La carta enviada por Pedro Sánchez a la OTAN ha causado un profundo malestar en el Gobierno italiano. Nadie lo dice públicamente, pero fuera de micrófono, dentro del Ejecutivo de Giorgia Meloni se sostiene que la decisión del presidente del Gobierno español de excluir de antemano, en vísperas de la cumbre de La Haya, la posibilidad de aumentar el gasto militar hasta el 5 % debilita a todo el bloque que esperaba obtener concesiones y cierta flexibilidad por parte de los aliados.
Sánchez no solo dijo un no rotundo, sino que además hizo pública la carta enviada al secretario general, Mark Rutte. En el Ejecutivo italiano se interpreta como un gesto de política interna, dadas las dificultades que atraviesa el primer ministro español, pero se considera que ya ha tenido un efecto negativo: ha endurecido la posición de los socios atlánticos, especialmente de Estados Unidos, Alemania y los países bálticos.
La oposición acusa a Meloni y le pide que siga el ejemplo de España en materia de rearme
Recientemente, el ministro de Defensa, Guido Crosetto, había hecho un llamamiento a la unidad que, según explican desde el Ejecutivo, iba dirigido sobre todo a Madrid. Crosetto mantiene una excelente relación con su homóloga española, Margarita Robles. Precisamente para defenderla, el ministro italiano envió una dura carta a Rutte al término de la última reunión de ministros de Defensa, acusándolo de ignorar a quienes discrepan del objetivo del 5 %.
Para Giorgia Meloni, la cumbre de La Haya es un momento sumamente delicado. El aumento del gasto en Defensa plantea problemas tanto financieros como políticos. Italia ha alcanzado el 2 % del PIB en gasto militar mediante artificios contables, reasignando partidas presupuestarias sin desembolsar realmente más dinero, pero esa fórmula no servirá para cumplir los próximos objetivos. En el caso de Italia, llegar al 5 % significaría invertir unos 70.000 millones de euros anuales, además de los 30.000 actuales. Un objetivo tan inalcanzable como para España.
”Nunca diremos simplemente que no”, subraya un miembro del Gobierno. “Trabajamos en la mesa para encontrar una solución, y habría sido útil hacerlo junto a España. Había otros países dispuestos a sumarse, pero ahora todo es más difícil”. De hecho, el Reino Unido también figura entre los países reticentes.
Roma intenta moverse en dos frentes: por un lado, lograr flexibilidad fiscal de la Comisión Europea; por otro, negociar con la OTAN un aumento muy gradual del gasto. El objetivo italiano es alcanzar el 5 % en diez años, con un mecanismo que contemple un 3,5 % de gasto militar y un 1,5 % destinado a seguridad. Una gradualidad que no parece fácil de conseguir.
Las presiones sobre Meloni son muchas y llegan desde distintos frentes. Por un lado está Trump, a quien resulta difícil decir que no, sobre todo si se quiere mantener esa relación privilegiada que, hasta ahora, no ha producido más que declaraciones de amistad. Por otro, una opinión pública mayoritariamente poco receptiva al tema del gasto militar. En los últimos días, hablando con algunos representantes de su mayoría, la primera ministra ha instado a hacer pedagogía sobre el gasto en defensa.
La oposición también se está reagrupando en torno a estos temas. En particular, el Movimiento 5 Estrellas (M5S), que ha sido uno de los promotores de la manifestación pacifista que ayer reunió a unas 10.000 personas (según los organizadores) frente al Coliseo en Roma para decir “No al rearme”. Giuseppe Conte, líder del M5S y dos veces primer ministro, ha pedido a Meloni que siga el ejemplo de Pedro Sánchez: “Italia titubea y España no”.