“¡Hola Madrid!. Acercaos hasta el escenario principal. Aún quedan huecos aquí delante y no hay que dejar ninguno. Que se note lo que reclama la España viva.”
Dj pulpo, el pinchadiscos de cabecera del PP desde que, hace ya una década, compartió platos y mesa de mezclas con Soraya Sáenz de Santamaría en un cierre de campaña de Mariano Rajoy, daba así –con los altavoces al límite– la bienvenida a los miles de manifestantes que ayer secundaron la convocatoria “Mafia o democracia”.
El dj invitó a “pasar de la mafia” pinchando la canción ‘Venezia’ de Hombres G
Cumpliendo con las instrucciones lanzadas en los días previos para celebrar “un acto sin siglas” contra el Gobierno de Pedro Sánchez, la práctica totalidad de los asistentes que ayer llenaron la madrileña plaza de España acudió ataviada con banderas, gorros y pulseras de España. Dando como resultado una imponente estampa rojigualda que podría rivalizar con la que despliega la Patrulla Águila en sus exhibiciones aéreas.
Incluidos los más despistados, quienes, tras ser advertidos por las decenas de solícitos militantes del PP que se desplegaron en varios puntos de información aledaños –estos sí con las siglas y los colores populares bien visibles–, se guardaron el merchandising corporativo que traían de casa para empuñar alguna de las banderolas repartidas.
Manifestantes con la bandera de España, en el acto del PP
El dj Pulpo también acató las directrices. Y guardándose sus habituales soflamas de otros actos del partido de Génova, optó por lanzar mensajes, más o menos subliminales, a través de las canciones escogidas para la ocasión.
Una playlist que incluyó desde la celebérrima cumbia Mentirosa que lanzó al estrellato al grupo argentino Ráfaga, hasta la canción Venezia de Hombres G y cuyo estribillo “... Pasaremos de la mafia, nos bañaremos en la playa” fue coreado a pleno pulmón por un nutrido grupo de manifestantes. “Que Jessica oiga bien fuerte que aquí está el PP”, se espoleaban los unos a los otros señalando con el dedo al edificio España en el que la trama Koldo pagó durante tres años el alquiler de un piso a la novia del exministro socialista José Luis Ábalos.
Para entonces ya se habían colado banderas azules entre la multitud. Y la megafonía terminó por dejar claro que el ímpetu partidista había noqueado la imparcialidad que aconsejaba el protocolo encadenándose soflamas políticas para “apartarse de los mentirosos”, “vivir en libertad” y disfrutar de las bondades que existen allá donde, “como en Madrid, gobierna el Partido Popular”.
Si Génova perseguía una exhibición de músculo, lo logró con la segunda manifestación más concurrida de la era Feijóo. Pero si lo que buscaba era ensanchar los apoyos más allá de sus siglas, el plan no funcionó como esperaba. Porque ni la cumbia ni el pop ochentero lograron camuflar la melodía de fondo con el inconfundible himno del PP.