Estrechos y canales anudan el mundo. Lo conectan, lo tensan y lo enfrentan. En cada estrecho hay una guerra en potencia. En Bab el Mandeb ya ha comenzado. El boletín Penínsulas viene prestando atención a canales y estrechos y hoy quisiéramos efectuar un repaso global a los puntos críticos del planeta. Empezaremos por un golfo que es un estrecho sin salida.
El golfo de Finlandia. El mar Báltico se adentra en dirección a Rusia por el estrecho golfo de Finlandia. Helsinki, Tallin y San Petersburgo forman un triángulo brumoso e incierto, con el inmenso lago Ladoga detrás de la ciudad de Pedro el Grande. Ese triángulo se halla ahora en alta tensión. Rusia está desafiando a las fuerzas aéreas de la OTAN con drones aparentemente fuera de control y cazas de combate aventureros. Guerra de nervios. Puede ser la respuesta a las nuevas sanciones a Rusia que prepara la Unión Europea, y podría ser algo peor: la búsqueda de una chispa incendiaria para cohesionar a la sociedad rusa ante el progresivo desgaste económico y la atonía en el reclutamiento de soldados voluntarios para la escalofriante matanza que tiene lugar en la guerra de Ucrania. Un millón de bajas rusas en poco más de dos años. Una carnicería que no soportaría ningún país democrático.
Los estrechos turcos. Los Dardanelos y el Bósforo son la doble puerta de entrada al mar Negro. Los estrechos turcos conducen al mar cálido siempre ambicionado por Rusia. Del golfo de Finlandia a la península de Crimea. Ese arco geográfico lo explica todo, o casi todo. Ese arco dibuja una línea telúrica que separa Este y Oeste en la gran plataforma continental euroasiática. Se vuelve a luchar por el control de esa línea. Turquía observa. El espacio marítimo delimitado por los Dardanelos y el Bósforo recibe el nombre de mar de Mármara y se halla bajo control exclusivo de los turcos. Es el conducto bizantino por el cual circula aproximadamente el 5% del comercio mundial de petróleo, desde la región del Caspio, en la que además de Rusia confluyen Kazajistán, Turkmenistán, Irán y Azerbaiyán. Los estrechos turcos son vía de salida para el capital energético de Asia Central.
Turquía, país miembro de la OTAN con renovada vocación imperial, está redescubriendo el mar. Mavi Vatan. La Patria Azul. Inspirado en 2005 por el almirante Cem Gürdeniz, este enfoque estratégico busca reafirmar las posiciones de Turquía en el mar Egeo, el Mediterráneo Oriental y el mar Negro. Y España es uno de sus puntos de apoyo, para mayor enfado de Grecia. A Miguel de Cervantes, que perdió un brazo en la batalla de Lepanto, le sorprendería saber que cinco siglos después España fabrica galeras para los turcos. Turquía es hoy uno de los grandes clientes de los astilleros militares españoles y esa colaboración puede extenderse a otros ámbitos de la industria militar como consecuencia de la decisión del Gobierno español de dejar de comprar armas a Israel.
Canal de Suez y Bab el Mandeb. La inauguración del canal de Suez en 1869 fue un acontecimiento extraordinario. La mayor obra de ingeniería del siglo XIX. Suez lo impulsaron los franceses, lo compraron los británicos y lo nacionalizaron los egipcios en 1956, con el apoyo indirecto de Estados Unidos. En el momento en que Washington veta la reconquista franco-británica de Suez muere definitivamente el imperio británico, exhausto desde el final de la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué ese veto? Los norteamericanos no querían que Egipto acabase en la órbita de la Unión Soviética. Estados Unidos decide entonces que el joven Estado de Israel será su principal punto de apoyo en la región. A partir de aquí comienza una larga y complejísima historia cuyo último capítulo es la matanza de Gaza.
Se dibuja ahora un Gran Israel –una gran Esparta, acaba de decir Beniamin Netanyahu– que en un futuro próximo podría formar consorcio con Arabia Saudí, configurando un pivote regional capaz de disciplinar a todo Oriente Medio, incluido Irán, con el consiguiente control de la gran ruta naval entre Europa y Extremo Oriente. La transformación de la franja de Gaza en un resort turístico de lujo coronaría simbólicamente el nuevo emporio y los palestinos supervivientes acabarían deportados en Sudán del Sur o Somalia, arrabales del África oriental. Ese es el programa de máximos. Un programa brutal. Setenta mil personas masacradas, quizás más. Una oleada de indignación recorre el mundo.
