No solo sería “irresponsable” sino incluso “contraproducente” que España elevara su gasto en seguridad y defensa hasta el 5% del PIB. Así se lo advierte, tajante, Pedro Sánchez a Mark Rutte, en la carta que el mandatario español ha remitido este jueves al secretario general de la OTAN, ante la transcendental cumbre de la Alianza Atlántica que arranca el próximo martes en La Haya.
Sánchez empieza por recordar en su misiva a Rutte que “España es un miembro leal de la OTAN”. “Comparte y apoya la necesidad de dotar a la Alianza Atlántica de las herramientas necesarias para afrontar los retos geoestratégicos asociados al contexto actual”, defiende. “Hay que neutralizar la amenaza que supone la Rusia de Putin, ayudar a Ucrania, apoyar a los países del Este, fortalecer el flanco Sur y reequilibrar la carga entre aliados, de modo que Europa se haga más cargo de su propia seguridad”, receta el mandatario español.
El jefe del Ejecutivo, en todo caso, expone al secretario general de la OTAN que en los últimos años España “ha duplicado su inversión en seguridad y defensa, siendo el cuarto país de la Alianza que más ha incrementado esta partida, y aumentado su participación en las misiones de paz”. Y que también ha pactado unos nuevos objetivos de capacidad el pasado mes de marzo, es decir, el conjunto de equipamientos, tropas e infraestructuras que España deberá tener para contribuir a la defensa de la OTAN de aquí al 2029.
“No obstante, sabemos que, para cumplir con nuestro deber y entregar las capacidades acordadas, España no necesitará dedicar el 5% de su PIB a esta materia. Lo sabemos, porque esas capacidades han sido diseñadas y acordadas con los expertos de la OTAN y las Fuerzas Armadas españolas, y su coste estimado de aquí al 2029 es del 2% del PIB”, subraya Sánchez. “Esa inversión bastará para adquirir y mantener todos los profesionales, equipamientos e infraestructuras que España tiene que aportar a la Alianza”, asegura.
“Es por eso que comprometerse a un 5% sería irresponsable. Es más, sería contraproducente”, advierte Sánchez a Rutte. Y ello, según expone el mandatario español, por tres motivos fundamentales. En primer lugar, “porque aumentar de forma abrupta e innecesaria el gasto en defensa debilitaría el proyecto colectivo de crear una Unión Europea de la Seguridad y la Defensa”.
Y lo justifica: “Obligaría a canalizar inversiones hacia fuera de la UE, aumentando nuestras dependencias de terceros países e impidiendo el desarrollo de una industria comunitaria; provocaría cuellos de botella e inflación en los productos de seguridad y defensa y otros sectores indirectamente afectados; y nos desviaría de las verdaderas prioridades, que son impulsar la interoperabilidad de las fuerzas europeas y los procesos de compra conjuntos”.
En segundo lugar, Sánchez advierte que incrementar hasta el 5% del PIB el gasto militar “dañaría nuestro crecimiento económico en el corto, medio y largo plazo, al producir un incremento de la deuda, presiones inflacionarias, y el debilitamiento de la inversión en actividades cruciales para nuestra competitividad futura y con un mayor efecto multiplicador que la industria de defensa, por ejemplo, la educación, la sanidad o la tecnología digital”.
“Para España, el equilibrio de las prioridades pasa por dedicar un 2% de su PIB a defensa. Ni más, ni menos”
En último extremo porque, a juicio del mandatario español, “porque sería incompatible con nuestro Estado del bienestar y nuestra forma de ver el mundo”. “España es consciente de la necesidad de aumentar nuestras capacidades de seguridad y defensa para hacer frente al contexto global. Pero piensa que eso debe hacerse sin desatender otros desafíos igualmente notables para nuestra ciudadanía, como son el acceso a la vivienda, el cambio climático, las migraciones, o la desigualdad”. “Cada país tiene que encontrar su equilibrio entre todas esas prioridades y, para España, ese equilibrio pasa por dedicar un 2% de su PIB a defensa. Ni más, ni menos”.
Algunos aliados plantean la posibilidad de comprometerse al 5% y luego “no cumplir”. Pero Sánchez descarta esa opción: “Nos parece que implicaría engañar -a la población y a los demás estados miembros de la OTAN- y porque además debilitaría mucho a la Alianza y al sistema multilateral en general”. “¿Qué futuro tienen los mecanismos de gobernanza multilateral si asumimos que los compromisos no deben cumplirse? España prefiere ser coherente”, recalca el jefe del Ejecutivo.
