La política también tiene su temporada alta de compromisos. Y este mediodía en el Congreso de los Diputados ha destilado un ambiente parecido al de una comida de empresa navideña. De esas que transitan entre la cortesía y la resignación de los convocados y en las que cada grupo entra al local aferrado a los suyos para evitar mezclarse con otros departamentos. Los de zapatería no se ajuntan con los de ropa de caballero. El resultado fue una cita más cercana al trámite que a la celebración, marcada por la confrontación que congela la vida política desde el inicio de la legislatura y que ni unos ni otros logran deshacer. Ni siquiera para honrar una Constitución que este 2025 ha cumplido 47 años.
Así, al filo del mediodía, han aparecido la comitiva del PP. El jefe de departamento, Alberto Núñez Feijóo, encabezó un pelotón bien reconocible en el que se encontraban algunos de sus líderes territoriales: Jorge Azcón, Fernando López Miras, Juan Manuel Moreno Bonilla y el recientemente elegido presidente de la Comunidad Valenciana, Juanfran Pérez-Llorca.
Solo faltaba Isabel Díaz Ayuso, quien se había adelantado para asegurarse un hueco ante el micrófono desde donde trató de minimizar el escándalo sanitario del hospital de Torrejón. Una crisis abierta tras los audios revelados por El País en los que se escucha a Pablo Gallart, CEO del grupo Ribera Salud, pedir a sus directivos y empleados que tiren de “imaginación” para hacer subir las listas de espera y engordar así los beneficios del negocio privado de la Sanidad.
Ese movimiento de la presidenta madrileña ha obligado a la delegación del PP a esperarla unos minutos, como quien mata el tiempo en el portal mientras llega la rezagada del grupo. Pero la escena no pasó de la anécdota porque en el otro extremo del patio de Floridablanca –entre los dos edificios del Congreso– hacía lo propio la comitiva de Sumar. En su caso, era la ministra de Sanidad, Mónica García, la que hizo esperar a la delegación plurinacional, con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, a la cabeza, para darle la réplica a Ayuso desde el mismo micrófono.
Feijóo y Ayuso hablan en un aparte en el salón de los pasos perdidos del Congreso en la fiesta de la Constitución
Sin desmerecer la cortesía, cada grupo político fue con los suyos, sin mezclas
Una vez acomodados todos los invitados en el Salón de los Pasos Perdidos, el ambiente ha replicado las particiones naturales de cualquier fiesta corporativa, con cada cual con su gente. Incluido el jefe de departamento del PP, quien tuvo unas palabras con su empleada estrella, Isable Díaz Ayuso, al fondo de la sala, aunque con un con semblante serio que no pasó desapercibido.
El tentempié, servido de pie, desbarató cualquier intento de mezcla transversal. El cóctel ni mezclado ni agitado, eso es cosa de otros tiempos.
Así que este mediodía nadie ha cruzado la frontera ideológica para conversar con los de enfrente. De forma que las bandejas pasaban y las copas se llenaban, pero los corrillos permanecían intactos.
En este ambiente ha destacado la ausencia del president de la Generalitat, Salvador Illa, presente el año pasado pero que excusó el viaje para gestionar la crisis porcina desatada en Catalunya. Illa ya es el epidemiólogo jefe. Tampoco aparecieron los representantes de Junts, ERC, BNG, PNV, EH Bildu ni Vox. Como esos delegados territoriales que declinan la comida de empresa porque no están para celebraciones, cada uno alegó sus propios motivos para ausentarse.
Ministros y líderes territoriales optaron por ver, cumplir, y salir pitando
Otros, en cambio, optaron por el cumplimiento mínimo. El ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres; el de Justicia, Félix Bolaños; o el alcalde madrileño, José Luis Martínez-Almeida, ejercieron de invitados que fichan, saludan y escuchan el discurso de la dirección, ayer la presidenta del Congreso, Francina Armengol. Pero todos ellos se han marchado sin apenas catar el jamón. Lo justo para evitar que Recursos Humanos —o la prensa parlamentaria— tomara nota de una inasistencia injustificada.
Tan rápido han salido algunos invitados que los servicios de la Cámara optaron por reducir el ritmo de salida de bandejas y dar paso a la copa de cava institucional pese a que ayer escaseaban las ganas de brindar con el de al lado.