Cincuenta años después de la muerte del general Francisco Franco , la protesta popular obliga a dimitir a un gobernante negligente en España. La democracia vive. Esta es la primera lección de la tardía renuncia de Carlos Mazón a la presidencia de la Generalitat Valenciana después de doce meses de obstinada resistencia, tolerada, cuando no alentada por Alberto Núñez Feijóo .
Once manifestaciones desde noviembre del 2024. Sin esa persistencia habría triunfado el inmovilismo, y la jueza de Catarroja que instruye el caso habría quedado aislada. Los familiares de las víctimas y los demás afectados por la dana han demostrado un gran coraje cívico.
Mazón salta porque estaba poniendo en riesgo no solo al PP, sino a todo el sistema institucional
Estaba claro que el primer aniversario de la tragedia traía consigo una fuerte exigencia moral, que se puso de manifiesto durante los funerales del Estado celebrados el pasado miércoles, cuando familiares de los fallecidos abroncaron a Mazón en presencia de los Reyes y de las demás autoridades. En aquel momento se acabó la escapada.
El inmovilismo valenciano no podía poner en riesgo la legitimidad del cuadro institucional español en un tiempo histórico de grandes fragilidades. El Partido Popular no podía provocar esa tensión en las costuras del sistema. Cinco días después de los funerales, Mazón se va, dejando el desenlace de su dimisión en manos de Vox, puesto que el PP no es en estos momentos favorable a un adelanto electoral valenciano. El cuadro se halla en manos de Vox.
El drama de Valencia ha significado una verdadera crisis de Estado, unas de esas crisis que perforan el músculo social y trastocan su relación con la política y las instituciones. Paiporta, 3 de noviembre del 2024. No olvidemos esa fecha. Los Reyes, el presidente del Gobierno y el presidente de la Generalitat Valenciana, todo el escalafón institucional, abucheados por la gente, indignada por el fatal retraso de los avisos de alarma y por la tardanza en los auxilios. Les lanzaron barro, Pedro Sánchez fue agredido. Mazón se escondió detrás del jefe del Estado, que logró calmar un poco los ánimos dialogando con los congregados.
La remontada de Vox empezó con la dana y los incidentes de Paiporta. Volvió a crecer con el apagón eléctrico del 28 de abril, volvió a crecer con el encarcelamiento de Santos Cerdán (30 de junio), y volvió a crecer con las evidentes negligencias en la extinción de los incendios forestales de este verano en Castilla y León (agosto). España ha vivido en el último año una insólita cadena de desplomes que ha avivado la irritación, el desasosiego y la desconfianza.
Vox roza el 20% en los sondeos, convertido en el partido de Donald Trump en España y en el partido de los españoles que se sitúan más a la derecha y “enfrente”. Desde esa plataforma podría proceder a la captura estratégica del Partido Popular sin necesidad de superarle en número de votos. En la Comunidad Valenciana ya lo ha conseguido.
En estas circunstancias, el PP está efectuando ahora una maniobra que puede ser temeraria. Se está desplegando en línea: elecciones en Extremadura (diciembre), elecciones en Castilla y León (marzo), elecciones en Valencia si hay bloqueo (marzo) y elecciones en Andalucía (junio).
Los despliegues en línea, como quedó demostrado en la legendaria batalla de Trafalgar, son arriesgados. Si el adversario sabe concentrar su fuerza, puede romper toda la formación de combate.