España, alega, “no pretende impedir a ningún aliado que gaste lo que estime en defensa, ni bloquear la cumbre de La Haya”. Por eso, lleva meses planteando al secretario general y a los equipos técnicos de la OTAN varias soluciones, “que pasan o bien por flexibilizar el lenguaje del objetivo de gasto del 5% -como ya se hizo con el compromiso del 2% en cumbres anteriores- o bien por eximir a España de ese compromiso”.
La escalada de tensión en Oriente Medio, que ha llevado a la embajada de Estados Unidos en Israel a ofrecer a sus ciudadanos en el país un plan de evacuación voluntaria, no ha alterado, por el momento, ni un solo ápice la hoja de ruta con la que España llegará a la cumbre de la OTAN la próxima semana, que no pasa por elevar el gasto militar más allá del 2% de la inversión con el que dice haber cumplido.
Fuentes ministeriales aseguran a La Vanguardia que el embajador representante permanente ante la OTAN, Federico Torres Muro, ha trasladado a sus colegas de los países aliados que España no vetará en ningún caso la intención de cualquier país de aumentar su gasto en Defensa hasta el 5%, con la fórmula propuesta por el secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte, de destinar un 3,5 a presupuesto militar tradicional y un 1,5% adicional a partidas más amplias de seguridad.
“Ni estaremos en el 3,5%, ni en el 5%”, se muestran tajantes las mismas fuentes gubernamentales, apelando al “realismo” de la aritmética parlamentaria que sustenta al Gobierno, con unos socios que se oponen a seguir disparando la carrera armamentística.
Fuentes ministeriales aseguran que el embajador ha trasladado que se mantendrá en el 2%
El Ministerio de Defensa remite a las declaraciones de su titular, Margarita Robles, del pasado 5 de junio en las que insistió en que el deseo es alcanzar “un acuerdo” porque “España no va a vetar nada”, deslizando que se tratará de buscar una fórmula para que el compromiso de alcanzar un porcentaje concreto —del que la ministra Robles no quiere ni oír hablar— no esté circunscrito a una fecha límite.
España expondrá que su intención es “seguir avanzando” en inversión militar, centrándose en capacidades militares, sin olvidar el “enorme” esfuerzo que realizan las Fuerzas Armadas para estar presentes en misiones internacionales bajo el paraguas de la OTAN. Las mismas fuentes no descartan que esta postura le pueda costar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, un enfrentamiento con su homólogo estadounidense, Donald Trump.
España no es el único país que no está por la labor pero sí es el socio que más abiertamente lo está comunicando
El magnate, de momento, mantiene sus intenciones de acudir a la cumbre de La Haya, pese a la encendida situación en Oriente Medio que le forzó a abandonar antes de tiempo la cumbre del G-7 en Canadá. Las negociaciones sobre la declaración que los 32 países aliados deberán ratificar en la cita y también sobre el nuevo compromiso del gasto en defensa, sin embargo, siguen muy abiertas. Las reuniones se están llevando a cabo en Bruselas con la máxima discreción y se alargarán hasta que haya un consenso, porque la decisión se debe tomar por unanimidad. Podría ser que se continuase discutiendo hasta la propia cumbre –que empieza el martes– pero a nadie le apetece que los líderes lleguen con las carpetas importantes abiertas.
Fuentes aliadas confirman a este diario que, pese a que España no es el único país que no está por la labor de seguir las indicaciones de Trump y de Rutte, sí es el socio que más abiertamente lo está comunicando, tanto en público como en privado. Por lo tanto, está adquiriendo un protagonismo destacado en la cumbre de la semana que viene.
Italia, otro aliado en una situación similar –acaba de anunciar que llegará al 2%– no ve con malos ojos el desglose del 3,5% y el 1,5% que propone Rutte, aunque quiere terminar de conocer qué partidas se podrían incluir en este gasto –se plantea contar con la gran obra del puente del estrecho de Messina, entre Sicilia y la península– y pide ampliar el periodo a los diez años. Bélgica tampoco está entusiasmado con la idea del 5%, pero no tiene ganas de oponerse frontalmente.