* La autora forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Hace más de 3 años y medio que la historia de Bruno se hizo viral gracias a La Vanguardia. En aquel entonces, la protectora que lo acogía buscaba una familia para él. Era un perro incomprendido, sénior, con sus problemas y sus traumas. Un caso muy difícil para una adopción.
A pesar de que físicamente parecía un peluche, su adopción precisaba un perfil de familia comprometida y con experiencia en perros con problemas de conducta. Debido a esto, el perrito, a sus 10 años, ya llevaba varias devoluciones y, tras una de ellas, su comportamiento se agravó mucho.

Bruno recién adoptado, en su nueva camita..
Tras el anuncio en La Vanguardia, mucha gente escribió interesándose, pero ninguno estaba dispuesto a venir al refugio y trabajar el vínculo desde ahí, con la ayuda de sus cuidadoras. La gente simplemente quería llevárselo como un paquete o aún peor, que se lo enviaran. Otros no entendían las necesidades particulares de Bruno.
La protectora estaba preocupada por encontrarle un hogar donde pudiera estar más tranquilo y seguro. Los cuidadores o los voluntarios de la protectora, quienes no pueden quedar ajenos a este dolor, son personas con un elevado nivel de empatía, quienes viven día al día la tristeza de los animalitos abandonados, que no entienden nada. Y, al final, acaban cometiendo el acto más generoso, la adopción, sobre todo de un animal sumamente necesitado.
Así vino Bruno a mi casa. Como voluntaria de la protectora lo conocí ahí, era muy distinto de los demás perritos y el más mayor del grupo donde estaba. Su mirada de no entender el entorno y buscar una respuesta me convenció para llevármelo a casa. No era por amor. Era por la tristeza de verlo ahí, en la situación en que estaba. Aunque recibía los mejores cuidados que puede recibir en una protectora, no dejaba de ser una protectora y el necesitaba una familia.

Bruno, cariñoso.
El reto no era fácil. Bruno empezó a desarrollar una demencia que no le ayudaba y aumentaba aún más sus miedos, impulsividad y reactividad. Me atacaba varias veces al día. No podía estar parada más de dos segundos sin moverme, ya que él no entendía por qué lo hacía. No podía pasar por la habitación sin avisarle, tenía que medir mis movimientos e ir con cuidado. Durante más de dos años, me atacaba en algunas ocasiones. Aún así, no me rendí. Tenía un nivel de ansiedad muy elevado. Ansiedad generalizada por la demencia y tomaba medicación.
Pasamos por neurólogos, etólogos y veterinarios para acertar la medicación exacta y la dosis, pero Bruno se hacía resistente a todo y estaba sumamente irritable. Solo de oír que me levantaba de la silla, ya saltaba a atacarme.
En enero de 2024 volvimos al neurólogo porque la ansiedad ya era tal que el perro hiperventilaba desde la mañana y estaba irritado todo el tiempo. Me dijeron que ya no se podía hacer más, porque habíamos pasado por toda la medicación posible y que la eutanasia estaba justificada.

Bruno, ya casi con 14 años.
Entonces me atreví a pedir al veterinario que subiera la dosis, que ya de por sí estaba a tope, una pastilla más. No me quise rendir todavía. Decidimos probarlo y la ansiedad bajó bastante. Aun así, Bruno tenía momentos de lucidez y momentos de desorientación. Seguíamos luchando.
En junio entró en casa una cachorra de malinois, venía para quedarse acogida, pero resultó que se llevó muy bien con los yayos y se quedó. Bruno rejuveneció. En los momentos de lucidez jugaba con ella, aunque en otros momentos la atacaba, pero ella lo comprendía y me ayudaba a comprenderlo a él.
A pesar de que me atacaba desde que lo acogí, Bruno era un perrito muy cariñoso, buscaba mucho cariño. En principio me atacaba cuando lo acariciaba, pero poco a poco empezó dejarse querer más. Yo empecé entender lo que es la demencia, empecé a aprender que es una condición, que nos ayuda a nosotros, los que no la padecemos, a ser más comprensivos, tratar de parar las emociones impulsivas y entender que el otro está así no porque quiere, sino porque no puede. No tiene culpa. No tiene razonamiento. Por eso la responsabilidad de comprender y ayudarle era mía.

Bruno, recién salido de la peluquería.
Pero al mismo tiempo esto me enseñaba el autocontrol emocional que tanto necesitamos todos. Posiblemente cada uno que tiene perro y ojalá así sea, pasará por esta etapa, porque esto significa que su perrito aguantará hasta muy mayor.
Tenéis que saber que es una etapa difícil para vosotros, pero es más difícil para ellos, porque ellos no entienden. No os tenéis que frustrar, ni gritarles, no entienden, solo pueden sentir el miedo. ¡Sobre todo, no os tenéis que rendir jamás! Al contrario, entienden el amor, Bruno por lo menos lo entendía y lo buscaba y lo recibía.
Siempre pensaba que cuando Bruno no estuviera, mi vida estaría más tranquila y podría hacer cosas que tenía que renunciar estos casi cuatro años, pero no contaba con el dolor. El dolor de este gran vacío que dejó este yayo gruñón a sus 13 años y medio. Finalmente, falleció a causa de una infección y le dediqué una carta y un mensaje para todos los que cuidan de animalitos sobre todo mayores o dementes.

Bruno, acompañado.
¡Bruno, te lo prometí y no me rendí! Aunque emocionalmente estaba al límite, aunque tenía que renunciar a muchos aspectos de mi vida, aunque sufría junto a ti, no me rendí, tal y como te prometí. Porque la mamá está aquí y para siempre. Porque el amor incondicional es una lucha constante y aunque acabe mal, siempre seremos ganadores.
No me arrepiento de haber abierto mi corazón, mi mente y mi casa para ti y si lo tuviera que hacer de nuevo, no dudaría en volverlo a hacer. Tú me hiciste grande, me ayudaste a ver más allá de los problemas, me hiciste ver con el corazón, me hiciste entenderte, me diste alas para abrir más mi mente y mirar la vida de otra manera. ¡De una manera más poderosa, ver que más allá de los obstáculos hay algo más y esto es el Amor!
Estés dónde estés mi querido guerrero, sabes que aquí siempre tienes a tu mamá, quien a veces un poco gruñona y quejica, te quería y te querrá para siempre.
Bruno es un perrito que estuvo viviendo tres años en la Lliga per a la protección d’animals i plantes de Barcelona hasta que consiguió salir adoptado. Para apoyar a perritos como Bruno puedes apadrinar o hacerte socio, así contribuyes a que asociaciones privadas como ésta puedan seguir cuidando de los animales que en muchas ocasiones por sus traumas no consiguen encontrar fácilmente una adopción.

Bruno, con su hermana y su mami.