En un día de la Constitución atípico casi nadie recordó curiosamente la amnistía, el eje que desbloqueó esta legislatura. Y eso que la amnistía es, si se transforma en motor plurinacional, el único instrumento que podría frenar en España el factor autoritario que quiere cap turar nuestra democracia. Recordemos que la ley de Amnistía fue votada favorablemente por 40 de los 48 diputados que eligió Catalunya el 23J. Más de un 80% de diputados que representan un 72% de los votos válidos emitidos con una participación cercana al 65%. Un rango de porcentaje, entre el 70% y el 80%, muy parecido al que en las diferentes oleadas del CEO del año 2015 se mostraba favorable a la celebración de una consulta para determinar el estatus político de Catalunya con respecto a España; o también a la suma de los votos que recibieron en las últimas catalanas de mayo del 2024, PSC, Junts, ERC, Sumar, la CUP y AC. Una amnistía, ahí lo tienen, no sólo social, sino motor de una política de convivencia plurinacional que dibuja a España como realmente es: un estado plurinacional del sur de Europa.
Es importante recordar que este factor plurinacional, que tanto y tan diverso aúna a falta de estabilizadores en España y en otras democracias, emergió mucho antes, en concreto, durante la caída misma del bipartidismo tras la mayoría absoluta de Rajoy y la quiebra del orden territorial del Estado de las Autonomías, con la sentencia del TC sobre el Estatut, en 2010, y el arranque del procés en las vísperas de las elecciones anticipadas por Mas, en 2012. Hubo que esperar hasta la moción de censura en 2018 para visualizar por primera vez el motor plurinacional como factor organizador de una mayoría transversal y periférica que ha permitido desde hace siete años y medio políticas hacia el reencuentro total en España.
Un encuentro de Sánchez con Puigdemont es el aceite que se necesita cuando la gasolina está seca
¿Y dónde estamos ahora? No hablamos ya de la Catalunya que se sentía amenazada por una sentencia del Tribunal Supremo o la aplicación del artículo 155. Ese tiempo pasó, pero sí afirmamos que una parte muy mayoritaria de la sociedad catalana sigue percibiendo que su identidad está en clara regresión. Eso es precisamente lo que está en la base del fenómeno autoritario y el éxito de AC. Conectando esa regresión, como en Francia, Italia o Alemania, con la inmigración, sintiéndose también esos efectos en una Barcelona que es capital del mundo global pero no capital catalana asequible para los catalanes sin vivienda.
Catalunya padece, cómo no, todos los fenómenos económicos y sociales asociados a este cambio de época marcado por la regresión identitaria y el repliegue ante la globalización. Ahí reside el porqué del auge del factor autoritario a lomos de AC y la clave, si me lo permiten, que hay que interiorizar para ganarles en las urnas. Y eso sólo es posible si se ofrece otro revitalizador identitario: el factor plurinacional. Resolviendo la convivencia de una identidad en regresión, incluyendo aquí también la de España con un Estado de las autonomías que no organiza la convivencia. Tampoco en las autonomías PP-Vox en las que se promueven un carrusel electoral creyendo que así es como se resuelve una crisis de modelo a través de caucus de la derecha y después, si toca, abstenciones del adversario político.
Pedro Sánchez, el sábado en el Congreso de los Diputados
No atender a esta razón que estuvo detrás de la censura, la plurinacionalidad, simplificar la amnistía a utilitarismo, o reducir la misma esencia de la actual mayoría de la investidura a una mera negociación por un techo de gasto o senda de déficit, un presupuesto o una ley, es minimizar un modelo de convivencia plurinacional y vaciar una idea poderosa de España. Y es dónde todavía estamos. Me sangran los dedos tras haber escrito, al menos, 24 artículos sobre los beneficios de la plurinacionalidad, a izquierda y derecha, así como los de la propia ley de amnistía desde la misma noche electoral del 23J.
Tras dos años está bien reconocer los incumplimientos. Incluso válido para una legislatura ordinaria pero no para la legislatura de la ley de Amnistía. Pronto Puigdemont paseará por las calles de Girona. Pero si se quiere construir un momentum en torno a la amnistía como motor plurinacional, un encuentro del presidente Sánchez con Puigdemont, mucho antes, es el aceite que se necesita cuando la gasolina está seca. La amnistía no es por interés sino por convicción. Y la plurinacionalidad no es ningún artefacto de laboratorio, sino el chasis y el factor ganador.
Next week
Caucus de la derecha
Uno, a Sánchez se le echa mediante una moción de censura o por ganarle unas generales, no convocando unas autonómicas; dos, en España no hay una ultraderecha en el 20%, es el factor autoritario el que está en el 20% (hoy Vox). Meloni, por ejemplo, no es ya ultraderecha aunque provenga de los posfascistas italianos, sino “reemplazo” de la Democracia Cristiana; y tres, en los caucus de la derecha, habrá menos votos en su conjunto para el bipartidismo –ya veremos escaños–. Habrá caída de la participación al no concurrir con municipales.
El ojo de halcón
Plurinacionales autoritarios
La irrupción de los plurinacionales autoritarios, AC, lo está cambiando todo, porque, si no se frena con una estrategia ganadora, la aritmética resultante de su éxito empezará a quebrar mayorías conocidas tanto en Catalunya como en el resto de España. Hay quién se frota las manos con el crecimiento de AC como factor desestabilizador de esas mayorías, del mismo modo que hay quien ve en VOX una formación que hace pinza con el PSOE para perjudicar al PP. Nada que ver. Estas lindezas tácticas llevan al mismo punto: la izquierda en la oposición.