Tercera vez del último año y medio en la que el A310 del Ejército del Aire, con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a bordo sobrevuela la desértica costa de Mauritania, desde donde parten la mayoría de cayucos que se lanzan al mar en la arriesgada travesía que les lleva a Canarias. En esta ocasión, la fotografía que desprenden las estadísticas de las entradas irregulares al archipiélago poco -o nada- tiene que ver con las dos anteriores. En febrero del año pasado, cuando el líder socialista aterrizó en Nuackchot los inmigrantes llegados a Canarias habían aumentado un 1.184% según el balance que recopila el Ministerio del Interior. Seis meses más tarde, durante la minigira africana, la cifra de personas que habían desembarcado en las islas ascendía a 22.304 frente a las 9.864 que lo hicieron en el mismo periodo de 2023. Este miércoles Sánchez pisa la capital mauritana, acompañado por siete miembros de su Consejo de Ministros, con datos que evidencian que la hemorragia de la ruta canaria se está logrando taponar: un 41% de llegados menos en lo que llevamos de 2025. Pero paradójicamente, cuando la política migratoria del Gobierno da sus frutos con números a la baja que no se veían en años, los ánimos contra la población migrante en España parecen más caldeados que nunca como lo ha evidenciado la ola de odio xenófobo en Torre Pacheco, donde se han alentado cacerías contra los extranjeros.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a su homólogo de Mauritania, Mohamed Ould Ghazouani
La caída tan pronunciada de la inmigración irregular no es magia. Tras experimentos de la Unión Europea en Turquía, Libia, Marruecos o Túnez, España se sumó de la mano de Mauritania, último aliado en el Sahel, a la estrategia de financiar el control de sus flujos migratorios. Una receta que pasa, principalmente, por aplicar mano dura en las fronteras y por regar con miles de millones los países para crear oportunidades que eviten que sus propios nacionales se suban en precarias embarcaciones rumbo a Europa.
Una fórmula que, a tenor de las estadísticas, está conteniendo los saltos desde la fachada atlántica aunque se ponga en riesgo el respeto de los derechos humanos por las medidas represivas en origen. De enero a abril, las autoridades mauritanas, que están sobrepasadas por la presión migratoria que sufre el país, han interceptado a unas 30.000 personas; sobre todo malienses y senegaleses, y ha expulsado de su territorio a unas 20.000. En esta suerte de subcontratación de la solución a la crisis migratoria, y con el fin de ir hacia un enfoque más integral más allá de la vertiente de seguridad, se ha enmarcado la tercera visita de Sánchez a Nuackchot para celebrar la primera Reunión de Alto Nivel (RAN) con Mauritania, un tipo de cumbre solo reservada a países con los que España tiene una relación muy estrecha, por lo que sitúa a este país al nivel de Marruecos y Argelia.
Cuando el reloj marcaba poco más de las 10:20 horas y el termómetro poco menos de los 30 grados, Sánchez ha sido recibido con honores por el presidente de la República Islámica de Mauritania, Mohamed Ould Ghazouani, en el aeropuerto internacional de Nuackchot. A píe de pista, han esperado la vicepresidenta tercera, Sara Aagesen, y los ministros de Exteriores, José Manuel Albares; Interior, Fernando Grande-Marlaska; Transportes, Óscar Puente; Inclusión, Elma Saiz; Transformación Digital, Óscar López, y Agricultura, Luis Planas. Todos ellos han mantenido reuniones bilaterales con sus homólogos previas a las firmas de acuerdos en cada materia. Del rubricado en el ámbito de las Infraestructuras, que pasa por ejecutar proyectos conjuntos o por cooperar en la gestión aeroportuaria al firmado en materia de ciberseguridad que pretende fortalecer las capacidades digitales mediante el intercambio de información sobre amenazas o protección infantil. También se estrechará la cooperación en la protección de los trabajadores migrantes, en un momento en el que Mauritania se encuentra transformado profundamente su Seguridad Social, que cuenta con leyes laborales que incluso prohíben a las mujeres trabajar más tarde de las 22:00 horas en sectores como la mina.
Mientras sus ministros se reunían, Sánchez también lo ha hecho con Ghazouani como previa a la declaración conjunta en la que España y Mauritania han reafirmado su voluntad de fortalecer una cooperación reforzada basada en la vecindad y la confianza mutua. Aunque sin hacer mención expresa, ni las cazas de magrebíes en Torre Pacheco ni la ola de ultraderecha que atraviesa Europa han hecho cambiar un ápice el discurso en positivo que mantiene Sánchez sobre la inmigración. Como ya hizo tras su minigira en el Congreso de los Diputados, donde aseguró que “para España, la inmigración es riqueza, desarrollo y prosperidad”, hoy ha vuelto a recordar que España fue en su día un país que vio a su gente partir a otras regiones, en busca de oportunidades. “Hoy día, el progreso y la buena situación económica de mi país debe mucho a los inmigrantes que han venido a desarrollar en España su proyecto de vida”, ha reivindicado el presidente del Gobierno, antes de insistir en la colaboración de los países de origen y tránsito para “garantizar una migración segura y ordenada”.
Por su parte, el presidente mauritano ha calificado de “excelentes” las relaciones entre los dos países, agradeciendo a Sánchez “el constante apoyo” de España a su país tanto de manera bilateral como en el seno de la Unión Europea y en otros foros internacionales. “Agradecemos muchísimo su defensa de las causas justas y también de la seguridad internacional”, ha señalado Ghazuani, que ha valorado positivamente la apuesta de España por el desarrollo en el Sahel, una de las zonas más convulsas del planeta en la que el terrorismo yihadista campa a sus anchas.