Giles Tremlett: “El franquismo no fue una ideología, fue un sistema de control”

ESPECIAL 20-N | ENTREVISTA

El hispanista es autor de 'Franco, el dictador que moldeó un país'

Entrevista al historiador y periodista británico, Giles Tremlett, excorresponsal del periódico 'The Guardian'

La biografía escrita por Giles Tremlett ahonda en cómo África y la guerra de Marruecos forjaron el carácter del dictador y cómo definieron el régimen.

Dani Duch

¿Un fascista o un autoritario sin ideología? ¿Un mediocre o un dictador brillante, como demuestra el hecho de que se perpetuara cuatro décadas en el poder? El hispanista Giles Tremlett (Plymouth, 1962) ha publicado recientemente Franco, el dictador que moldeó un país (Debate), una biografía que trata de desmontar algunos de los mitos sobre el Generalísimo . Tremlett señala que el franquismo tenía como objetivo crear una sociedad acrítica dominada por la apatía, y que algunos de los efectos de su estrategia aún se notan hoy.

¿Quién fue Franco?

Ante todo fue un reaccionario español que se veía a sí mismo como el redentor. Su manera de pensar era producto del trauma postimperial, pues la pérdida de Cuba impactó de forma directa en su entorno. A ello se suma haberse criado en una casa que era reflejo de las dos Españas, con una madre muy conservadora y un padre liberal. Tan liberal que la abandonó y se instaló en Madrid con su novia. Otra clave de su carácter es que formó parte de los africanistas, un grupo que era casi como una secta dentro del ejército. Se creían el ejemplo a seguir porque estaban dispuestos a morir por la patria. La idea se completaba con que los españoles se habían perdido y aunque se podían reencaminar necesitaban un liderazgo duro. Ese es el esquema que luego aplicaron al pueblo español, un marco en el que la guerra actuaba como purificadora, porque a España había que purgarla de sus males. Franco creía que había que borrar el siglo XIX de la historia del país, puesto que fue entonces cuando se contaminó de conceptos extranjeros, como el liberalismo o la masonería.

Un Franco reaccionario es lo opuesto a fascismo italiano o nazismo, que se presentan como revolucionarios.

El fascismo es un concepto moderno que mira al futuro. Ser reaccionario es de algún modo, lo contrario, es mirar hacia atrás. De todas formas, no hay ideología en Franco. El franquismo no es una ideología sino un sistema de control social; por eso, puede cambiar en su forma política y perpetuarse. Ese control se ejerce primero con el miedo y la violencia de la posguerra y también mediante otros mecanismos, como la vigilancia de la prensa o, claro, el sistema educativo y la Iglesia.

“Franco no fue un mediocre, no lo podía ser y permanecer 40 años en el poder”

¿Esa no ideología es clave de la longevidad del régimen?

Sí, porque le permitió cambiar sin modificar su proyecto político. A menudo se dice que Franco era un mediocre, pero mucho no lo debía ser para mantenerse cuatro décadas en el poder. Él no venía de una familia de mediocres y su hermano, Ramón, fue incluso un gran aviador y una figura mundial. Quizás era mediocre en lo intelectual, pero en lo demás no: no lo era en ambición y no lo era incluso por los conocimientos recibidos de su padre. Creo, además, que el sistema educativo en el que se movió fue ventajoso para él. Y tampoco era mediocre respecto a su ambición.

Y siempre tuvo suerte.

Sí, mucha suerte, como con la muerte de Sanjurjo u otras cosas que le dejaron el camino abierto. O cuando, justo tras la Segunda Guerra Mundial, al dictador le podía haber ido muy mal por cómo quedó el régimen desde el punto de vista internacional, pero en los años cincuenta volvió a tener suerte con la guerra fría y el interés de EE.UU. en un frente anticomunista.

A menudo se pasa por alto la base social que lo apoyaba.

Eso es importantísimo, aunque el apoyo social es difícil de medir, porque el régimen no permitía que se hiciera pública la discrepancia. Pero lo que sí se puede suponer es que si alguien vivía en, por ejemplo, Galicia, donde la Guerra Civil duró una semana, a lo mejor vivió perfectamente bien durante el franquismo, y si esta persona era religiosa y pensaba que las cosas verdaderamente importantes para él estaban amenazadas por la República, entonces veía bien el régimen.

“El régimen perseguía tener un país acrítico sumido en la apatía”

En su libro dice que Franco se propuso moldear la sociedad. ¿Cómo marcó el franquismo a la España actual?

Cuando se habla de moldear en estos términos se piensa en la Iglesia o en la política, pero para mí es mucho más importante que persiguió la apatía de la población, y esa apatía va acompañada de una actitud acrítica. Y lo logró. Eso es muy difícil luego de modificar; puedes cambiar el sistema político de la noche a la mañana, que es casi lo que se hizo con la transición, pero lo que no se puede es cambiar una manera de ser. El franquismo sociológico, creo que, en el fondo, es fruto de esa apatía. Esa visión acrítica de la que hablaba antes hace que se haya aceptado que la transición fue muy potente y se hizo desde abajo. Pero hay otra manera de analizar la transición. Se podría interpretar que fueron las élites las que lo cambiaron todo y que el cuerpo social, como estaba habituado a obedecer, también dijo que sí a un Suárez y a un Juan Carlos. Esa versión de la transición no es muy bien vista, pero creo que es una parte muy importante de lo que pasó.

Hoy hay poco conocimiento respecto al franquismo. ¿A qué lo atribuye?

Creo que hay dos sentimientos. El primero es el miedo, que desembocó en el pacto de silencio de la transición, un pacto que a lo mejor fue hasta útil al principio, pero que luego cogió una inercia innecesaria. Esa inercia es la que hace que luego no se enseñe qué fue el franquismo en los colegios, pero no se puede explicar la historia de España sin el franquismo. El segundo sentimiento es la vergüenza de tener que aceptar que un tipo que es un mediocre intelectual, pero no en lo demás, pudo mandar sobre el país tantos años.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...