El debate con el que se ha iniciado el curso político tendrá muchas lecturas. Suele pasar en este tipo de encuentros parlamentarios. Unas serán objetivas y otras más partidarias. Pero lo evidente es que ha sido el sonoro pistoletazo de salida de una larga campaña que centrará la agenda política hasta las elecciones generales de finales del 2023, pasando por las municipales y autonómicas de mayo, que pueden modificar el escenario político y, desde luego, arrojar luz sobre el futuro.
Pero, además, el cara a cara del Senado ha empezado a clarificar las posiciones de partida y las posibilidades de
sumar apoyos de los dos principales líderes políticos ante el horizonte electoral que se abre ante ellos y ante todos
nosotros.
El cara a cara del Senado ha empezado a clarificar las posiciones de partida
La primera conclusión es el puesto que cada uno ocupa en la parrilla de salida. La propia aceptación del debate por parte de Pedro Sánchez es un claro síntoma de que el equipo electoral de la Moncloa es consciente de que los últimos comicios autonómicos advierten de una tendencia de cambio a favor del Partido Popular y una posición desfavorable para los socialistas en el inicio del ciclo electoral.
Esa primera conclusión enlaza con la segunda. Precisamente la sensación de Sánchez de ir a rebufo del Partido Popular le ha obligado a entrar en un cuerpo a cuerpo con Feijóo en una clásica estrategia de hacer oposición a la oposición desde el Gobierno, con el objetivo de desacreditar al aspirante con mayor vehemencia que la mostrada en la defensa de su propia tarea de Gobierno. La respuesta del líder popular ha sido presentar una alternativa energética con propuestas factibles, algunas ya asumidas por el propio Ejecutivo, como la reducción del IVA del gas o la inclusión en la excepción ibérica para las industrias que utilizan la cogeneración, anunciada por Sánchez en el Pleno, justo antes de arremeter contra las propuestas populares, que ha desgranado con casi el mismo detalle que la hemeroteca de Feijóo.
Y la tercera de las conclusiones se refiere, no al puesto, sino a la posición política de los contendientes, el espacio electoral desde el que van a afrontar las próximas campañas. En el debate, Sánchez ha vuelto a aferrarse a una posición cada vez más escorada a la izquierda, desde la que, posiblemente, captará apoyos de sus aliados de Gobierno, pero a costa de abandonar el espacio de la centralidad que suele dar los triunfos electorales. Ese centro que ha querido colonizar Feijóo, con la defensa de una alternativa diferenciada y un tono definitorio de su voluntad de ofrecer un proyecto para el conjunto de una sociedad necesitada de certidumbres en este momento de enorme complejidad.
Es posible que en esta gran campaña sigamos viendo ese intercambio de papeles entre los líderes. El tiempo dirá si es más efectivo construir una alternativa desde la oposición o hacer oposición desde el Gobierno.