El PP y el catalán en la UE

El PP y el catalán en la UE
Carles Casajuana

El Partido Popular no deja de hacer amigos. El pasado noviembre, votó en el Parlamento Europeo contra el equipo de comisarios propuesto por Ursula Von der Leyen. Hace dos semanas, tumbó el Acuerdo de Amistad con Francia. Ahora, ha desplegado sus efectivos en Europa para impedir la oficialidad del catalán, del euskera y del gallego.

Son posiciones que tendrán un coste. Tarde o temprano, el PP volverá a la Moncloa. Necesitará entenderse con la Comisión Europea, y Ursula Von der Leyen les hará pagar su voto en contra. Esas cosas los políticos no las olvidan. También necesitará mantener una buena relación con Francia, pero es difícil que lo consiga después de votar contra el acuerdo de amistad entre ambos países. En Catalunya, sus maniobras de los últimos días le pasarán factura. Aquí las zancadillas al catalán no se olvidan nunca.

Polish Minister for the European Union Adam Szlapka rings a bell to signify the start of a meeting of the general affairs ministers at the European Council building in Brussels, Tuesday, May 27, 2025. (AP Photo/Omar Havana)

Adam Szlapka ministro polaco de la Unión Europea inicia la sesión de la comisión de Asuntos Generales este martes pasado 

Omar Havana / Ap-LaPresse

Feijóo no deja de hacer amigos: Francia, Von der Leyen, Junts, PNV... Tendrá un coste

El Partido Popular actúa así para desgastar al Gobierno de Pedro Sánchez, por supuesto. Pero me parece muy dudoso que el beneficio que pueda sacar compense el peso de las hipotecas que está contrayendo de cara al futuro. Esto es pan para hoy y hambre para mañana. Si los sondeos no se equivocan, el cambio de ciclo político en Madrid se acerca. No hace falta que fuerce las cosas así.

El PP no ha digerido la formación del Gobierno de coalición tras las elecciones generales del 2023. Tampoco ha digerido, todavía, la moción de censura que tumbó a Rajoy, ni la derrota del 14-M del 2004. La reacción, en los tres casos, fue la misma: ¡nos han robado! ¡Gobierno ilegítimo! Pero ahora que a Pedro Sánchez se le acumulan los problemas, ¿no sería más lógico mirar al futuro, intentar ganar amigos y perfilar una propuesta moderada, para presentarse como un partido de Estado, responsable, constructivo?

Probablemente, el catalán, el vasco y el gallego acabarán siendo lenguas oficiales, porque es lo que conviene a la UE. Después de todo, se trata de un paso con pocos efectos prácticos. La lengua de la UE es el inglés. Hace más de veinte años, se trabajaba en inglés y francés indistintamente, pero con el ingreso de los países del Este europeo, el francés fue perdiendo peso, porque muchos de los funcionarios de los países que acababan de ingresar no lo hablaban.

El resto de las lenguas desempeñan un papel en buena parte simbólico. Hay veinticuatro. El catalán lo hablamos cerca de diez millones de personas, más que los hablantes de la mitad de las lenguas oficiales. ¿No es lógico que obtenga ese reconocimiento? Todos sabemos que la UE es una unión de Estados –no todavía, o no en grado suficiente, de ciudadanos–, y como tal tiene tendencia a privilegiar las lenguas oficiales de los Estados frente a las minoritarias. Pero la realidad es la realidad y se acaba abriendo paso incluso en Bruselas.

Ha habido Estados miembros que han expresado reservas por los efectos que el reconocimiento de la oficialidad del catalán, del euskera y del gallego podrían tener en relación con otras lenguas minoritarias que no son oficiales en sus países, como el ruso en los Estados bálticos o el turco en Chipre. Pero salvado este obstáculo con unas condiciones que eviten crear precedentes no queridos y una vez establecido que el coste del uso de estas lenguas lo pagará España, no debería haber problema para su aprobación.

Es una cuestión de tiempo. Las instituciones de la Unión Europea son vistas como muy lejanas por gran parte de la población europea. Para avanzar hacia la unión efectiva y tener la autonomía estratégica y el peso en el mundo que la mayoría de europeos deseamos, Bruselas necesita que todos sintamos las instituciones como propias, acercarse a los ciudadanos. ¿Qué mejor vehículo para conseguirlo que hablar su lengua?

Al PP le habría convenido más hacerse el distraído y dejar que Sánchez y Albares se estrellaran o se salieran con la suya, para no cerrar la puerta a un pacto con Junts y el PNV si la aritmética parlamentaria lo permite tras las próximas elecciones. Pero la impaciencia les puede.

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