El crecimiento descontrolado del factor autoritario podría situar a España en una excepción que ni tan siquiera podríamos llamar ibérica. Podría ser el único país de los grandes de la UE que tendría un peón de Trump, Santiago Abascal, de vicepresidente de un Consejo de Ministros. Descontamos a Italia, porque insistimos en que Georgia Meloni, si bien conecta con las derechas autoritarias o patrióticas, como dice la Casa Blanca, hoy la italiana es
un reemplazo de la vieja Democracia Cristiana, más que un émulo de Trump.
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