* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Arguisuelas (Cuenca) se engalana cada octubre para rendir homenaje a su patrona, la Virgen del Rosario, en una de las procesiones más emotivas y arraigadas de la comarca. Bajo un sol de justicia, la fe y la tradición se dan la mano en una jornada donde todo el pueblo se une para acompañar a su “Reina” por las calles, en una explosión de devoción que culmina con la singular subasta de productos en la Plaza Mayor.
La temperatura elevada y el sol intenso de la jornada conquense añaden una capa de esfuerzo y fervor especial en Arguisuelas. Cada año, al despuntar el mes de octubre, esta pequeña localidad se transforma para celebrar la festividad de su patrona, la Virgen del Rosario.
Una fiesta que va más allá de lo religioso, convirtiéndose en un verdadero encuentro social y cultural que une a vecinos, familiares y visitantes. La devoción, la música y el aroma a tradición impregnan cada rincón, recordando la profunda conexión que el pueblo mantiene con su historia y sus raíces.
La jornada arranca en el interior de la iglesia parroquial. El primer signo de que la procesión va a comenzar es la salida del estandarte, la insignia que precede al paso de la Virgen y que es portado con orgullo por los miembros de la Hermandad.
Inicio de la Procesión. El estandarte, abriendo el cortejo, sale del templo parroquial de Arguisuelas, marcando el inicio del recorrido de fe.
Sale la Reina. Los devotos portan el impresionante paso de la Virgen del Rosario, vestida con su manto blanco bordado en oro, al salir de la iglesia y encarar la calle.
Tras el estandarte, la imponente imagen de la Virgen del Rosario, engalanada con su manto blanco y dorado, emerge majestuosa. Portada a hombros por sus devotos, la “Reina” de Arguisuelas comienza su paseo triunfal, guiando sus pasos por las calles del casco urbano.
Primeros metros. La Virgen del Rosario es portada a hombros, arropada por una gran multitud de vecinos, a través de las estrechas calles de Arguisuelas.
La procesión avanza con paso firme, atravesando las calles del pueblo, su patrona al hombro. El silencio de la devoción se mezcla con la emotiva música de la banda que acompaña todo el recorrido.
El fervor popular. La procesión recorre una de las calles del pueblo.
La Virgen del Rosario acompañada por fieles que no pierden detalle.
Bajo los árboles. La banda de música y el estandarte abren paso a la Virgen en un tramo exterior rodeado de vegetación.
Fieles y devotos, marchan junto a la imagen en un día de gran solemnidad para Arguisuelas.
El recorrido llega a uno de sus puntos neurálgicos, el centro de la localidad. Las caras de los cargadores reflejan el esfuerzo y el orgullo de portar el trono.
Llegada al centro. El paso de la Virgen y la banda de música avanzan por una calle principal, anunciando la llegada a la zona de celebración.
La procesión se detiene junto a la puerta de la iglesia.Es en este punto, donde se celebra la tradicional subasta de productos y artículos donados por los vecinos, un acto de gran emotividad y participación popular.
Parada de la Subasta.
Regreso al interior. Los cargadores realizan el último esfuerzo para introducir el paso en la nave principal de la iglesia, poniendo fin a la procesión.
Este momento final, de recogimiento y gratitud, pone el broche de oro a una de las celebraciones más importantes y queridas de Arguisuelas, manteniendo viva una tradición que se hereda de generación en generación a pesar del esfuerzo que exige la jornada.
La virgen en la iglesia.
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