Sangre, dolor y oro en la franja

Transbordo, Moncloa

En política, lo que parece, es”. Eso decía aquel mal candidato y buen presidente llamado Leopoldo Calvo Sotelo. ¿Y qué es lo que parece a fecha de hoy en la política española? Que el presidente Sánchez encontró una mina de oro en la desalmada invasión de Gaza, la visión de la profecía bíblica de “no quedará piedra sobre piedra” de Jerusalén y la calificación del rey Felipe: “Sufrimiento brutal, insoportable e inaceptable”. Eso es lo que parece. Y debe ser verdad, a juzgar por las reacciones de la oposición, que acusa a Sánchez de usar la tragedia como una cortina de humo para ocultar la corrupción de su entorno. Las empresas demoscópicas deben estar trabajando a toda máquina para comprobar si la encuesta del CIS (nueve puntos de ventaja del PSOE sobre el PP) se ha quedado corta.

Podría ocurrir. Una de las claves del éxito, tanto en la política como en los negocios, es cazar al vuelo las oportunidades, y Pedro Sánchez es especialista, auténtico maestro en la materia. Demuestra olfato, astucia, estrategia, osadía y ausencia de pudor para convertir el agua en vino, culpar de todos los males al adversario o al antecesor y presentar a su Gobierno como garante de la libertad, los derechos y la estabilidad, como acaba de hacer en la sesión de control. Hay que reconocer que la oposición se lo pone fácil, porque acostumbra a dejar el balón ante la portería para que el habilísimo Sánchez dispare y marque. Esos son los goles regalados de los que hablaba el entrenador Carlo Ancelotti.

La oposición se lo pone fácil, deja el balón ante la portería para que el habilísimo Sánchez dispare y marque

Todo empezó al expresar su admiración por la movilización social contra la presencia de un equipo de Israel en la Vuelta Ciclista a España. ¿Qué hizo Sánchez con esas palabras? ¿Agitar la protesta? Sí, pero con una intención más astuta: aplaudirse a sí mismo, porque él llevaba la iniciativa de la condena a la invasión y entendió los sucesos como un respaldo a sus ideas; ponerse al frente de la manifestación, porque supo adivinar el calado de la indignación y aprovechar ese estado de ánimo para hacer del “no al genocidio” lo que en tiempo de Aznar fue el “no a la guerra”.

Displaced Palestinians flee Gaza City by foot and vehicles, carrying their belongings along the coastal road toward southern Gaza, Thursday, Sept. 18, 2025. (AP Photo/Abdel Kareem Hana)

Gazatíes huyen de la ciudad de Gaza

Abdel Kareem Hana / Ap-LaPresse

No le está saliendo mal: en Gaza encontró la masa que une a la izquierda desnortada y desperdigada. Pone a su disposición su liderazgo y su eco internacional como cabeza visible del rechazo a Netanyahu, a Trump y a todo lo que esos personajes significan en el ascenso de la extrema derecha. Gaza le permite demostrar la sensibilidad que desprecian quienes matan, mutilan, destruyen hogares y hacen que todo el horror del mundo quepa en una sola foto, en cualquier foto del sufrimiento “brutal e inaceptable”. Y sí: hay un beneficio añadido, un beneficio colateral, que es el paso a segundo nivel de los escándalos reales, aumentados o inventados del entorno presidencial. Todo es bueno para el convento.

Y de fondo, el gran problema que Sánchez se niega a asumir, instalado como está en la superioridad moral de sus ideas: seguimos sin una política exterior acordada y, por tanto, aceptada por los dos partidos de gobierno. Eso puede ser una ventaja para quien tiene la sartén por el mango, pero es malo para el país: sugiere división y debilidad.

RETALES

Clima/1. Lo que sigue no es una encuesta ni tiene valor demoscópico. Solo pretende ser eco de sonidos de la calle: hasta hace poco tiempo, a los periodistas nos preguntaban cómo veíamos “esto”. Ahora nos preguntan “cómo salimos de esta”.

Clima/2. Algunos medios se plantean las causas del odio político. El germen quizá estuvo en los aplausos al extremismo y las voces de reproche a la moderación. Eran casi un grito en las colas del aeropuerto o del súper: “Hay que dar más caña”. Parece que gana el que obedeció.

Clima/3. Anotemos otro cambio producido, esta vez en el lenguaje de la opinión dominante: durante muchos años, toda la transición y lo que vino después, se habló de “la derecha política y económica”. Ahora se habla de “la derecha política y judicial”.

Peligro. La Oficina de Conflictos de Intereses archivó la querella del PP contra Sánchez por el “rescate” de Air Europa. No es pequeña noticia. Si fracasan las acciones político-judiciales de la oposición, fracasa toda su estrategia. Oxígeno de gran calidad para el presidente.

Vacío. Álvaro García Ortiz sigue de momento en su puesto de fiscal general del Estado. Por un vacío legal, dijo el Tribunal Supremo. ¿Y por qué ese vacío? Porque a nadie en toda la historia, ni gobernante ni legislador, se le ocurrió que un fiscal general pudiera ser acusado de delitos que él tiene que perseguir.

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