La salvajada de Hamas el 7 de octubre del 2023 intentaba retardar el entendimiento entre Israel y Araba Saudí, dada la más que previsible represalia militar israelí. Esta ha sido mucho mayor de lo que esperaban. La represalia israelí ha consistido en una guerra regional a gran escala sin miramientos. Hamas yace bajo los escombros junto con miles y miles de víctimas civiles. Hizbulah ha sido derrotada en Líbano. Siria, disciplinada. Las instalaciones nucleares de Irán bombardeadas. Y el primer ministro yemení asesinado como castigo por el intento de bloqueo del estrecho de Bab el Mandeb. El canal de Suez ha perdido casi la mitad de su tráfico habitual en los dos últimos años, con la consiguiente merma de las tarifas que cobra Egipto. Parte del tráfico naval se ha desviado por el cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica), pero hay constancia de que las grandes navieras chinas han podido transitar por el mar Rojo con tranquilidad. Momento de tensa espera. Las compañías occidentales no quieren arriesgar y el encarecimiento de los seguros contribuye a mantener la ruta de Buena Esperanza, la vieja ruta de los navegantes portugueses.
El estrecho de Ormuz. Ormuz es la puerta que comunica el océano Índico con el golfo Pérsico, por el que se mueve entre el 15% y el 18% de la producción mundial de petróleo. Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudí, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán se reparten las orillas del golfo por el que navegaba Simbad el Marino. El emirato de Qatar es, además, uno de los principales productores mundiales de gas natural licuado (GNL). El bloqueo de Ormuz provocaría un fuerte colapso de la economía mundial, con especial repercusión en Europa y Extremo Oriente. Nunca se ha producido un bloqueo total de esa ruta, pero desde los años ochenta del siglo pasado, desde que Irán rompió con Occidente, esa amenaza aparece en todos los momentos críticos. Hace unos meses, Irán amenazó con cerrar Ormuz si Israel y Estados Unidos bombardeaban sus instalaciones nucleares. Estados Unidos atacó y Ormuz no se cerró. Irán evitó la guerra para proteger su orden interno.
Estrecho de Malaca. “Malaca es el centro del mundo”, solía repetir Josep Piqué, antiguo ministro de Asuntos Exteriores, un hombre que conocía muy bien la geopolítica. Por el estrecho de Malaca, entre la península de Malasia y la isla de Sumatra (Indonesia), circula el 30% del comercio marítimo global. Entre el 25 y el 30% del consumo mundial de petróleo pasa por ese largo canal. Unos 258 barcos al día. Malaca se halla en la esfera de Estados Unidos. La Armada norteamericana no patrulla sus aguas, pero el comando del Indo-Pacífico, con sede en Hawái, monitorea constantemente el principal estrecho del mundo. Si Malaca se cerrase, la economía china podría colapsar, razón por la cual Pekín lleva años buscando vías alternativas. El Ártico es la última de ellas.
Estrecho de Taiwán. La Tercera Guerra Mundial podría iniciarse en el estrecho de Taiwán, si no empieza antes en el mar Báltico. La República Popular China quiere celebrar el centenario de la revolución comunista de 1949 con la plena integridad territorial. La isla de Taiwán (Formosa en la cartografía portuguesa) fue el último refugio de las tropas nacionalistas cuando estas fueron derrotadas en el continente por el Ejército Popular de Liberación. La reivindicación de Taiwán es un factor de cohesión nacional cada vez más venerado por Xi Jinping, presidente de la República, secretario general del Partido Comunista Chino y presidente de la poderosa Comisión Militar Central. China dispone hoy de las fuerzas navales necesarias para la invasión y cada vez son más frecuentes las maniobras militares alrededor de la isla. Guerra de nervios. Puesto que Taiwán se halla bajo la protección de Estados Unidos, la invasión de la isla sería considerada casus belli por Washington, poniéndose a prueba la relación de fuerzas entre ambas potencias en el Pacífico. ¿Existiría la misma tensión si Taiwán no fuese un gran centro productor de semiconductores? TSMC, la principal empresa de semiconductores del mundo, se halla en la isla.
