Josep Maria Pont, explica que desde el consistorio envían periódicamente al trabajador de la brigada para que desbroce y limpie el espacio, igual que hace con el resto de cementerios del municipio. 

Aparte, apunta que “la mayoría de gente que tiene alguna tumba sube por Todos los Santos, la limpia y pone en ella. flores”, por lo que el espacio se va conservando. mi madrina”.

Ampliar Aramunt Vell es un precioso pueblo medieval abandonado, encaramado en un cerro con dominio de grandes vistas.

Aramunt Vell es un precioso pueblo medieval abandonado, encaramado en un cerro con dominio de grandes vistas.

Faustino Calderón

Hace unos años, en Aramunt Vell hubo una escuela taller, que cerró a principios de los 2000, donde se ofrecía una formación profesional para aprender el albañilería. Esto permitió empezar a rehabilitar algunas casas del pueblo viejo y también mejorar el acceso al cementerio, ya que se cambió la antigua puerta de madera por una de hierro, más resistente. 

Hay que decir que Pont discrepa con Bastida sobre la última persona que se enterró en el cementerio viejo y la primera que ya fue al nuevo: “yo me baso en un libro de fotografías y anécdotas que se hizo sobre Aramunt, y allí se dice que el primer muerto que se enterró en el cementerio nuevo fue en 1959”, es decir un año después de lo que dice Bastida. 

Quien no tiene a nadie enterrado en el cementerio viejo es Audit Bozzo, aunque también sube a menudo. De hecho, junto a su familia es la única pobladora de Aramunt Vell, después de rehabilitar casa Jaumet. Asegura que le gusta subir al cementerio viejo porque “la vista es espectacular: dicen que construyeron el cementerio lo más arriba posible para estar más cerca del cielo y, además de estar más cerca, también se ha convertido en  un espacio en el que encuentras una calma y una paz que no tienen precio, aquí se escucha el silencio”. 

Los habitantes de casa Jaumet y aquellos que periódicamente todavía visitan a los suyos en el cementerio son, pues, el último hilo de vida que queda en Aramunt Vell. 

Éste es sólo un ejemplo de los muchos pueblos del Pirineo que se abandonaron hace décadas y donde sus últimos habitantes deben velar a los difuntos entre ruinas.

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