Hasta no hace tanto, la muerte se vivía en casa. Algunas abuelas todavía les cuentan a sus nietos cómo se velaba a los difuntos en el salón, rodeados de familiares, amigos e incluso desconocidos. Era lo habitual hasta 1968, cuando se construyó el primer tanatorio en España, el de Sancho de Ávila, en Barcelona.
Las ceremonias fúnebres han cambiado con el tiempo, pero su esencia permanece; son actos profundamente sociales. En Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia recuperamos la historia de los ritos funerarios gracias a las fotos que Narcís Serrat tomó de la Pedra de les Creus, ubicada en el Parc de la Serralada Litoral, en el Vallès Oriental.

Cartel informativo que acompaña a la Pedra de les Creus.
Se trata de una roca de 3.500 kg, casi cuatro metros de largo y 1.30 de alto. Como se lee en la inscripción que acompaña a la piedra: “En las primerías del siglo XVIII ya me llamaban La Pedra de les Creus”. El nombre le viene por la treintena de cruces grabadas en la superficie, algunas más rectas, otras más torcidas, unas cuantas repletas de líquen, pero todas resistentes al tiempo.
La Pedra de les Creus solía estar, hace centenares de años durante la época medieval, en el camino que conectaba Más Rovira hacia Rocafort. Era una vía larga y empinada que conectaba a este pueblo y otros de alrededor con el lugar donde se encontraba el cementerio.
El nombre de Pedra de les Creus le viene por la treintena de cruces picadas en su superficie
La tradición dice que el recorrido era árduo y se hacía por un camino de herradura, así que la comitiva que iba a enterrar al difunto lo cargaba en brazos o en una mula. Era lógico que pararan a reposar y, en algún momento, una de las personas de la comitiva decidió picar la primera cruz en la piedra.
Así empezó una tradición y cada vez que un grupo hacía el camino, alguien dejaba su marca en la misma roca donde lo habían hecho otros. Esta costumbre resultó en una treintena de cruces, la mejor conservada de 1802.

Cruces picadas en la piedra prehistórica.
El gesto recalca el carácter social de los funerales. La piedra fue testigo de a saber cuántas comitivas que cruzaron un camino truculento con tal de llevar al difunto a un lugar digno para descansar. María Teresa Andrés, del Departamento de Ciencias de la Antigüedad en la Universidad de Zaragoza, publicó un estudio sobre los rituales funerarios y su naturaleza comunitaria.
Algunos expertos recalcan el carácter social de los rituales fúnebres
Según la experta, todo enterramiento implica un acto social: “Aun el más simple, el más pobre, es un hecho social; siempre será otra persona quien lo realice”. Ya sea en el salón de una casa o de camino a una iglesia en Rocafort, acompañar a los muertos nunca se ha hecho en solitario. Al menos justo cuando se han ido.
No solo eso, la instalación funeraria y todos los ritos que acompañan a la tradición demuestran que la sociedad ha tenido y mantiene una especie de consciencia del pasado y previsión de futuro. ¿Por qué, si no, picar en un elemento tan duradero como la piedra?

Cruces picadas en la piedra prehistórica.
Con la construcción de otro cementerio en 1850 en el Pont de Vilomara, la piedra quedó en el mismo camino incómodo que cada vez menos gente tomaba. Y años más tarde, dado el deterioro del terreno y los incendios forestales de 1985, se trasladó la roca a la Iglesia de Rocafort.
La Pedra de les Creus sobrevive al tiempo, al liquen y a la muerte y, desde su nueva ubicación, continuará siendo testigo del paso de los difuntos.
¡Participa!
¡Quieres mostrar tus fotografías?
Los interesados en participar en Las Fotos de los Lectores tan solo deben escribir un email a la dirección de correo de nuestra sección de Participación ([email protected]) adjuntando la fotografía, explicando detalles de cómo y dónde fue tomada y aportando los datos del autor para la firma de la imagen. Es importante indicar en el asunto del correo: ´Fotos de los Lectores´.