Y encima, va este diario, La Vanguardia, y publica en su portada una foto apocalíptica de los incendios de Los Ángeles con este titular: “El fin del mundo en la California más rica”. Todo el entorno de esa imagen era, como dicen los cronistas nuevos, algo kafkiano. El mundo del nuevo año aparecía dominado por la catástrofe y dirigido por aves de rapiña: un Putin que acelera su avance expansionista sobre Ucrania como caballo de Atila y desestabiliza Europa; un Netanyahu que no quiere ni un superviviente gazatí; un Trump que se dispone a iniciar mandato con la amenaza de usar la fuerza militar en Groenlandia o en Panamá… Quiere el destino que racismo, imperialismo y soberbia, tres bases de los nuevos fascismos, coincidan en este momento histórico. Aunque España apenas cuente en la preparación de ese escenario y aunque todo recuerde aquel “distinto y distante” que dijo Calvo Sotelo sobre las Malvinas, la verdad es que los acontecimientos y gestos políticos dan miedo.

Donald Trump con Elon Musk en el Madison Square Garden de Nueva York el 16 de noviembre pasado
Da miedo, además, ver cómo determinados poderes económicos y mediáticos se rinden ante esas exhibiciones de prepotencia y se ponen bajo el paraguas de Trump al impúdico grito de “sálvese quien pueda”. La rendición de Zuckerberg, vergonzante porque significa la renuncia pública a sus principios declarados de ética profesional, es la primera victoria del exaltado presidente electo antes de su toma de posesión y es la primera gran derrota del periodismo decente, de la verdad y de la propia libertad de expresión, porque mentir de forma deliberada, deformar la realidad y suprimir los verificadores puede ser calificado de cualquier forma, menos de ejercicio de la libertad.
En cuanto a Elon Musk, su también agresivo activismo es toda una novedad con efectos desconocidos, pero temibles: el hombre más rico del mundo ya no se conforma con influir; quiere imponer o cambiar gobiernos, como diciendo yo soy el pueblo. Y asombraos: ya hay gobernantes, geográficamente próximos a nosotros, que también se rinden ante su poderío. Se está preparando un cambio capaz de sepultar la mayoría de las convicciones en que se basó la construcción de la sociedad actual. Y ojalá sea pacífico, cosa que nadie se atreve a asegurar. El momento es uno de los más apasionantes desde la caída del muro de Berlín.
Quiero entender que esa realidad que emerge inspiró el discurso de Pedro Sánchez en la inauguración del año de Franco. Me refiero al párrafo del “puede volver a ocurrir”. Si Sánchez reduce ese temor al crecimiento de la extrema derecha en Europa, puede ser técnica electoralista, dada su afición a avisar de que viene el lobo para presentarse él como salvador del sistema. Y si es un aviso realista, se queda corto. ¡Claro que todo puede volver a ocurrir, y la obligación de los gobiernos democráticos es no dar argumentos para que ocurra! Lo que sucede es que, si el peligro está agrandado por la alianza Trump-Musk, ya no hay solo ideología: hay una manifiesta intención de dominar el mundo y tienen recursos para ello. A los gobernantes actuales no les quieren escuchar lindos discursos. Los quieren derrotados. Los querrán a su servicio.
RETALES
Lío Para conflicto, el de Yolanda Díaz con Carlos Cuerpo. Tesis: la reducción de jornada no está en peligro. Lo que está en juego es la urgencia de Díaz, “cueste lo que cueste” y la imagen de rigor de Cuerpo, “tarde lo que tarde”.
Lección Como diría Yolanda Díaz, la generosidad socialista “se estudiará en las universidades del mundo”. No es para menos: se prescinde de cinco líderes regionales, y ni una queja. Todos se retiran por decisión propia. ¿Milagro? No, simple prodigio.
Tono Quizá se estudie también el tono de María Jesús Montero. Lo suyo no es entusiasmo, como dicen las crónicas. Lo suyo es arrebato, fuego, delirio, pasión, frenesí. Lo suyo solo puede terminar en apoteosis.
Pascua Pedro Sánchez no lo pudo vivir, pero uno de los grandes cambios se vio en el discurso del Rey en la Pascua Militar: todo paz. En la transición, su señor padre tenía que reclamar y ordenar disciplina al ejército. El golpismo se ha esfumado.
Casado ¡Cómo se debe carcajear Pablo Casado! Fue el gran fracaso político. Ahora es el gran éxito económico: su fondo de capital riesgo levantó 150 millones de euros el año pasado. “Ande yo caliente…”
Llanto Lloran por la defunción de verificadores en las redes quienes nunca trataron de confirmar una noticia. Por ejemplo, la “presencia” de Marta Gayá en el cumple del rey Juan Carlos en Abu Dabi: ni estuvo ni se la esperó.