Julio Iglesias se retira de forma definitiva. Según aseveró recientemente el periodista Carlos Herrera en COPE, su salud se resiente. “Tiene un osteoblastoma en la columa”, concretó. De ahí que el artista, de 81 años de edad, ponga fin a toda una vida sobre los escenarios. Una vida poniendo voz a canciones tan míticas como Hey, Soy un truhán, soy un señor o Me va, me va. Esa vida llena de éxitos en la industria musical que se hermana con sus triunfos –y fracasos– en lo sentimental. Porque más allá del trabajo, es evidente que el relato del madrileño no se entendería sin revisar sus aventuras y desventuras amorosas. Con Isabel Preysler siempre presente en ese listado.
Fue él el primer gran amor de la que al tiempo se convertiría, a ojos de la crónica social y sus lectores, en la ‘reina de corazones’. Título que vendría de la mano con otras tantas parejas muy conocidas en la esfera pública, pero siempre precedidas por su mediático romance con el padre de sus tres hijos mayores. De Chábeli, Julio José y Enrique. Una familia de anuncio que quedó disuelta en el momento en el que Julio e Isabel partieron peras. Se divorciaron en el año 1978, siete después de pasar por el altar. El final de su historia. Pero, ¿cómo fue el principio?
 
            La boda de Julio Iglesias e Isabel Preysler el 29 de enero de 1971.
Eventos de la alta sociedad
Las fiestas de la capital propiciaron su romance
A pesar de que ha pasado ya mucho tiempo desde que la socialité hispanofilipina y el cantante rompieron, la historia de su idilio sigue suscitando mucho interés hasta el día de hoy. No en vano se dice que fue Preysler quien inspiró a Iglesias para las letras de algunos de sus temas más conocidos –y románticos–, que no es poca cosa. Precisamente por eso, a pesar de que ambos hayan pasado por el altar otras veces, las preguntas siguen en el aire. Y Pablo Motos, durante la visita de Isabel a El Hormiguero el pasado 2023, no desaprovechó la oportunidad de despejar algunas dudas.
 
            Isabel Preysler en 'El Hormiguero'.
Cuestiones sobre el principio de su noviazgo, que en temporalidad coinciden con los primeros años en los que la madre de Tamara Falcó pasó en España. Preysler aterrizó en Madrid en 1968 dejando atrás su Manila natal para instalarse en casa de sus tíos Teresa Arrastia y Miguel Pérez Rubio. Sin saber, claro está, que en muy poco tiempo se convertiría en una de las celebrities más reputadas del país. Todo a raíz de su presencia en fiestas de la alta sociedad de la capital. Eventos propicios para que Julio Iglesias quedase prendado de su belleza y su recatada personalidad.
Para precisar, sería en una fiesta organizada Tomás Terry Merello en la Casa de Campo de Madrid donde se dio la génesis de su amor. Bien, cabe destacar que, a diferencia de lo que desde un tiempo atrás se había venido asegurando, en realidad no tuvo lugar su primer contacto en la celebración como tal. De hecho, al lugar llegaron montados en el mismo coche. ¿El motivo? Una encerrona a raíz de que, tal y como contó la propia Isabel, “Julio tenía otro amigo que se llamaba también Julio –de apellido Ayesa– y llevaba llamándome desde enero porque él quería conocerme después de verme en una fiesta de Juan Olmedilla, que era el dueño de La Boite”.
No se lo esperaba
Isabel se presentó a Julio dentro de un coche
Y cómo de caprichoso puede llegar a ser el destino que por Ayesa acabó la ex de Mario Vargas Llosa enamorándose de Iglesias. Además, de una forma absolutamente fortuita, porque ella iba tranquilamente junto a sus amigas de camino a la velada, cuando al pasar por el paseo del Pinto Rosales se dieron cuenta de que el artista del momento estaba allí. “Mira quién está allí, Julio Iglesias”, recordaba que dijeron Isabel en el espacio de Antena 3. “Nos tocan la ventanilla. ‘Abrid, abrid, ¿dónde vais?’, y respondemos: ‘A la fiesta de Tomás Terry”, prosiguió relatando, para después exponer que les contestaron “Nosotros también. ¿Por qué no venís una en el coche con nosotros? Que venga Isabel”.
 
            El cantante Julio Iglesias contrae matrimonio con Isabel Preysler en la Iglesia de la localidad de Illescas en Toledo.
E Isabel fue. “Me echan del coche, se mete Julio –Ayesa– y me encuentro con Julio –Iglesias–. Me meto y le digo ‘hola, soy Isabel’, y me dice ‘hola, soy Julio”, rememoraba sobre aquel primer contacto que acabaría en matrimonio en enero de 1971. “Así nos conocimos. Fuimos a la fiesta, se quedó conmigo toda la noche y me llevó a casa después”. El comienzo de un camino juntos del que ahora queda una amable amistad, y el recuerdo de aquel “encanto brutal”. El que cautivó a Isabel y, sin saberlo, fue piedra angular para convertirla en el icono rosa que es hoy día.

