Feijóo intentará forzar el desgastede Sánchez para que arroje la toalla

El nuevo curso político

Consolidado tras el congreso de julio, el líder del PP quiere elecciones cuanto antes

Congreso del PP Partido Popular Alberto Nuñez Feijoo Isabel Diaz Ayuso José María Aznar

Feijóo fue aclamado como líder del PP en la clausura del congreso de principios de julio

Dani Duch

“Las vacaciones están sobrevaloradas”, bromeó Alberto Núñez Feijóo antes de tomarse unos días de descanso este verano, y lo cierto es que al líder del PP le encantaría volver cuanto antes al trabajo y, sobre todo, hacerlo como presidente del Gobierno. De ahí que su máximo anhelo sea que Pedro Sánchez arroje cuanto antes la toalla y convoque elecciones.

A los tres años de haber llegado, después de una fenomenal crisis interna que le costó el cargo a Pablo Casado, a la presidencia del PP, Feijóo terminó el curso pasado con un congreso extraordinario que había gestado en secreto y que le sirvió para relanzar su carrera hacia la Moncloa y tener al partido perfectamente alineado cuando llegue la hora de ir a las urnas.

El presidente del PP se compromete a gobernar sin Vox, un compañero de viaje muy incómodo

El principal cambio orgánico en una ejecutiva por lo demás continuista fue la sustitución de Cuca Gamarra por Miguel Tellado en la secretaría general, un movimiento que en clave interna supone reforzar el núcleo gallego que lo acompaña desde sus años como presidente de la Xunta y otorgar plenos poderes a un hombre de su máxima confianza, al que no le temblará el pulso para mantener las filas de la formación ordenadas.

En cuanto a la estrategia política que el PP, como principal partido de la oposición, seguirá a partir del próximo septiembre, no será otra que la ya vista hasta ahora: maniobras continuas de desgaste del PSOE y del Gobierno en todos los frentes posibles: el parlamentario, donde la leonesa Ester Muñoz, alumna aventajada de Tellado, relevará al gallego en sus enfrentamientos a cara de perro con el portavoz socialista y los ministros de turno en las sesiones de control, y el que se libra en los medios y las redes, donde los presuntos casos de corrupción que acechan a Pedro Sánchez, en la familia –que ya ha saltado a la portada del Financial Times – y en el partido –con el penúltimo secretario de organización en la cárcel–, sin duda seguirán dando munición dialéctica a los populares.

A todo ello se sumarán, obviamente, las críticas por la gestión de los problemas de la sociedad española que hace el Gobierno de izquierdas, y en este capítulo, como empezará a verse esta misma semana con el desfile de hasta cuatro ministros por otras tantas comisiones, la mayoría absoluta del PP en el Senado seguirá ejerciendo un fuerte contrapoder que contrastará con la fragilidad de los apoyos de Sánchez en el Congreso.

Pero si el presidente del Gobierno resiste, como reitera, y logra presentar y aprobar los presupuestos, lo que daría oxígeno a su Gabinete durante todo el año 2026, no solo se disolvería una de las principales bazas que tiene el PP desde la oposición, como es que la incapacidad de aprobar unas cuentas públicas en toda la legislatura debería precipitar su fin, sino que un camino que ahora parece desbrozado para Feijóo podría llenarse de obstáculos.

Algunos ya están a la vista, como es la propia agenda judicial del PP, con el caso Kitchen y el cráter abierto por los manejos de Cristóbal Montoro desde el Ministerio de Hacienda en el horizonte, que socavan la credibilidad de un PP que bajo Feijóo, quien exhibe siempre su impoluta hoja de servicios desde que llegó a la política, se ha presentado siempre como un dechado de virtudes públicas.

Además, el formidable poder territorial que ha alcanzado el partido con Feijóo al frente se podría ver erosionado no ya solo en la Comunidad Valenciana, el principal escollo, todavía no superado, con el que el líder popular ha tenido que bregar. Y si Carlos Mazón, después de su errática actuación en las inundaciones del año pasado, sigue presidiendo la Generalitat pese a las casi nulas posibilidades de repetir como candidato del PP, los incendios de este verano han puesto en la picota a Alfonso Fernández Mañueco, el primero de los barones que han de someter su cargo al escrutinio de la ciudadanía.

A diferencia del presidente de Castilla y León, que difícilmente adelantará los comicios después de las protestas en las que se pide su dimisión, el andaluz Juanma Moreno lo tiene todo de cara para revalidar la presidencia de la Junta y ofrecer a Feijóo un triunfo histórico, con la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, tendida en la arena tras cosechar el peor resultado del PSOE en Andalucía de la democracia. Lo dicen las encuestas y el PP las cree.

Sea como fuere, en todas las cábalas del viaje de Feijóo a la Moncloa hay un pasajero tan incómodo como Santiago Abascal. Por eso al concluir el triunfal congreso de julio el líder del PP se comprometió a gobernar en solitario, sin que Vox, que ya ha amargado la existencia de varios ejecutivos autonómicos, entre en los ministerios. Por lo demás, los puentes con el PNV están en ruinas y el fugaz acercamiento parlamentario a Junts es más instrumental, para atizar al PSOE, que de largo alcance.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...