España presiona a los veintisiete para que acepten la oficialidad del catalán

La cuestión catalana

El Gobierno propone un traje a medida para convencer de que no sentará precedentes

BRUSSELS (Belgium), 22/05/2025.- A general view during the plenary session of the EU Parliament in Brussels, Belgium, 22 May 2025. The European Parliament's plenary session in Brussels runs from 21 to 22 May 2025. (Bélgica, Bruselas) EFE/EPA/OLIVIER HOSLET

El Parlamento Europeo en su sede de Bruselas esta semana

OLIVIER HOSLET / EFE

La presión diplomática es máxima. España está tratando por todas las vías posibles que el próximo martes el Consejo de Asuntos Generales de la UE –una reunión de los ministros o responsables de Asuntos Europeos– dé vía libre a la oficialidad del catalán, el euskera y el gallego en la Unión.

Según lo que fuentes diplomáticas cuentan a La Vanguardia , España ha hecho circular varios documentos entre las capitales europeas para disipar dudas y evitar vetos a una decisión que se debe adoptar por unanimidad. Fuentes de Exteriores apuntaron a este diario que la propuesta es una implementación total, pero con una fórmula progresiva, como fue con el gaélico, la última lengua oficial reconocida en la UE.

En la última reunión de embajadores hubo más “sensibilidad” hacia una cuestión política para Pedro Sánchez

Esta fórmula progresiva podría convencer a varios Estados miembros que siguen siendo escépticos y creen que España tiene demasiadas prisas. En cualquier caso, indican fuentes diplomáticas, la votación está abierta. Podría pasar de todo.

Esta presión comienza a tener efectos. Esta semana el asunto se trató durante una reunión preparatoria a nivel de embajadores ante la UE, y algunos diplomáticos aseguran que entonces Madrid expuso tres argumentos: que era un traje a medida para estas tres lenguas que no iba a crear precedentes para otros países con minorías lingüísticas; que España se haría cargo de los costes; y que era una cuestión de alta importancia política para este Gobierno. Al fin y al cabo, es una exigencia de Junts. Entonces, en la sala hubo más “sensibilidad”. “Se entiende que es importante para España. Los contrarios fueron menos vehementes”, aseguran estas fuentes.

Todavía hay países que quieren garantías sobre los costes por si un futuro gobierno se niega a asumirlos

Para elevar el tono, Madrid llega con un primer documento, de dos páginas, que expone las razones por las cuales considera que estas lenguas deben ser oficiales. Aquí es cuando España aborda una de las principales preocupaciones de los que temen que la oficialidad de las tres nuevas lenguas abra una caja de Pandora y se convierta en un precedente al que puedan recurrir en el futuro otras lenguas minoritarias. Por ejemplo, los Bálticos están preocupados por la minoría rusa en sus países. El argumento español es explicar que se trata de lenguas que ya son oficiales en las dos Cámaras españolas, el Congreso y en el Senado, algo que no ocurre con el ruso en los parlamentos bálticos. También apuntarían que toda petición futura debería estar reconocida por lo menos durante dos décadas en la Constitución.

En otro documento España se compromete a presentar en los próximos meses una propuesta de los recursos materiales, técnicos y humanos necesarios para estas operaciones. También promete asumir los costes. Fuentes diplomáticas aseguran que entre las preguntas que siguen sin resolverse en Bruselas, además de las cuestiones legales del cambio del reglamento de lenguas, es qué sucedería si hubiera un cambio de gobierno en Moncloa. Temen que un próximo ejecutivo conservador pueda poner en riesgo este compromiso de hacerse cargo del coste de la medida. Como la promesa de pagar los gastos no es legalmente vinculante, hay quien, como Francia, quiere garantías. Según un informe preliminar de la Comisión, supondría un coste de 132 millones de euros.

España propone una fórmula progresiva, como sucedió con el gaélico, la última lengua oficial en la UE

El martes será el representante polaco –Polonia ostenta la presidencia de turno del Consejo– quien decida cómo se debe formular esta votación. Si durante el debate hay uno o varios países que ya exponen que no ven la propuesta con buenos ojos, entonces podría no llegar a votarse porque la unanimidad ya sería descartada. En cambio, si esto no se hace, la fórmula que podría utilizar la presidencia polaca es preguntar al final de la discusión si hay alguien contrario que vete el documento español, y en el caso de que nadie levantase la mano quedaría aprobada. Esta vía, explican fuentes diplomáticas, obligaría a los reticentes a posicionarse claramente.

En cualquier caso, todas las fuentes consultadas coinciden en que España está ejerciendo una enorme presión. Todo lo está llevando a cabo el ministerio de Exteriores, que trata de dirigir las negociaciones con la máxima discreción. No está confirmado si a la reunión del martes acudirá Albares o, como suele ser habitual en los Consejos de Asuntos Generales, lo hará el secretario de Estado para la UE.

El PP, con buenos amigos entre los populares europeos, también puede intentar convencer a los gobiernos donde tienen representación de no hacer un favor político a Pedro Sánchez.

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