Un pino sin pino y una tarta sin whisky: arte en los escaparates del Gótico

Ocio

 Seis artistas contemporáneos intervienen los comercios de la calle del Pi en una acción que convierte el Barrio Gótico en una galería al aire libre

Aragaza / Carrer del Pí, N 8 / artista Mònica Planes

Aragaza / Carrer del Pí, N 8 / artista Mònica Planes 

Hänsel y Gretel

Mi madre es una mujer intachable excepto los domingos de restaurante, cuando toma de postre tarta al whisky sin whisky. Despojar del concepto al nombre es saberse el Dios del Génesis. Y todos podemos sentirnos creadores, pero los nombres son convenciones porque las palabras no pueden tener infinitos significados distintos. Eso es lo que pienso mientras subo por la calle del Pi (pino en catalán) sin pino, porque el árbol está en la plaza que culmina la calle. Y lo que pienso los domingos de restaurante, porque el licor está en el plato contiguo, ahogando la tarta de mi abuela. 

Del 27 de septiembre al 27 de octubre, la acción Aparadors Artístics, impulsada por la publicación cultural Hänsel i Gretel y la federación de asociaciones de comerciantes Barna Centre, con la colaboración del Ayuntamiento de Barcelona y la financiación procedente de la recaudación del impuesto sobre estancias en establecimientos turísticos (IEET), propone seis intervenciones de artistas contemporáneos en seis negocios singulares de la calle del Pi, en el Barrio Gótico. De este modo, se derriban los tabiques que aislaban el “botiguismo” de la Barcelona artística, al tiempo que se distrae a los transeúntes de la búsqueda del pino perdido.

22:22 Jewelry, carrer del Pí, n 8/ artista Marc Àvila Català

22:22 Jewelry, carrer del Pí, n 8/ artista Marc Àvila Català 

Hänsel y Gretel

Ordenadamente, desde la calle Portaferrissa hasta el pino —replantado en varias ocasiones— de la plaza homónima, encontramos obras de Gabriel Ventura, Mònica Planes, Laia Noal, Aldo Urbano, Marc Ávila y Sara Bonache. Ventura es poeta y expande la poesía hacia otras disciplinas, como la performance o el cine. Planes es escultora y concibe la escultura como un juego que desafía nuestra inteligencia: hay unas reglas, unos obstáculos y un aliciente que es superar esas dificultades para salvar la idea definida por nosotros mismos. 

Noal se centra en la naturaleza borrada por cientos, miles de huellas, por el polvo, los vientos, los años, y Urbano fabula con aquello que sabe que nunca nos será real. Ávila aborda el fracaso del mundo a modo de mundo, ahora que las estaciones se han vuelto posmodernas. Y Bonache pinta la anatomía femenina rehuyendo la suavidad, la dulzura y la sonrisa nacarada que le corresponderían por definición, por conciliación, nuevamente, entre concepto y nombre.

Bonache pinta la anatomía femenina rehuyendo la suavidad, la dulzura y la sonrisa nacarada que le corresponderían por definición

La selección de obras en función de los comercios, y a la inversa —continuando con ese juego de correspondencias—, ha situado Faules fàcils de Ventura en el Antic Estanc Mayné, fundado en 1888 por la familia Mayné, que lo regentó hasta 2018. La obra es una composición de cajas de metacrilato que guardan unas impresiones en papel con microcuentos, a menudo sintagmáticos, como este: “Accidente: A, veces, una coma mal puesta es como un árbol caído”. 

En Aragaza, una tienda de ropa diseñada y fabricada en Barcelona, se encuentra la bala de paja comprimida y madera con la que Planes juega con la falta de movimiento, que no es sinónimo de quietud. Y Xocolates Fargas, con casi dos siglos de historia, acoge la estructura de metacrilato y acero inoxidable con la que Noal nos recuerda que a través de la ciencia podemos entender y dominar la naturaleza, pero que solo a través del arte podemos tomar conciencia de que formamos parte de ella —y que, por tanto, su destrucción será la nuestra.

Xocolates Fargas, con casi dos siglos de historia, acoge la estructura de metacrilato y acero inoxidable con la que Noal nos recuerda que a través de la ciencia podemos entender y dominar la naturaleza

Por su parte, el Hotel Racó del Pi, ubicado en un edificio que integra el patrimonio histórico-artístico de la ciudad, alberga un óleo sobre lienzo de Urbano que evoca la inmensidad azulada del mar —que siempre nos es real. Y en la joyería 22:22, un comercio que comenzó con la recuperación de joyas antiguas y ahora las diseña y elabora íntegramente, se presenta una estampa de Ávila, en blanco y negro y sobre bastidor de madera, de dos cuerpos desnudos calados de amor y de furor que se esperan y se espolean mutuamente. 

En el último escaparate, en el taller de joyas Nazirf, se exponen unos pasteles en forma de díptico. En este caso, Bonache entrecruza la anatomía femenina con la fisonomía natural de una flor y de una lágrima y, de hecho, el leitmotiv del conjunto se convierte en la figuración —o desfiguración— de los cuerpos después de llorar, cuando la vida duele solo por su belleza. Los nombres son convenciones porque las palabras no pueden tener infinitos significados distintos, pero la forma y la sustancia pueden cambiar. La tarta al whisky también es sin whisky, y la calle del Pi tal vez no sería con pino. El proyecto Aparadors Artístics convierte el Barrio Gótico en una galería de arte, y mi madre es intachable incluso los domingos de restaurante.

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