La generación perdida de la democracia

Los nutrientes electorales de Vox

España se suma a la lista de países donde los jóvenes alimentan el auge de la ultraderecha retrógrada y autoritaria

FOTO ALEX GARCIA EXITO DE VOX ENTRE LOS JOVENES. MITIN DEL PARTIDO EN LA BARCELONETA CON SANTIAGO ABASCAL 2023/07/01

Muchos jóvenes se sienten atraídos por las propuestas autoritarias y ultraconservadoras de Abascal

Àlex Garcia / Propias

“Matar al Padre”. Pero no “para ser él” sino para romper con lo que este representa. Las metáforas del psicoanálisis freudiano podrían suponer el último recurso para entender lo que está ocurriendo en las entrañas del cuerpo electoral y el impacto del relevo generacional sobre el vigor de la democracia. Hace apenas una década, uno de cada tres jóvenes expresaba su intención de votar a la izquierda y solo uno de cada cuatro pensaba hacerlo a la derecha. Diez años después, en los sondeos del CIS de mayo y julio, la correlación se ha invertido drásticamente: cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 24 años apoyan a la derecha (y dos tercios de ellos a la ultraderecha), mientras que solo dos de cada diez eligen opciones de izquierda. Y este tramo de edad supone hoy más de tres millones de electores sobre un censo total de 37 millones.

Sin embargo, lo más significativo de esa inversión ideológica –muy anterior a los últimos escándalos– no es el desplazamiento de los jóvenes hacia la derecha, sino el rápido e inédito crecimiento de la ultraderecha en esos tramos de edad. En el CIS de mayo, y entre los menores de 24 años, el espacio conservador se repartía a partes iguales entre el Partido Popular (20%) y la derecha autoritaria de Vox y Alvise (22%). Y una correlación similar se producía en la franja de 25 a 34 años (un contingente que supone otros cinco millones de electores). Pero esa misma pauta se mantiene, acentuada, en el CIS de julio: la ultraderecha le saca 13 puntos de ventaja al PP en la franja de 18 a 24 años, y más de seis puntos en el tramo siguiente (de 25 a 34 años).

Entre un tercio y el 40% de los jóvenes vota hoy ofertas conservadoras, a la inversa que hace casi cuatro décadas

Retrospectivamente, la mutación ideológica de la juventud española no tiene precedentes. Con el país recién salido de la dictadura, los jóvenes se inclinaban claramente a la izquierda (y su ubicación en la escala ideológica lo reflejaba con nitidez, ya que hoy se sitúan hasta un punto más a la derecha). Todavía a principios de los 90, el porcentaje de jóvenes menores de 35 años que apoyaban al PSOE o a fuerzas más a la izquierda duplicaba o incluso triplicaba la tasa de adhesiones juveniles a la derecha. Luego, la evolución reflejó las distintas fases de la alternancia entre populares y socialistas, pero sin que la derecha (y aún menos la ultraderecha) cobrara ventajas como las actuales.

Los datos del pasado mayo brindan pistas sobre las causas de ese cambio. Si la intención de voto declarada se segrega por sexos, el resultado es muy elocuente: entre los hombres de 18 a 24 años, Vox aventaja al PP en casi once puntos (y en siete en el tramo de 25 a 34 años). Pero entre las mujeres jóvenes, es el Partido Popular el que aventaja a los ultras: en 12 puntos en la franja de 18 a 24, y en siete en el tramo hasta 34 años. En definitiva, la ultraderechización de los varones jóvenes tiene algo de rebelión egoísta ante el avance de la paridad de género.

El avance de la derecha entre la juventud se ha acelerado en pocos años: en el 2015 la izquierda aun era hegemónica

Aun así, España no atraviesa una situación excepcional. Otros países del mundo occidental experimentan un ascenso sostenido de la extrema derecha con el apoyo determinante de las nuevas generaciones. Las recientes presidenciales polacas son un buen ejemplo: el candidato ultra se impuso claramente entre los menores de 40 años (y con una ventaja aún mayor entre los varones). Y algo similar ocurrió en las legislativas alemanas, aunque aquí los jóvenes se radicalizaron hacia los dos extremos (AfD, a la derecha, y Die Linke, a la izquierda). Por supuesto, hay  excepciones. En las legislativas canadienses, el Partido Liberal (centroizquierda) se impuso al Partido Conservador (cercano a Trump) gracias al voto de los menores de 35 años (y muy en especial de las mujeres). En cambio, la franja de edad entre 35 y 54 se inclinó por los conservadores.

Ahora bien, a diferencia de lo que ocurre no solo al otro lado del Atlántico, en el caso español el bajo nivel de estudios todavía no juega decisivamente a favor de la ultraderecha, que es residual entre las personas que apenas han ido a la escuela (el 46% de ellas vota al PSOE). Y aunque Vox es también marginal entre la clase trabajadora, empieza a tener presencia entre los más pobres

Lo relevante es el ascenso ultra: Vox ya adelanta al Partido Popular entre los menores de 45 años

A partir de ahí, no es fácil diagnosticar las razones de una mutación que afecta a casi 17 millones de votantes (la ‘generación de la democracia’, nacida a partir de 1977), ya que en el tramo de 35 a 44 años (un grupo que por sí solo ronda los seis millones de electores), la ultraderecha genera ya los mismos o más apoyos que el PSOE. Hay que esperar a los mayores de 54 años (más de 15 millones de electores) para detectar un visible declive de Vox, sobre todo entre las mujeres.

Las hipótesis sobre la mutación ideológica de los jóvenes se entremezclan: apoyan soluciones autoritarias (o incluso mágicas) porque muchos de ellos se sienten amenazados por las nuevas realidades culturales, demográficas y sociales. Y aunque se consideran peor tratados que la generación de sus padres, votan a fuerzas hostiles al estado del bienestar porque la edad los hace creerse invulnerables y suponen que la intervención estatal solo favorece a minorías e inmigrantes.

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