Junts y la nostalgia

SIN PERMISO

Junts y la nostalgia
Senior Editor

El 25 de julio de 2014, a las 8 de la mañana, Jordi Pujol telefonea a Artur Mas. “Nos hemos de ver con urgencia, ahora”. Mas va a anunciar ese día que Josep Rull será el coordinador general de Convergència en sustitución de Oriol Pujol, encumbrado dos años antes e imputado en la trama de las ITV. Todo se desmorona. El partido hegemónico durante 23 años de gobierno en Catalunya y de influencia en la política española, ya no pasaría del fundador a su hijo. Pero eso no era nada comparado con la bomba que estallaría en unas horas, cuando el patriarca desvelara el dinero sin declarar que la familia tenía en Andorra. A los pocos días, Mas le comunica que será desposeído de la condición de “ molt honorable ”.

En su confesión, Pujol no dice cuánto dinero está depositado en Andorra y lo atribuye a una “ deixa ” del abuelo Florenci que no fue puesta a su nombre para garantizar el bienestar de la familia si fracasaban las aventuras políticas del padre. Pero Pujol admite que no hay ningún documento que avale que se trata de una herencia. Eso convierte la confesión en papel mojado políticamente y supone su defenestración. Mas consideró siempre que ahí empezó el declive, que fue un punto de inflexión para el partido, por entonces ya inmerso en el procés. Lo cierto es que el resultado de las elecciones de 2012 ya había bajado respecto al 2010, en una campaña marcada por la crisis y la interferencia de las cloacas del Ministerio del Interior. En todo caso, la confesión de Pujol abrió un melón del que muchos se arrepentirían: el de la llamada refundación, con cambio de nombre y plagada de vaivenes tácticos e ideológicos.

Los afines a Puigdemont ven indispensable que vuelva ya y tome las riendas de la oposición a Illa

Desde entonces, y conforme ese espacio político ha ido perdiendo poder institucional, los nostálgicos del pujolismo que han intentado volver a los orígenes se han ido sucediendo y todos han sido barridos, a veces por las urnas y otras por Carles Puigdemont, sucesor de Mas. En los últimos años, Pujol ha reaparecido en la vida social catalana, acompañado casi siempre por su hijo Oriol, en un intento de rehabilitar su figura y legado político, algo que iba surtiendo efecto. El juicio a la familia por supuesta corrupción que mañana comienza truncará ese proceso. Pero no son pocos en Junts y en la política española los que añoran un liderazgo fuerte, pero habilidoso, que negocie con pragmatismo y sea capaz de insuflar autoestima al votante sin alentar frustraciones.

Pujol ha hecho gestos de distancia respecto de Junts. Por ejemplo, asistió a la firma del Pacte per la Llengua por parte del PSC, ERC y los Comuns, que Puigdemont rechazó. Aunque ha sido prudente en público, sus opiniones en asuntos como la inmigración difieren de las que exhiben los herederos de su partido. Pujol nunca se afilió a Junts, como tampoco lo ha hecho Mas. Para quienes sí dieron ese paso, pero aún tienen el pujolismo como referencia, lo que menos entienden de la estrategia de Puigdemont es la pérdida de la vocación de gobierno. Convergència fue siempre un partido de poder, que aspiraba a aplicar sus políticas, y para ello hoy es preciso alcanzar acuerdos. No ven futuro a la mera confrontación, sea en Catalunya o frente a Pedro Sánchez. No se sienten a gusto en un partido protesta.

FOTO ALEX GARCIA EL EXPRESIDENT DE LA GENERALITAT JORDI PUJOL REAPERECE EN UN ACTO PUBLICO SOBRE EL FUTURO DE EUROPA CON LOS EXPRESIDENTES ARTUR MAS, QUIM TORRA, Y CARLES PUIGDEMONT EN PANTALLA. ORIOL JUNQUERAS Y VICTORIA ALSINA 2022/02/21

Puigdemont, Pujol y Mas, en un acto sobre el futuro de Europa en 2022

Àlex Garcia

Otros son menos nostálgicos, pero echan en falta directrices más claras, tanto en el discurso como en la elección de liderazgos. Quieren saber, por ejemplo, quién encabezará la lista por Barcelona y si Puigdemont será o no el candidato a la Generalitat. Los incondicionales del ex president también andan algo inquietos, ya que son conscientes de que necesitan que su líder vuelva cuanto antes para tomar las riendas del partido sobre el terreno y se erija en jefe de la oposición a Salvador Illa. Para éstos, el espacio que un día ocupó Convergència ya no existe, ya que la política se ha radicalizado. Sin embargo, tampoco encuentran la fórmula para combatir el auge de Aliança Catalana.

Junts ha sufrido la pérdida de casi todo su poder institucional y se encuentra desde hace tiempo en una situación insólita: la de disponer de un líder incontestable por la épica independentista que lo rodea, pero que no puede ejercer su función como el resto desde la distancia. Su regreso, si se confirma para el primer trimestre del 2026, abrirá una etapa decisiva para los herederos de Convergència mientras los jueces escudriñan sobre el pasado de quien fue uno de los políticos más influyentes surgidos en Catalunya en esta democracia que ahora cumple 50 años.

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