En la pintura, la escultura o la fotografía, la vibración puede ser un recurso más para los artistas, creando obras que transmiten dinamismo y abstracción. Se trata de un fenómeno físico, surgido del movimiento oscilatorio de un objeto alrededor de un punto de equilibrio. Oscilaciones que se pueden percibir también en elementos cotidianos como en un teléfono móvil, un altavoz o el motor de una máquina.
En esta ocasión en Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia, Isaura Marcos comparte unas imágenes creadas en la capilla de las clarisas de Vilobí d’Onyar, con reflejos del Sagrario, cuyos colores brillantes recuerdan a los de Kandinsky o Miró. Instantáneas originales que, según Isaura, transmiten “energía, vida, sonido, música...”.
Imágenes creadas a partir de reflejos en una capilla.
Entre el siglo XIX y el siglo XX, se desarrollaron obras de corrientes como el postimpresionismo, el expresionismo o el futurismo, que tenían el movimiento y el dinamismo como característica común. La noche estrellada (1889), de Vincent van Gogh, El grito (1893), de Edvard Munch, o la escultura Formas únicas de continuidad en el espacio, de Umberto Boccioni, son algunos de los ejemplos que ilustran la tendencia.
La escultura, como arte de moldear y tallar materiales convirtiéndolos en figuras tridimensionales, también ejemplifica a la perfección la fuerza del movimiento en el arte. A pesar de ser en su mayoría estáticas, las esculturas retratan acciones que se detienen en el tiempo. Sin embargo, no es difícil imaginarse cómo seguiría la actividad de los representados, como en el Discóbolo de Mirón, una de las obras más icónicas de la antigua Grecia.
Reflejos en movimiento.
Asimismo, se cree que en el pintor ruso, Vasili Kandinsky, la vibración del sonido fue inspiradora a lo largo de su diversa trayectoria en los períodos del arte del siglo XX. Esto es debido a que el artista tenía sinestesia, una condición neurológica en el que las personas experimentan una unión de sentidos involuntaria. Las personas con sinestesia pueden escuchar colores, ver sonidos o percibir sabores en tocar una textura determinada.
Las personas con sinestesia pueden escuchar colores, ver sonidos o percibir sabores en tocar una textura determinada
En el caso de Kandinsky, su sinestesia era de sonido a color, lo cual le permitía plasmar la música en el lienzo, convirtiéndose así en toda una inspiración. Precisamente, esta habilidad es la que explora una colaboración entre el Centro Pompidou y Google Arts & Culture, Sounds Like Kandinsky, que permite “escuchar” como podrían sonar sus pinturas.
Colores brillantes en los reflejos de una capilla.
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