40 artistas se alían con 40 comercios para transformar el Barrio Gótico
Arte
El proyecto 'Escaparates Artísticos' borra el límite entre artistas y comerciantes para conectar directamente con la ciudadanía
Escaparate de la tienda Obach
Estamos en la entrada de la calle Petritxol y no hace ni frío ni calor. Un paso, otro paso. Dejamos atrás la plaza del Pi y nos sorprende el olor a fritura de la Granja Dulcinea. Es un olor demasiado denso para el mes de octubre; los churros con chocolate piden fiebre, piden enero. Nos arrimamos con mi acompañante porque dentro hay una familia que los come con ansia, todavía ardientes. Mientras pienso en el alto umbral de tolerancia del turista medio, un rayo de sol remanente toca la fachada del edificio contiguo a la chocolatería. Y como un parche, en una treintena de azulejos a modo de viñetas, L'auca del senyor Esteve.
Nos quedamos demasiado rato mirando la cerámica de Josep Aguadé, que es la versión de L’auca del senyor Esteve narrada a través de dibujos de Ramon Casas y pareados de Gabriel Alomar. Demasiado rato, porque la familia con la ropa pegada nos alcanza y nos invita en inglés de Alemania a explicarles el argumento. Aceptamos para expiar el pecado, pero nuestro inglés tampoco es lo bastante virtuoso para traducir los versos y conservar su vivacidad popular y picante. Llegados a este punto –ya no puedo eludirlo más– nos serviremos del proyecto Escaparates Artísticos.
Escaparate con la cerámica de Josep Aguadé
Del 27 de septiembre al 27 de octubre, la acción Escaparates Artísticos, impulsada por la publicación cultural Hänsel y Gretel y la federación de asociaciones de comerciantes Barna Centre, con la colaboración del Ayuntamiento de Barcelona y la financiación proveniente de la recaudación del impuesto de estancias en establecimientos turísticos (IEET), propone cuarenta intervenciones de artistas contemporáneos –procedentes de las artes visuales, escénicas, del cine y la literatura– en cuarenta escaparates de comercios del Barrio Gótico. De este modo, como en L’auca del senyor Esteve, se rompen los tabiques que aislaban el “tiendismo” de la Barcelona artística, y se importa a los negocios la levadura viva que, tradicionalmente, se ha reservado a las galerías y los museos.
Hasta empezar la ruta de los Escaparates Artísticos, hablando con la familia sudorosa, no salimos nunca del campo de las más vagas generalidades: los nombres teatrales de las calles y la taza de chocolate de unos párrafos más arriba. La Sagrada Familia, fascinante. Pero con la ruta empieza el juego, el desenfreno del diálogo. Les parece, dicen, que estamos en el final de La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock: miramos a través del cristal de los escaparates, recreamos y construimos una realidad propia mediante la perversidad del deseo, y, después, entramos en los negocios para constatar o refutar la sospecha. Todo ello, en un único escenario, el Barrio Gótico, y sin la cursi de Grace Kelly.
Del 27 de septiembre al 27 de octubre, la acción Escaparates Artísticos, impulsada por la publicación cultural Hänsel y Gretel, propone cuarenta intervenciones de artistas contemporáneos
Las tiendas que acogen las obras ofrecen elementos muy diversos, las fachadas de los establecimientos no trazan un patrón estético evidente, los artistas no se adscriben a un mismo movimiento y las obras adoptan toda clase de formas. La propuesta Escaparates Artísticos sirve de sinécdoque para el barrio. En un espacio absurdamente reducido caben un número increíble de incompatibilidades radicales, e incluso si eres alemán, cuando entras en los locales y ves la obra en su contexto, sientes la certeza de que cosas de la historia que desconoces o que te resultan difíciles de comprender han creado la situación que te rodea.
Hoy, la cerámica de Aguadé, L’auca del senyor Esteve; la reconciliación entre comerciante arquetípico de la pequeña burguesía e hijo prototipo del artista modernista, es más fácil que nunca de ilustrar porque la necesidad de repulsión del comerciante hacia el artista ha perdido por completo actualidad, porque, en realidad, entre ambas cosas, el límite es muy frágil: “El artista no es activo como el tendero; el artista sueña, tiene sus ideales; y el tendero tiene otra cosa que hacer que entretenerse con ideales”, dice el inicio de L’Auca del senyor Esteve originaria, la novela de Santiago Rusiñol, para luego contradecirse, al final: “¿Que lo dices para matarme? ¿Que me quieres matar? ¿Que no sabes que esta tienda es más que tú y más que nosotros, que nos ha criado, que nos ha dado nombre, que es nuestro nombre, el que llevamos?”.
“El artista no es activo como el tendero; el artista sueña, tiene sus ideales; y el tendero tiene otra cosa que hacer que entretenerse con ideales”, dice el inicio de L’Auca del senyor Esteve originaria
El ideal que niega el comerciante en la primera cita, y a pesar de que después se lo atribuye como mérito en la segunda, es compartido por todos los artistas desde que el término artista surge en el Renacimiento: permanecer. A través de un nombre, a través de la historia que pesa en el aire de unas calles y sobre los hombros de una familia alemana, permanecer. Es lo que buscaban Casas, Hitchcock y Rusiñol y es, también, lo que buscan los cuarenta artistas y cuarenta comerciantes de la acción Escaparates Artísticos. “Nuestro nombre, el que llevamos”. El que se anuncia con caligrafía desmadejada en lo alto de la puerta del negocio y en un margen del cuadro más o menos camaleónicamente y en los créditos que siguen al “THE END”. Me reitero: “Más que tú y más que nosotros”, porque las cosas pasan, mueren, pero el nombre de las cosas perdura.
Estamos al final de la calle de la Palla y estalla una tormenta. Nos despedimos de los alemanes, que se refugian en un local de pinchos vascos, y con mi amigo continuamos el paseo. Cae una lluvia fina, perezosa, soñolienta. El tañido de las campanas de la Catedral parece embotarse y la gente se disipa. Barcelona se vacía, es nuestra, de quienes no la queremos tullida, masificada. Pero en eso la lluvia ha hecho bien poco, esa es la intención última de los Escaparates Artísticos.