La gran ambición

Fue el político que hizo votar comunista a un tercio de los italianos: el carismático Enrico Berlinguer. Su historia se recuerda en una bella película bajo el título de La gran ambición . Pero el concepto “ambición” del político italiano nada tenía que ver con el del wallstreetiano Gordon Gecko. Como Antonio Gramsci, en la frase del genio sardo que ilustra el filme, Berlinguer distinguía entre “la lucha de las pequeñas ambiciones ligadas a fines privados individuales, frente a la gran ambición que, en cambio, es inseparable del colectivo”.

Berlinguer, que situó al PCI a tan solo cuatro puntos de los democristianos (38,7% versus 34,4%), hablaba de la necesidad de una vía democrática para promover una acción transformadora del país a través de un gran acuerdo a largo plazo entre comunistas y católicos para aislar y derrotar a los grupos reaccionarios: el compromiso histórico. Al acuerdo político PSOE-Junts del 2023, algunas fuentes acreditadas también lo calificaron de compromiso histórico para resolver un conflicto histórico. El primero en hacerlo fue el president Carles Puigdemont en una conferencia previa. Quizás uno de los puntos que debió quedar nítido en aquella rúbrica fue la unidad indiscutible en la derrota de las posiciones reaccionarias que hoy avanzan como presente terror. ¿Dónde quedó la gran ambición frente a los autoritarios? ¿Por qué no se habla como demócratas plenos de inmigración frente a Vox y a Alianza Catalana?

¿Por qué no se habla como demócratas plenos de inmigración frente a Vox?

Decía George Bernard Shaw que un líder puede trepar hasta las cumbres más altas, pero no puede vivir allí mucho tiempo. Debe bajar a la tierra. De aquella crisis de la austeridad del 2008 nos suele llamar la atención la caída de los partidos socialdemócratas y olvidamos en el análisis los cambios psicológicos, religiosos y culturales que han alumbrado a las nuevas derechas autoritarias como reemplazo de las viejas derechas conservadoras, pero ahí los tenemos, delante de nosotros: la inmigración como gran tablero de juego, trastocando viejas identidades nacionales en retroceso, permitiendo la gran inversión ética y moral de los más jóvenes. La covid lo aceleraría todo aún más impactando en las mentes a escala planetaria, con unas derivadas psicológicas sin precedentes que están operando de una manera completamente distinta en principios y valores a la anterior década, y sin que se hayan resuelto aún las consecuencias devastadoras de la crisis del 2008.

El movimiento MAGA es, por tanto, primero la reacción a la resolución de aquella crisis por parte de Bush hijo, que cambió las bases del viejo partido republicano y se consolidó tras la pandemia. Lo del Brexit fue el aperitivo, en este mundo en llamas, del liderazgo en las encuestas de Reform UK como reemplazo de los tories en el Reino Unido. Desapareció también el viejo gaullismo para ser reemplazado momentáneamente por Macron en el 2017 y muy probablemente, en el 2027, por Le Pen. Resistiendo, a duras penas, la vieja CDU, con el apoyo del SPD, para que Wiedel y AfD no entren en la gobernación de la vieja locomotora europea.

FOTO ALEX GARCIA REUNION EN EL PALAU DE LA GENERALITAT ENTRE EL PRESIDENT CARLES PUIGDEMONT Y EL LIDER DEL PSOE PEDRO SANCHEZ 2016/03/15

Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, en el Palau de la Generalitat en el 2015

España, por su parte, paga sus facturas, crece a buen ritmo, aumentando su población hasta los 50 millones. Mientras se asoma, sin embargo, a lo que la industria del relato llama otro otoño caliente, a la espera de la rompida de la hora, como en Calanda, o el final de la legislatura, con un silencio electoral que continuará hasta, al menos, la próxima primavera. Pero España, ese Estado plurinacional del sur de la UE, presenta, cómo no, las mismas fallas sociales que sus vecinos europeos para que el electorado autoritario se exprese con exuberancia cuando rompa la legislatura. El triplete vivienda-inmigración-energía está detrás del factor autoritario y, como el factor plurinacional cuando la moción de censura, ordenará el nuevo ciclo, a no ser que en vez de situarnos sobre la España del 2018, traigamos el futuro al presente, se sea humilde de una vez por todas, se empiece a hablar con la gravedad que exige el actual momento España. Si no se hace, el verbo de las próximas elecciones no será derogar, sino deportar. La gran ambición no son proyectos personales, ni en un gobierno, ni en la oposición, ni en una empresa del Ibex 35 ni en un sector. Quien se eleva, como Ícaro, demasiado cerca del sol con las alas de oro las funde. La gran ambición se logra a través de la humildad y la cooperación de Berlinguer: “Nos salvamos y avanzamos si actuamos juntos y no solo de uno en uno”.

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