Estrecho de Bering. El pasado sábado, 20 de septiembre, el mercante chino Istanbul Bridge inauguró una nueva ruta comercial por el océano Ártico que pretende conectar los puertos de Quingdao y Shanghai con Felixstowe (Reino Unido), Rotterdam (Países Bajos), Hamburgo (Alemania) y Gdansk (Polonia). Cincuenta días por la ruta del canal de Suez, dieciocho días por la ruta del Ártico, transitable durante unos seis meses al año, hasta mediado el otoño. Nace la primera ruta regular entre China y Europa por el Ártico con el nombre de China-Europe Arctic Exprés. El Istanbul Bridge, barco portacontenedores de mediano tamaño, se dirige en estos momentos al estrecho de Bering, brazo de mar localizado en el extremo oriental de Siberia, que separa Rusia de Alaska, territorio del continente americano que el zar Alejandro II vendió a Estados Unidos en 1867. El estrecho de Bering debe su nombre a Vitus Bering, explorador danés al servicio del imperio ruso que lo cruzó en 1728. China y Rusia están consolidando una nueva ruta naval de gran importancia, razón por la cual Estados Unidos seguirá apretando las clavijas a Canadá y a Dinamarca (Groenlandia) para ganar presencia en el Ártico.
Canal de Panamá. Ya que hemos llegado al Atlántico, bajamos hacia el canal de Panamá, cuyo pleno control quiere recuperar Estados Unidos. Ideado inicialmente por Ferdinand de Lesseps, el ingeniero francés que construyó el canal de Suez, la obra fue culminada por Estados Unidos en 1914. “Let’s make America great again”. El primero en pronunciar ese eslogan fue el político republicano Ronald Reagan en 1980, criticando el tratado Carter-Torrijos que devolvía la soberanía del canal a Panamá. Este tratado fue un momento álgido de la doctrina del “poder blando” en Estados Unidos. Mejor seducir, que imponer por la fuerza. Mejor dicho: seducir e imponer por la fuerza cuando esta sea necesaria. La presidencia Trump ha cancelado el soft power y también está apretando las clavijas a Panamá, país que mantiene una vieja relación de amistad con China. El fondo de inversiones BlackRock y la naviera italo-suiza MSC han comprado a la naviera china Hutchinson, radicada en Hong Kong, la concesión de los puertos de Balboa y Cristóbal situados en ambos extremos del canal. Esos puertos no gestionan el canal, que está en manos de una agencia estatal panameña, pero la propiedad china de los mismos tenía un alto significado político. Washington presiona ahora porque los barcos de la Armada de los Estados Unidos pueden cruzar gratis el canal. Envío de fuerzas al Pacífico sin pagar. Una medida de ese tipo rompería la neutralidad del canal de Panamá (anexo de los acuerdo Carter-Torrijos), suscrita por 40 países del mundo, entre los cuales no figura China.
Estrecho de Gibraltar. Concluimos nuestro periplo en el estrecho seguramente más pacífico de todos los que hemos nombrado. El estrecho que separa Europa y África, una de las fronteras más dramáticas del mundo. La atribulada Europa y la inmensa África. Gibraltar. La bandera inglesa sigue ondeando en el peñón. La bandera española preside las ciudades norteafricanas de Ceuta y Melilla. En Ceuta, la primera bandera fue la enseña de los reyes de Portugal. Ceuta y Melilla son hoy territorio de la Unión Europea. Y Gibraltar se mantiene dentro del espacio Schengen de la Unión Europea, después de la salida del Reino Unido de la UE. Ese es el malabarismo que acaban de pactar los gobiernos español y británico, más la Comisión Europea, después de largas negociaciones. El Almirantazgo británico seguirá controlando en términos militares la puerta entre el Atlántico y el Mediterráneo, pero se abrirá la valla que separa Gibraltar del municipio español de la Línea de la Concepción. Libre circulación de personas y bienes. Un puerto entre dos mares (Algeciras) y un aeropuerto internacional (Gibraltar). Más competición con la otra orilla, en la que Marruecos ya ha conseguido que el puerto de Tánger Med lidere el tráfico de contenedores en el Mediterráneo. Están construyendo ahora otro puerto comercial en Nador, cerca de Melilla. Marruecos quiere envolver Ceuta y Melilla con una malla comercial próspera. En el estrecho de Gibraltar la lucha, por ahora, es comercial. Y las orcas jóvenes atacan a los veleros. Arrancan el timón y juegan con él.
