Caldes de Montbui no es solo un pueblo: es un corazón que late entre agua caliente, historia romana y calles que guardan vida. Aquí crecí, soñé y descubrí mi vocación. Hoy emprendo una nueva etapa, pero lo hago con gratitud hacia este rincón de aguas termales que siempre será mi casa.
La Font del Lleó de Caldes de Montbui.
En Caldes viví algunos de los mejores días de mi vida, junto a mi familia y mi abuela —que en paz descanse—, compartiendo momentos que me acompañarán siempre. Este lugar me enseñó a tener raíces y a mirar hacia adelante con serenidad.
No me despido del todo: seguiré volviendo, aunque sea para escuchar el rumor de la Font del Lleó o mirar su iglesia al atardecer.
Gracias, Caldes, por tanto.
Vista de la iglesia de de Santa María, en Caldes de Montbui.
¡Gracias!
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