Antes de que todo se convirtiera en selfie y saltara a las redes incluso antes de anunciarse, Soho House ya estaba ahí. Sin rótulos, sin ruido, con la discreción que le otorga el edificio de pasado portuario y vocación de refugio que ocupa desde el 2016 en la plaza Duc de Medinaceli. Se convirtió en el primer espacio privado de la ciudad capaz de conectar de forma natural a músicos, cineastas, diseñadores, arquitectos y productores culturales. De aquí y del mundo. Porque Soho House es una red internacional de clubs privados para socios –enfocada especialmente para profesionales de la creatividad, arte y diseño– que Nick Jones inventó en 1995 con la apertura de su primera casa en 40 Greek Street, en Londres. En el Soho, claro.
Esta red a la que no accede quien quiere sino quien es aceptado (hay un comité que evalúa la membresía, que puede ser de acceso global o local, por un precio que ronda los 2.800 y los 3.300 euros anuales), que nos descubrió una fórmula íntima, relajada y distinta de entender la sociabilidad creativa, amplía su historia en la ciudad con uno de sus proyectos más ambiciosos, Barcelona Pool House.
Instalado en lo alto de la avenida Tibidabo, integra la herencia modernista con la energía del presente
El edificio, con su ubicación en lo alto de la avenida Tibidabo, los servicios, sus restaurantes y su enfoque wellnessintegrado en la vida social y no solo en el fitness (solo para socios), no puede ser más espectacular. Probablemente es la joya de la corona de esta red internacional de clubs privados que se ha establecido como la más influyente en el mundo creativo a pesar de que, a diferencia del primer Soho House barcelonés, no dispone de servicio de hotel.
Sin embargo, ahí, desde la antigua casa Bernat i Creus –la mansión modernista proyectada en 1906 por Josep Masdeu–, Barcelona Pool House observa la ciudad desde otra perspectiva poniendo el foco en el bienestar, el arte y la conversación. Y prolongando un modelo que ha demostrado algo poco habitual: que la exclusividad puede estar al servicio de la cultura.
Soho Pool House
Porque detectar el talento, generar comunidad y ofrecer espacios donde la creatividad sucede sin artificios sigue siendo la marca de esta casa, que fue, y los socios no lo olvidan, precisamente el lugar donde Rosalía debutó siendo casi una niña. Mucho antes de ser la Rosalía superinternacional que deslumbra con su Lu x . Y también fue ahí donde debutó Mala Rodríguez, figura clave del hip-hop español. El formato cercano, el escenario casi íntimo, lejos de grandes auditorios, entendiendo los encuentros con el artista no como eventos promocionales, sino como actuaciones pensadas para una comunidad atenta y reducida, es la clave del éxito de Soho House, que, por supuesto, no limita su impacto a la música.
La casa Bernat i Creus, proyectada en 1906 por el maestro de obras Josep Masdeu acoge la tercera sede de Soho House en Barcelona
Cineastas como Isaki Lacuesta y productores del circuito independiente también encontraron en Soho House su espacio para proyecciones privadas y debates informales antes de saltar definitivamente a la fama. Cada vez son más los artistas plásticos, fotógrafos y estilistas, así como creativos del mundo de la moda ligados a editoriales internacionales que utilizan el club como extensión natural de su lugar de trabajo. La comunidad, que desde el 2019 dispone también de Soho House Garraf (en un antiguo hotel de los años 50 instalado literalmente a pie de playa), ha crecido y se ha diversificado despertando igualmente el interés de arquitectos, diseñadores industriales, ilustradores y profesionales del mundo digital que han encontrado aquí no solo un refugio sino un revulsivo para su creatividad. Y para ponerse en forma. Y para acceder, ahora en el Tibidabo, a uno de los restaurantes más solicitados del momento de Barcelona y, ya se ha dicho, solo accesible a socios y sus invitados. Y dejarse mecer por el acompañamiento de la colección permanente de arte que redondea la puesta en escena con la obra, entre otros de Regina Giménez, Antoni Tàpies, Eva Fàbregas, Bea Bonafini, la emergente Ana Monsó o las contribuciones internacionales de Madison Tyrell, Wang Pei, Rita Sala o Anna MacNeil.
