El éxito puede ser un arma de doble filo. A veces, alcanzar la cima no significa disfrutar de la vista, sino lidiar con el vértigo de mantenerse ahí. En el mundo del turismo, el fenómeno es cada vez más evidente: ciudades que han trabajado durante años para atraer visitantes ahora se ven obligadas a repensar su estrategia porque, simplemente, han tenido demasiado éxito. Demasiados viajeros, demasiadas fotos, demasiadas colas. Y cuando los propios habitantes empiezan a sentirse como figurantes, llega el momento de frenar.
Dubrovnik, una ciudad croata bañada por el Adriático y famosa por sus murallas medievales, es un claro ejemplo de este dilema. Durante décadas fue un destino apreciado, pero sin excesos. Luego llegó Juego de Tronos, y con la serie, una avalancha de turistas ansiosos por recorrer las mismas calles que pisaban los personajes de la exitosa producción de HBO.

Las murallas, convertidas en todo un símbolo, rodean Dubrovnik
En poco tiempo, el centro histórico se llenó de hordas de visitantes, las playas quedaron abarrotadas y los cruceros comenzaron a desembarcar pasajeros en cantidades imposibles de gestionar. El encanto de la perla del Adriático seguía intacto, pero el día a día de quienes vivían allí se transformó en una pesadilla de la que querían escapar.
Turismo con moderación
Cuando el éxito pesa… ¡y hace ruido!
El Ayuntamiento tomó cartas en el asunto con la iniciativa Respect the City, un programa que busca equilibrar la presencia del turismo con la calidad de vida de los residentes. Dentro de las medidas, una en particular ha llamado la atención: la prohibición de arrastrar maletas con ruedas en el casco antiguo.
Esta es la medida que se ha tomado como respuesta a las constantes quejas por el ruido que generan al moverse sobre el pavimento histórico. En palabras del alcalde Mato Franković, recogidas por National Geographic, el plan incluye la creación de un servicio de traslado de equipaje que permitirá a los viajeros dejar sus maletas antes de entrar al centro amurallado, con un sistema de entrega directa en los alojamientos. Otra opción es cargar con ellas a pulso.

Turistas arrastrando sus maletas por las calles empedradas de la ciudad vieja de Dubrovnik
Pero la cosa no quedó ahí. Para evitar la saturación, se limitó el número de cruceros que pueden atracar al día y se implementó una plataforma online para regular la llegada de autobuses turísticos. Estas decisiones fueron presentadas por Franković en el Congreso Mundial de la Organización de Ciudades Patrimonio, celebrado en Córdoba en septiembre, como parte de una estrategia más amplia que busca transformar Dubrovnik en un referente de turismo sostenible.
Lo cierto es que la situación no es exclusiva de Croacia. En Europa, muchas ciudades han empezado a tomar medidas para mitigar los efectos de la masificación turística, desde la regulación de apartamentos turísticos hasta restricciones de acceso en los puntos más concurridos.