De la memoria histórica al blanqueo

Especial 20-N | Revisionismo

¿Qué ha ocurrido para que más del 20% de los españoles crean que la dictadura fue positiva para el país?

GRAF8436 MADRID (Comunidad de Madrid), 21/8/2018.-Una persona despliega una bandera anticonstitucional en la esplanada del Valle de los Caídos. El Gobierno aprobará el próximo viernes un decreto que modificará la Ley de Memoria Histórica para permitir la exhumación de los restos mortales de Francisco Franco del polémico monumento que el dictador ordenó erigir. El ministro de Cultura y Deporte, José Guirao, confirmó hoy esa medida, aunque al tratarse de un decreto ley tendrá que ser validado por el Parlamento, lo que no ocurrirá al menos hasta septiembre.EFE/Mariscal

Una bandera franquista en el 2016 en el que entonces aún se conocía como el Valle de los Caídos y del que fue exhumado el dictador en el 2019.

Mariscal / EFE

Hace no muchos años, en condiciones normales, si en una conversación alguien atribuía a Franco el mérito de la modernización de España, de la creación de la Seguridad Social o del impulso a la clase media, la conversación habría terminado con un silencio incómodo y alguna mirada de reojo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, esos comentarios pueden encontrarse sin esfuerzo por todas partes en las redes sociales y en publicaciones y libros, en ocasiones éxitos de ventas. La última encuesta del CIS, incluso, señala que el 21,3% de los españoles cree que la dictadura fue “buena” o “muy buena”. ¿Qué ha ocurrido en las últimas décadas para que el franquismo haya obtenido tantos defensores?

La respuesta de los académicos consultados se resume en un mismo concepto que puede llamarse de varias formas, como desinformación, ignorancia o desmemoria, en especial entre los jóvenes. “Pero la desmemoria se construye”, afirma el historiador Julián Casanova. En su opinión, desde los años noventa, con la aparición de investigaciones sobre la represión franquista, se desencadenó el proceso de recuperación de la memoria histórica, que fue replicado por ciertos medios y autores adscritos a la ultraderecha. “La propaganda sustituyó al análisis histórico –continúa– y rescató del silencio en el que estaban desde la transición a quienes habían tenido vínculos ideológicos y sociales con la dictadura, que empezaron a difundir de nuevo la verdadera historia: que Franco y su dictadura resultaron beneficiosos para España”.

“La desmemoria se construye”, asegura el historiador Julián Casanova

Lo que parecía un debate meramente simbólico cobró otra dimensión cuando se produjo el ascenso de la extrema derecha. El catedrático de Ciencias Políticas Ignacio Sánchez Cuenca sitúa esa transformación en tiempos de la crisis catalana y el ascenso de Vox, pero los motivos no son coyunturales, sino que descansan en algo que permanecía larvado, el sustrato social del franquismo, que a la postre fue muy importante para que la dictadura sobreviviera cuatro décadas. “La transición cambió la política del país, pero la política muchas veces no tiene la capacidad de cambiar en profundidad la sociedad, de manera que las tendencias de fondo permanecen”, afirma. Y esas tendencias de fondo indican que la dictadura tenía un apoyo difícil de cuantificar, pero que, en su opinión, podría estar en torno a una tercera parte de la población.

Esa base es un caldo de cultivo para el revisionismo histórico del franquismo, un discurso que cala ahora particularmente entre parte de los jóvenes, por el distanciamiento temporal de los hechos y la falta de información. O, dicho de otro modo, por el exceso de desinformación.

Franco inaugurando el pantano del Ebro en agosto de 1952

La propaganda de extrema derecha presenta a Franco como un modernizador. 

SAMOT / EFE

Otro historiador, Nicolás Sesma, describe las técnicas que se han utilizado para propagar esa desinformación, en especial desde posiciones de la ultraderecha, expresadas en libros, pero también en las omnipresentes redes sociales. En primer lugar, se ha intentado atenuar las acciones del franquismo. “Como los crímenes no se pueden negar, se empieza por rebajar los números y se acaba diciendo que quien sufrió la represión es porque lo merecía”, explica antes de añadir un segundo aspecto, la rehabilitación de la figura de Franco como héroe militar antes de la Guerra Civil, en la guerra de Marruecos.

“Pero el argumento más inquietante, porque llega a un público más amplio y en especial a los jóvenes –indica– es que Franco fue el responsable del desarrollo económico”. Se asegura que con él todo el mundo tenía casa –se ignoran, por ejemplo, las chabolas– y se contrapone esa supuesta buena situación al problema actual de la vivienda, o bien se asegura que el coste de la vida era muy inferior al de hoy en día. “Todo esto son mentiras, pero tienen un eco muy grande en el presente, es una estrategia basada en la desinformación difundida a través de las redes sociales que persigue desacreditar la democracia y fomentar un sistema más autoritario”.

La propaganda de extrema derecha presenta a Franco como un modernizador

En su opinión, las campañas revisionistas no tienen como finalidad rehabilitar históricamente la dictadura o reivindicar su legado, sino que responden a objetivos del presente como los mencionados. Por tanto, solo se reivindican determinados aspectos concretos del franquismo, los que son útiles para esas estrategias. Desde el punto de vista de Sesma, es lo mismo que ocurre en otros lugares, como Francia, donde algunos sectores reivindican la figura de Pétain, o Italia, donde Mussolini concita un gran número de partidarios.

La socióloga Maite Aurrekoetxea coincide con Selma al señalar en un reciente artículo que “la explicación (de estos discursos) no está en el pasado sino en el presente”. Y los grandes destinatarios son los jóvenes, algunos de los cuales acaban suscribiendo la idea de que con Franco se vivía mejor, un tópico que, no obstante, forma parte de “una nostalgia que no es espontánea sino inducida”.

El Seat 600 fue un coche muy popular que puso a España sobre ruedas

El popular Seat 600 se convirtió en el símbolo por excelencia del desarrollo económico de los años 60 y del ascenso de la clase media en España. 

Archivo

Aurrekoetxea señala a La Vanguardia que los jóvenes tienen un enorme desconocimiento de la dictadura, no tanto porque no se hable de ella en la escuela, “sino porque no se ha transmitido la vivencia del franquismo y, por tanto, se han distanciado de su significado”. Según señala, en un momento de clara erosión democrática, la ultraderecha ha encontrado en el ámbito digital, que forma parte de la identidad de las generaciones más jóvenes, un nicho para penetrar evocando la imagen de orden y protección que supuestamente representó el franquismo. Y este tipo de formaciones políticas, asegura, “han venido para quedarse”.

¿El resultado? Según los datos del CIS, el 19,6% de las personas entre 18 y 24 años creen que la dictadura fue buena o muy buena, pero –un dato nada menor– en el caso de los hombres, esa cifra roza el 30%, mientras que en las mujeres queda por debajo del 9%.

¿Cuáles serán las consecuencias de este blanqueo? Julián Casanova destaca “la persistencia de la ignorancia, voluntaria u obligada; las cicatrices de las masacres y de la destrucción solo se curan con conocimiento documentado”, pero en lugar de eso, fluye la desinformación, que “es una lluvia fina destructora de la democracia. Y con miles de víctimas todavía en las ­cunetas”.

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