Vox no es ni se comporta como Ciudadanos (Cs). El Madrid D.F. debería abandonar cualquier esperanza de lo contrario. Cs siempre nos remitió al pasado, al viejo bipartidismo en los momentos decisivos. Nunca al futuro. A su gran resultado de diputados de abril del 2019 (57 Cs versus PP 66) le faltó para su continuidad dos principios: ideas más que ideologías y personas más que partidos. Si los hubieran aplicado en todos los pactos postelectorales, habrían viajado al futuro. Su razón de ser era el reemplazo al bipartidismo. Pero al comportarse según lo esperado por el viejo bipartidismo, la cosa acabó en trauma al no pactar con el PSOE dónde debía haber cambio. Se trataba de agrupar a España y no de liderar la derecha. Queriendo lo segundo, murió aquel extremo centro que tuvo condición de posibilidad real de emular el éxito a la UCD de Adolfo Suárez . El voto protesta frente al bipartidismo-sistema continuaría su camino. Dejando el camino libre a Vox para su crecimiento hasta hoy, con una diferencia: Vox no era Cs.
El actual Vox no es ya tampoco el Vox de la foto de Colón. Es más temible porque remite a un futuro que no hemos visto aún en España: al autoritarismo en plena democracia. Esa es un rasante muy diferente a las estrategias electorales de nuestras derechas en los últimos 50 años.
El PP ya ha sido capturado por este claroscuro, el siguiente solo puede ser el PSOE
Los hitos estratégicos mandan en España a la hora de que la oferta conecte con la demanda. La moción de censura de Felipe González fue uno de eso grandes hitos de los ochenta, más que el referéndum de la OTAN. El “ni tutelas ni tu tías” de Fraga a Aznar , también lo fue, porque allí estuvo la base del reagrupamiento de las variadas derechas autónomas con un PP naciente que insuflaba orgullo y nervio ante la apisonadora PSOE. No había ya muro en Berlín y aquel Aznar lideró la maximización de la Loreg desde la oposición, reagrupando a todas sus derechas autónomas (estatales y regionales) a principios de los noventa siendo un “atrapalotodo”. Preparando al PP para el gran ciclo del bipartidismo. Desde el Congreso de Sevilla hasta la dulce derrota socialista en abril del 1996, para, una vez victorioso, pactar con las derechas plurinacionales, antes nacionalistas y llegar a la Moncloa constituyendo la derecha plural, un espacio político que hoy llora en silencio en España porque no tiene a nadie quién la escriba.
Reagrupamiento: aquel concepto llevó al PP de la minoría a la mayoría absoluta del año 2000. Dando sentido a su estrategias clásicas y a su ganar y gobernar. Pero ese motor ya no vale para el Mercedes-PP. Oficialmente llegó a su fin con la ruptura de los gobiernos autonómicos PP-Vox en 2024. Ahí Feijoó creyó tener atado a Vox como partido subalterno, como derecha autónoma de los ochenta, como sería después ese Cs con las alas de Ícaro. Nada que ver. Desde entonces el PP no da con la tecla cometiendo el mismo error que Cs en los momentos decisivos. No apuesta por ser una derecha democrática como Merz , prefiriendo la nostalgia del pasado. Volvemos por ello, casi un año después de esa ruptura, a los mismos síntomas del claroscuro gramsciano que surfeamos desde 2014 tras la abdicación del rey Juan Carlos , la caída del bipartidismo, el desprestigio de la clase política, la quiebra del orden territorial y el conflicto generacional. Actualizado en el 2025 con la triada energía, vivienda e inmigración en un nuevo “momentum antipolítico”.
Abascal y Rivera, en la foto organizada por las derechas en la plaza Colón
El 23-J falló el reagrupamiento, y en las siguientes generales también ocurrirá. El PP ya ha sido capturado por este claroscuro, el siguiente solo puede ser el PSOE, que necesita a su izquierda a un partido con 3 millones de votos. Un Vox con 74 escaños ya está impidiendo a la izquierda en su conjunto que se acerque al resultado de hace dos años. No olviden que Podemos, con la transversalidad de sus inicios, llegó a recibir, en las encuestas del CIS del PP, un porrón de votantes populares del 2011, tantos como veremos de PSOE a Vox en los próximos meses: 300.000. Quien continúe anclado, por tanto, en la aritmética del reagrupamiento caerá capturado. Vox no es Cs. Y va a por todos. Escuchen bien: hubo un tiempo en el que insistíamos en que “el centro no existe, sino las causas”. Quedó demostrado. Hoy les decimos: “El voto útil no existe”. Esto es política al por menor. Voto a voto. Abandonen la nostalgia y disputen el futuro a Vox. Los menores de 45 se conquistan uniendo generaciones. Para vencerles, la nostalgia debe transformarse en esperanza, y el futuro, en confianza y servicio público.
Next week
De la moción al quiebro
Todo cambió cuando Abascal hizo salir a los suyos de Vox de todos los gobiernos autonómicos. Es el quiebro estratégico más importante de la política española desde la moción de censura del 2018, al situarse enfrente como Podemos en el 2014, pero, sobre todo, al tapar el surco de Aznar –el centroderecha y el reagrupamiento– para abrir otro surco, el autoritario. Hubo un tiempo en el que las derechas autónomas se aglutinaban en el PP, pero hoy solo hay derechas autoritarias. Dos conceptos con el prefijo auto, pero que están en la antítesis uno del otro.
El ojo de halcón
Factor aglutinante
Venimos insistiendo en esta sala de guerra sobre la importancia del chasis electoral y de disponer de un factor aglutinante. Solo hay dos opciones, en este momento: o el chasis plurinacional por el que el PSOE basó en el 2018 la moción (autónoma y estratégica) de censura y que provocó que fluyeran las transferencias de votos plurinacionales y de izquierda hacia el vigente presidente del Gobierno. O el chasis autoritario donde Vox se situó en julio del 2024 para que la transferencia del PP empezara a fluir a su favor. La foto de Colón hoy es vieja y raída.