El PP considera que cuando los incendios están arrasando el oeste peninsular lo que el Gobierno tiene que hacer es poner más medios para la extinción en lugar de buscar una “huida hacia delante” con una propuesta que ya estuvo sobre la mesa hace tres años y que no se ha concretado en nada. Las llamas, sostienen, no se apagan con un pacto de Estado contra la emergencia climática.

Ester Muñoz, portavoz del Partido Popular (MARIO MORON / EFE)
Para el PP la gente que lo ha perdido todo espera soluciones y no que el presidente del Gobierno se saque de la “chistera” una idea que no ha planteado al jefe de la oposición, replicó ayer la portavoz parlamentaria del PP. “Suena a burla”, exclamó Ester Muñoz ante la falta de una llamada de la Moncloa a Alberto Núñez Feijóo para dar información.
Ester Muñoz apunta al origen humano de los incendios y resta importancia al cambio climático
Sin descartar ese posible pacto y a la espera de ver cómo se formaliza, Génova lo desdeñó al ver el ofrecimiento de Sánchez como una cortina de humo para desviar el foco de lo urgente, esto es, aportar toda la capacidad del Gobierno, singularmente la movilización del ejército, para ayudar a controlar el fuego.
Después de agradecer la labor de los operativos tanto autonómicos como del Estado en la lucha contra los incendios, agotados tras largos días de trabajo en los que ya han muerto varios bomberos, la diputada leonesa, muy afectada al ver arder su tierra, arremetió contra los que “saben de todo” y lanzan sus mensajes de “cuñado” al “estercolero” de las redes sociales, como hace, en opinión de Muñoz, el ministro Óscar Puente.
Sea como fuere, y ante el desgaste que para el formidable poder territorial del PP puede tener la gestión de unos incendios que afectan sobre todo a tres de las comunidades en las que gobierna –Castilla y León, Galicia y Extremadura–, Muñoz rechazó que los ejecutivos autonómicos estén regateando las partidas presupuestarias destinadas a la prevención y apuntó que tras el origen del 90% de los fuegos está “la mano del hombre” y no el cambio climático. Una tesis que podría suscribir la ultraderecha de Vox pese a que ahora guarda su negacionismo hasta que se apaguen las llamas.
Frente al escepticismo del PP, el Ejecutivo insistió en la necesidad de abrir una vía de consenso. Y la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, apeló a la responsabilidad de los partidos para que secundaran la iniciativa puesta sobre la mesa por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
“Ni los incendios ni las inundaciones que vivimos el año pasado son eventos aislados. Son eventos que vienen de la mano del cambio climático y, por lo tanto, tenemos que apostar por algo tan importante como un pacto de Estado”, afirmó tras visitar el Centro de Coordinación de la Información Nacional sobre Incendios Forestales (CCINIF) en Madrid.
Aunque PP y Vox esgrimen que muchos de los fuegos activos fueron provocados por pirómanos para esquivar así lo que califican de “agendas ideológicas”, el Gobierno recalcó que los efectos del cambio climático no sólo influyen en el origen de los incendios, sino que dificultan seriamente su extinción.
Especialmente por la conocida regla del 30-30-30, que describe una combinación meteorológica de alto riesgo: temperaturas iguales o superiores a 30 grados, humedad relativa inferior al 30% y vientos de más de 30 kilómetros por hora. Un cóctel explosivo que se lleva repitiendo casi todo el verano en buena parte de la Península y que, como admitió la ministra de Defensa, Margarita Robles, hace que “varios de los fuegos aún activos en España son, hoy por hoy, incontrolables hasta que no mejoren las condiciones meteorológicas” con la remisión del calor y el aumento de la humedad.
Paradójicamente, mientras los incendios avanzan sin control y las tensiones políticas se multiplican, el nivel estatal de emergencias permanece en el 2. Ni las comunidades autónomas más golpeadas ni el Gobierno central parecen dispuestos a dar el paso de elevarlo al 3, lo que trasladaría el mando de la crisis al Ministerio del Interior y permitiría una coordinación plena de todos los recursos. Lo que refleja hasta qué punto la gestión de la catástrofe sigue condicionada por la bronca y el cálculo político.