Donald Trump firmó el primer día de su presidencia tantas órdenes ejecutivas que cambió la faz de la administración Biden, dándole la vuelta al calcetín y explicándonos el liderazgo fuerte que las nuevas derechas autoritarias quieren imprimir en este mundo de “futuro terror” para competir con los BRICS. Trump estaba firmando órdenes ejecutivas que prometió en campaña para su mayoría social. En cambio, en España, el día 22 de enero, en el Congreso todos erraron olvidándose de su “mayoría social”. Se emanciparon –como Enzo Traverso ya viene anticipando– de sus bases.
La votación de la revalorización de las pensiones o de las ayudas al transporte o a los afectados por la dana rima con aquella votación de la guerra de Irak de marzo del 2003, en la que los 183 diputados del PP votaron en un sentido, totalmente contrario a lo que el CIS indicó sobre aquel conflicto bélico. El 90% de los españoles estaba contra la guerra, pero el Congreso votó lo contrario por mayoría absoluta. La revalorización de las pensiones cuenta con una mayoría estratosférica a su favor y, sin embargo, con un Congreso que no ha convalidado el decreto ley del Gobierno que así lo hubiera permitido. El parlamentarismo español comportándose como una galaxia inconexa de autorrepresentación que no atiende a la mayoría social. Todo, a diferencia del chico de Queens, que, aunque no estemos de acuerdo con sus políticas, ejerce un liderazgo fuerte, resolutivo y eficaz.
Lejos de los puntos de encuentro es de sentido común afirmar que todos se equivocan
Lo que ocurrió el 22 de enero es, por tanto, el caldo de cultivo perfecto para la legitimación de las derechas autoritarias. Esta derrota parlamentaria, la primera del 2025, no será la última mientras no se acepte el marco vigente desde hace casi siete años: el pluripartidismo. Primero fue el desarrollismo; luego, el bipartidismo de la ley electoral previa a la Constitución, y ahora, el multipartidismo. Los usos y costumbres de nuestras señorías deben cambiar ya. Ni somos el país del desarrollismo ni hay bipartidismo, ni mucho menos mayorías absolutas. El 80% de los diputados, los del PP y PSOE, solo representan a 4 de cada 10 electores censados. Esta es la medida de todas las cosas. La primera divisa parlamentaria debe ser la humildad. Conviene recordar además que, desde el 2016, se ha convertido en habitual en España que no se aprueben presupuestos y que estos se prorroguen. Le sucedió a Mariano Rajoy dos veces y también a Pedro Sánchez .
El pluripartidismo, señorías, es esto, votar y negociar permanentemente y adecuar los usos y costumbres parlamentarios a las mayorías sociales existentes. Y voy a ser muy claro, como cuando estaba en el gobierno como jefe de gabinete: el decreto ómnibus es un error de concepto en esta época de multipartidismo. Es sinónimo de citarse con un peligro totalmente innecesario. Y es que cualquier decreto gubernamental en esta legislatura se situará siempre en el marco de la confianza entre Junts y el PSOE, en virtud de los acuerdos de investidura. Como debe ser. Junts, por su parte, debe saber que, siendo legítimo su voto en contra, el ciudadano medio no está en el serial del Congreso, sino en la taquilla de Rodalies y, cómo no, en sus pensiones o en la solidaridad con la dana de Valencia.

Montero, Díaz y Bolaños, el día en el que PP y Junts tumbaron el decreto ómnibus
Lejos de los puntos de encuentro es de sentido común afirmar que todos se equivocan. Con mención especial al que oposita, el PP, que olió la sangre y le pudo el crepúsculo. Siguen sin darse cuenta de que el presidente ni caerá por las cuitas judiciales, ni por los presupuestos ni los decretos ley, mientras siga, por ejemplo, representando brillantemente a España y sus empresas en Davos. El día que Alberto Núñez Feijóo sea capaz de combinar la dureza del discurso con la templanza de la acción, ese día, tendrá todo el sentido el malestar de Junts y será presidenciable.
Solo así el Mercedes (PP) puede ganarle al Ferrari (PSOE). Le hubiera bastado con una abstención. Como no lo ha hecho, queda claro que se aleja de la derecha plural y se prepara para el pacto con Vox: el de la derecha conservadora con la derecha autoritaria.
Esta derrota parlamentaria no afecta solo al presidente, sino al sistema en su conjunto. Luego no nos extrañe que las corrientes autoritarias crezcan como la espuma. Fuera los pulsos. Sin mayoría absoluta de nadie, se tiene que pactar todo. Las formas –los instrumentos– y el fondo –política a política–. El ómnibus fue un error.
NEXT WEEK
Antes que después
La reunión de Sánchez con Carles Puigdemont tendría que celebrarse antes que después. El encuentro entre el líder de la mayoría plurinacional y el presidente de Junts, que con sus siete votos facilitó su investidura. Hay acuerdos que cumplir. Puigdemont representa a medio millón de catalanes en el Congreso, y Sánchez, a más de un millón. Es el momento. El Trump que idolatra Vox, en sus órdenes ejecutivas, ha indultado a 1.500 participantes en el asalto al Capitolio. El signo de los tiempos. La amnistía política es mucho más: toda una “ley” del Congreso.
EL OJO DE HALCÓN
El palacete de París
El palacete en el 11 de la avenida Marceau en París es del PNV. Lo pagaron dos militantes en 1936. Tiene percha jurídica, títulos de propiedad y fue un robo acreditado de la Gestapo y del franquismo. “Un botín de guerra”, como recuerda mi amigo Iñaki Anasagasti. El ridículo del PP es mayúsculo. No es ningún regalo cuando te devuelven lo que es tuyo. Solo tengo un pero: ¿lo del palacete en un decreto ómnibus? Se trata de un gran hito de memoria democrática en el que también hay huellas catalanas y engloba emociones históricas de todos los demócratas.