Para encontrar cualquier cosa, hay que dejar de buscarla. Las llaves aparecen cuando ya las has duplicado; el hijo pródigo regresa cuando se le da por muerto; si intentas pasar la noche en vela, te duermes. El amor se te entrega cuando ya no te interesa: “Me persigues, huyo; huyes, te persigo”, escribió en el siglo I d.C. el poeta Marcial. Hoy he salido a hacer el itinerario de los Aparadores Artísticos de la calle Cardenal Casañas y la Plaça del Pí, y me he encontrado con tiendas de velas y guitarrerías. Yo ni gasto velas –no nací en el siglo XIX– ni sé tocar la guitarra –no fui niña de conservatorio–. Y aun así querría comprarlo todo.
Del 27 de septiembre al 27 de octubre, la acción Aparadores Artísticos, impulsada por la publicación cultural Hänsel i Gretel y la federación de asociaciones de comerciantes Barna Centre, con la colaboración del Ayuntamiento de Barcelona y la financiación procedente de la recaudación del impuesto sobre estancias en establecimientos turísticos (IEET), propone cuatro intervenciones de artistas contemporáneos en cuatro negocios singulares de la calle Cardenal Casañas.
Del 27 de septiembre al 27 de octubre, la acción Aparadores Artísticos propone cuatro intervenciones de artistas contemporáneos en cuatro negocios singulares de la calle Cardenal Casañas
La vía del Barrio Gótico se convierte en un pasillo de museo, y cada tienda funciona como una sala, de manera que el proyecto sirve para formular, emancipadora e inclusivamente, la pregunta “¿qué condiciones son necesarias para la exposición de una obra de arte?”, o lo que es lo mismo: señalar las carencias relacionadas con la museografía y poner de manifiesto la voluntad de revisar los espacios conquistados u ocupados por el objeto creativo. Así, la primera sala de mi museo ficticio es la Guitarrería de Barcelona; la segunda, el hotel BYPILLOW Twenty; después la joyería Sando; y, por último, la Cerería Gallissà. Para dentro.
En la Guitarrería de Barcelona, en la Plaça del Pí, dos locales contiguos que operan como lutier y como comerciante, se muestra una litografía de Perico Pastor. El pintor e ilustrador de La Seu d’Urgell, de estilo expresionista figurativo, heredero del cartelismo y de la obra pictórica de David Hockney, presenta la imagen de un hombre con una guitarra, de línea y movimientos marcados y colores planos pero vibrantes, que se funde con el olor a serrín y barniz del taller.
La Guitarrería de Barcelona, Plaça del Pí, N 15 / artista Perico Pastor
El hotel boutique y cafetería BYPILLOW Twenty, por su parte, funciona como una period room y acoge un montaje de luces de neón de Natalia Domínguez. Una period room es una sala de museo que combina componentes arquitectónicos, muebles y objetos decorativos con el fin de evocar un interior en consonancia con el contexto y la intención de la obra expuesta. En este sentido, obedeciendo la última voluntad de la artista, la transición entre la obra y el entorno envolvente es tan orgánica que resulta casi imposible reconocer la frontera entre una y otro.
Las dos artistas restantes son Loana Flores y Natalia Morales. La escena actual del arte contemporáneo implica la democratización más absoluta del arte –como profesión accesible y bien público–, pero al mismo tiempo también su revalorización económica, fruto del capitalismo y de haberse convertido en una mercancía global. Conscientes de ello, Flores, que expone en la cerería bicentenaria Gallissà, centra su trabajo en las nuevas posibilidades textiles vinculadas a la tecnología y la sostenibilidad que plantea el sistema de la moda. A su vez, Morales, en la joyería Sando –que adorna los dedos del Gótico desde 1932– convierte una superficie de metacrilato en un recorrido por las cicatrices que este capitalismo global ha infligido al paisaje, mutilándonos el futuro y condenándonos a un presente perenne y diluido. Hoy he salido a hacer el itinerario de los Aparadores Artísticos de la calle Cardenal Casañas y quería comprarlo todo. Y –me persigues, huyo; huyes, te persigo– ¡rayos y centellas!; todavía no he cobrado.
