Donald Trump no es un dictador, aunque su mandato no descanse ya sobre el viejo consenso liberal de Breton Woods, sino sobre el nuevo orden autoritario que viene del futuro. Sus electores, que fueron la mayoría electoral más exuberante de las últimas décadas en EE.UU., no votaron ni quieren tampoco a un dictador corporativo, porque el planeta americano se fundó precisamente sobre el rechazo a la autoridad inherente. Y este matiz nadie nunca debería obviarlo. Sin embargo, en este mundo de dioses fuertes, no querer a un dictador no significa que estos electores no anhelen un liderazgo fuerte en forma de “gran estabilizador”, que es el rol que viene practicando el chico de Queens en esta segunda presidencia girando ese espacio vacío al autoritarismo.
Enfrente de Trump están los viejos liberales, agotados, y no una Tercera Internacional en ascenso. Hoy no hay dictadores del siglo XX, sino electorados en occidente que persiguen la gran estabilización en este mundo en llamas, donde Gaza y Ucrania han quitado las caretas a todas las fuerzas vivas del planeta y se trata de generar emociones positivas a las que tenemos derecho y no emociones negativas que los autoritarios quieren convertir en derechos.
España y Europa necesitan “un gran estabilizador” más allá de derecha e izquierda, frente a los autoritarios
Por eso, me sorprendió mucho el gran revuelo local al hilo de la supuesta menor influencia en política exterior del presidente por una foto en la Casa Blanca. Claro que me hubiera gustado como español verlo en el despacho oval. Puede incluso que le viniera bien no estar. En política de cada 10 oportunidades, 9 te las creas tú. Y ésta no era técnicamente una oportunidad creada sino un desacierto como aquella otra foto de las Azores de Aznar. Si bien todo capital político se pierde con el tiempo –nadie es excepción– y ese capital es una batería que hay que ir recargando, es indiscutible que si hay dos fortalezas que sigue teniendo nuestro primer ministro son precisamente: uno, la política exterior, dotando a España de una voz propia y global, y ese “gran salto” es el motivo principal por el que democráticamente se amplifican sus presencias y ausencias; y dos, la robusta política económica que debe generar seguridad generacional. Ambos son factores estabilizadores.
A menudo España además ha tenido tendencia a olvidarse de su red de relaciones en el mundo para ocuparse demasiado de sí misma. No ha sido mayoritariamente el caso de este Gobierno, cuya política exterior podría resumirse en tres poderosas palabras: Gaza, Ucrania y España (plurinacional). Sobre las que ha habido en otros líderes una “gran rectificación”. Hagan un sondeo y verán los resultados. La política exterior no da votos, te los quita. Y es constatable que la política exterior no ha quitado ni un solo voto a Pedro Sánchez durante este tiempo. No sólo España ha sido soberana, sino el individuo también se ha sentido soberano. Otro factor de estabilización.
![BÉLGICA OTAN CUMBRE ESPAÑA:GRAF8210. BRUSELAS, 11/07/2018.- El jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se saludaron hoy por vez primera al coincidir ambos al inicio de la primera sesión de la cumbre de la OTAN. Sánchez y Trump habían participado en la foto de familia de los líderes asistentes a la cumbre en Bruselas pero no tuvieron ocasión de saludarse en ese momento. EFE/Horst Wagner[no model release]](https://www.lavanguardia.com/files/content_image_mobile_filter/uploads/2025/08/31/68b48416a4a0f.jpeg)
Sánchez y Trump se saludan, ante Robles, en la cumbre de la OTAN de 2018
Sí molesta lo plurinacional explicarles que ser español no es lo opuesto a ser catalán o vasco. Como ser español no es tampoco ser un peón de Trump ni de Xi. Ser español es que España defienda fuera los mismos valores en Washington que en Pekín, pero también en Madrid, Barcelona, Vitoria o Sevilla. Dentro y fuera, como democracia plena que somos, las relaciones deben ser fluidas, horizontales, constructivas y estabilizadoras. Y, en este punto, si hay algo en lo que persistir es que el presidente debe dejar más claro que una cosa es Trump (temporal) y otra Estados Unidos (socios permanentes).
Trump como Vox es wokismo de derechas. Si hubiera “un gran estabilizador” al frente, que hiciera judo con la inteligencia política adecuada, podría multiplicarse una causa más allá de derechas y de izquierdas frente a los autoritarios. Europa como España necesitan “un gran estabilizador”. Hasta que alguien asuma claramente ese rol y espacio, el nuevo orden autoritario seguirá aprovechando esta gran corriente de hartazgo y malestar para consolidar su cartografía psicológica, religiosa y cultural, frente a las viejas democracias que no están dispuestas a bajar al barro para hablar de los grandes temas que preocupan a la humanidad, presentes siempre en la sobremesa de cualquier casa. Es esa posición de altanería moral que evita nombrar los problemas la que ha dejado al autoritarismo la gestión de los miedos y el malestar. El reto democrático pasa por el gran liderazgo estabilizador, no dejándole ni un día más a los autoritarios el campo libre.
Next week
El campo democrático
Los representantes del capitalismo democrático no están asegurando ahora mismo un proyecto de certidumbres y seguridades a sus representados, que incluso teniendo trabajo o pagando religiosamente sus impuestos están viéndose descolgados de lo que se conocía como clase media, hasta el punto que ni cumpliendo con todo el contrato social se puede acceder a una vivienda, comprarse un coche o pagarse unas vacaciones. Esta conclusión convierte el campo democrático en un asidero resbaladizo que no aporta certidumbre alguna.
El ojo de halcón
Albares plurinacional
Al igual que la amnistía, el uso de las lenguas cooficiales en la UE es un factor estabilizador de la legislatura. Acierta por ello el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en su entrevista de ayer en La Vanguardia expresando que la oficialidad es imparable. Ya 20 de 27 países han dado el ok. Son muchos. Por esa determinación es un ministro muy valorado por Junts. De hecho, en cuanto Alemania quiera, sucederá. Lo que dice en abierto el Albares plurinacional, hay una “derecha federal” en el Madrid DF que lo habla en la intimidad.