Yassine Kanjaa, el yihadista que dio de comer a las palomas antes de asesinar al sacristán

Asesinato terrorista en Algeciras

Una decena de testigos relatan cómo el acusado no se alteró en los instantes previos ni posteriores al ataque con machete de Diego, un sacristán al que confundió con el cura de la iglesia de Nuestra Señora de la Palma

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Yassine Kanjaa, el presunto yihadista que irrumpió con un machete al grito de Alá en dos iglesias de Algeciras (Cádiz)

ZIPI / EFE

Yassine Kanjaa se ha sentado hoy ante un tribunal de la Audiencia Nacional. Tres magistrados, presididos por Alfonso Guevara, serán quienes decidan si este joven marroquí pasará el resto de su vida entre rejas por asesinar a un sacristán de una iglesia en Algeciras el 25 de enero del 2023. Durante la primera sesión, han declarado, por videoconferencia, una decena de testigos presenciales que identificaron al acusado como la persona que asestó unos machetazos mortales a Diego Valencia.

La defensa de Kanjaa va a intentar librarle de la cárcel alegando como causa de los hechos la esquizofrenia que padece. El fiscal cree que este cuadro mental no le eximía de saber lo que estaba haciendo y por eso pide para él 50 años de cárcel aunque alguna de las acusaciones reclama prisión permanente revisable.

El detenido por el atentado de Algeciras, Yassine Kanjaa

Yassine Kanjaa tras su detención

Agencias

Kanjaa - que se encuentra ingresado en un centro psiquiátrico- ha presenciado los testimonios de quienes le vieron atacar al sacristán aunque probablemente ni se haya enterado de lo que han dicho. Al inicio de la vista, ha explicado en su lengua natal -con un traductor- que no habla el español. Ha escuchado los cargos contra él de pie, y cuando ha acabado esa primera parte se ha puesto la capucha negra de su sudadera y se ha sentado para dejar pasar la mañana. El joven está físicamente cambiado, con más peso, la barba más corta y otro tipo de corte de pelo.

El chico “tranquilo”

Mientras tanto, han ido desfilando los testigos. Han relatado la tranquilidad con la que el “chico” marroquí se acercó a Diego para atarcarle. Igual de tranquilo que llegó y le atacó, se marchó. Una de las testigos, la camarera del bar de al lado de la iglesia, explicó que una hora antes del ataque había visto a este mismo chico dando de comer a una palomas. Estaba tranquilo aunque había molestado a una compañera suya con algunas palabras en español.

Ese mismo joven que había estado en la plaza fue luego al que vio salir de la iglesia con un machete en la mano tras el sacristán. Era el mismo, con la misma túnica azul oscura. Ese mismo joven que llamó un rato antes “guapa” a su compañera, de repente apareció con lo que ella pensaba que era un “bate” o un “palo”. “Seguía a un hombre. Le vi caer. Le dejó en el suelo se fue andando para la carretera”, explicó.

Algunos, oriundos de Algeciras, han tenido que ser traducidos por una letrada que les acompañaba. Uno de ellos relató cómo este marroquí había montado una “pajarraca” en una de las iglesias y después comenzó el ataque.

Ninguno de los testigos conocía de antes a este joven. Había llegado seis meses antes a España. Se había instalado en Algeciras, donde mal vivía. Ese día, decidió acudir a la iglesia de San Isidro. Allí increpó a una persona. Después se fue al domicilio en el que vivía, apagó su móvil, lo guardó en un cajón, cogió un machete de grandes dimensiones y salió de nuevo a la calle vestido con una chilaba oscura.

En el camino se cruzó con el sacerdote que resultó herido más leve y le abordó por la espalda, “propinándole un golpe a la altura de la ceja derecha, rompiéndole las gafas, luego lo golpeó en el hombro”, como explica el fiscal en su escrito.

El sacerdote huyó y Kanjaa entró a la iglesia de San Isidro cuando se estaba oficiando misa. Se dirigió al altar y el sacerdote, Antonio Rodríguez, intentó salir por el pasillo central, pero el acusado le persiguió y le golpeó hasta que cayó al suelo. Ahí le asestó con fuerza un golpe con el machete en la nuca, hiriéndole gravemente.

Me quedé petrificada”

Testigo de los hechos

A continuación, el acusado se dirigió a la iglesia de Nuestra Señora de la Palma. Entró en el patio del templo y se encontró con el sacristán Diego Valencia. Kanjaa fue hacia él y comenzó a golpearle con el machete. 

Narcisa, una vecina que testificó, explicó cómo aquel día, con la misa ya finalizada, estaba en el patio con otras dos personas. “De repente llegó Diego corriendo y dijo que había alguien que estaba liándola grande en la iglesia y que llamásemos a la policía”, recordó.

Ella relata cómo ella estaba en medio entre el sacristán y el chico. Diego se puso una silla en la cabeza para protegerse. “Me quedé petrificada. Sonó algo metálico, con lo que golpeaba a Diego”. Después, un “tremendo silencio”. “No le escuché nada, ni respirar. No le vi ni alterado. Silencio. Ruido ninguno. Lo único que escuché fue el golpe”.

El cuerpo de sacerdote asesinado por Yassine Kanjaa en Algeciras

El cuerpo de sacerdote asesinado por Yassine Kanjaa en Algeciras

Agencias

Narcisa recuerda que estuvo a cinco centímetro del acusado pero pronto se dio cuenta que su fijación era Diego. Iba a por él. Varios testigos sospechan que se equivocó de objetivo. Al ver a Diego recoger los libros, velas, y demás, después de la misa, pensó que era el cura.

El sacerdote: “si me llega a identificar yo hubiese sido el objetivo”

El propio sacerdote, Rubén Vargas, lo reconoce así. “Vi el golpe de machete a Diego, y yo reaccioné saliendo corriendo. Vi una fijación por esa persona, como una presa, como un objetivo, que era Diego. No estaba nervioso (...) No me vio. Porque si me llega a identificar hubiera sido probablemente otro objetivo”, apuntó al tribunal.

Otra de las mujeres que estaba en el patio de la iglesia cuando entró Kanjaa era Josefa. “Diego pidió que llamase a la policía.  Salí corriendo porque estaban los niños en catequesis. Me fui para decirles que no saliesen, para que no les pasara nada”, recordó.

Durante su testimonio, esta mujer se quebró. “Diego era mi amigo”, dijo entre lloros. “Salió con una silla en la cabeza, pero en un momento que la bajó el chico cogió un cenicero y le dio en la cabeza. Luego salió detrás de él con el machete”, indicó.

Josefa dijo que temió por su vida. Pensaba que también le iba a matar a ella hasta que se dio cuenta que sólo iba a por Diego “porque pensaba que era el cura”. “Pasó por mi lado, vio a Diego, y ya fue a por él. Yo pensé que me mataba. Llevaba un machete.

Él estaba muy tranquilo. Cuando llegué a la plaza, Diego ya era un charco de sangre tendido y tenía la cabeza reventada”, lloró.

Ella ya no vio más. Del relato del fiscal se sabe que el sacristán salió de la iglesia, mientras el acusado le perseguía y le golpeaba con el arma hasta que cayó al suelo en el centro de la Plaza Alta de Algeciras. Ahí, el acusado le propinó “dos golpes fuertes con el machete, uno en el cuello y otro en la cabeza”, que le causaron la muerte. Se fue andando hasta que la policía le detuvo. Soltó el machete y se arrodillo. Uno de los agentes que declaró en este primer día de juicio explicó que intentó resistirse pero de poco le sirvió.

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