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En un faro, un castillo o un molino, seis hoteles singulares que permiten alojarse en lugares únicos

Escapadas

Del hotel de los hermanos Roca en una fortaleza en Girona, al de la familia Lladó en un antiguo molino, alojamientos únicos en los que es posible hospedarse

En la montaña de Sants Metges se encuentra el nuevo emplazamiento de los hermanos Roca

Esperit Roca

Hace poco los hermanos Roca sorprendían a todos con el anuncio de su nuevo emplazamiento. Con una visión ambiciosa y con su inquebrantable compromiso con la creatividad y el emprendimiento, lanzaron Esperit Roca en el origen de Girona. En la montaña de Sants Metges. Ni más ni menos que un castillo, la fortaleza militar romana del término municipal de Sant Julià de Ramis, es el lugar escogido para abrir un hotel que es mucho más que eso. Es una invitación sin tregua a conocer las palpitaciones, la confusión y el vértigo a que conduce el síndrome de Sten­dhal.

Vistas al mar desde el hotel boutique

FLAMINIA PELAZZI

Porque todo lo que aquí se conjuga puede llevar a esa reacción romántica ante la acumulación de belleza y la exuberancia del goce artístico. Esta antigua fortaleza militar de finales del siglo XIX, cuya historia se entrelaza con las raíces más profundas de la región, se ha convertido también, claro, en la base de sus operaciones gastronómicas. Es justo en la cima del monte dels Sants Metges donde han erigido el restaurante Esperit Roca, un nuevo concepto culinario donde encontrar la reinterpretación de los platos que han tejido la historia gastronómica de El Celler de Can Roca. Inspirado en la naturaleza que lo rodea, el restaurante ha sido diseñado con materiales que respetan su entorno. Además, una bodega excepcional, que ofrece un espacio único con más de 80.000 botellas.

Rodeado de calas y sobre un acantilado se encuentra el faro de Llafranc, convertido en un hotel y restaurante

En otro castillo, también en Girona y también con la historia grabada en cada una de sus piedras, Castell d’Empordà se ha convertido en un lugar de culto para los amantes de la historia (cada vez más difícil: ahora, a los 25 años de su apertura como hotel, solo admiten grupos de al menos veinte para acceder a sus 57 habitaciones). Ya no solo la historia del edificio (una fortaleza del siglo XIII, antes conocido como Castillo de Llaneras) sino por la que su dueño, Albert Diks, ha ido tejiendo pacientemente de puertas adentro. En 18 metros cuadrados y tras veinte años de trabajo, el dueño de este establecimiento peculiar ha reconstruido el mayor modelo a escala de Europa de la batalla de Waterloo con 2.000 soldaditos de plomo y cerca de 500 caballos, todos ellos pintados a mano. Es, cuenta, un homenaje a su tatarabuelo, un veterano de la Grande Armée de Napoleón, que logró huir de ahí.

El castillo se encuentra en Girona

Hotel Castell d'Empordà

Ya no en un castillo, sino en un molino es donde se ubica otro de los hoteles más peculiares de la geografía catalana. Es El Molí de Pont de Molins. La historia de este lugar, el molino de Calvet, empieza en el siglo XVII, cuando con tres turbinas que hacían rodar tres molas de piedra gracias a la fuerza del agua del río Muga, se convirtió en el molino más importante de la zona. Primero lo fue de harina y luego de cemento (en la zona del bar todavía se conservan dos piedras originales y de los cinco hornos se preserva uno en la terraza del restaurante) hasta que, ya en desuso, fue adquirido en 1978 por la familia Lladó reconvertido en restaurante y, más adelante, en un pequeño hotel de siete habitaciones. Fueron los hijos, Marc, Jordi y Eva, quienes en el 2009, con ocho nuevas habitaciones, una zona de desayuno, una salón común con chimenea y una piscina exterior, inauguraron en el 2011 el hotel que es a día de hoy: en el lugar distinto y aclamado como pocos.

La montaña de San Sebastià de la Guarda, Costa Brava

El Far Hotel Restaurant

Y ni un castillo ni un molino, sino un faro es el edificio que acoge otro destino mítico. El Far Hotel Restaurant de Llafranc. Sobre un acantilado y rodeado de calas... Podría ser el inicio de un relato, pero es el enclave de este establecimiento de la Costa Brava erigido en una antigua hostería del siglo XVIII y asomándose al mar desde una altura de 175 metros en el excepcional conjunto arquitectónico de Sant Sebastià de la Guarda. Es, probablemente, el hotel más peculiar de toda la Costa Brava y sin duda el único que disfruta a la vez de espectaculares vistas al mar y a las playas de Tamariu, Llafranc y Calella de Palafrugell.

El hostal La Gavina ha servido de plató para rodajes de Hollywood y alojamiento de celebridades de todas las épocas

También en la zona, pero en una bella casa que la familia Ensesa convirtió en un hostal de cinco estrellas, está La Gavina, un auténtico plató de cine. De hecho actuó como elegante telón de fondo de famosas películas de Hollywood como Pandora y El holandés errante con Ava Gardner y De repente, el último verano, con Elizabeth Taylor, y ha acogido a todo el quién es quién de la gran pantalla. Y por sus puertas han desfilado Lee Van Cleef, Peter Sellers, Britt Ekland, John Wayne, Sean Connery, Jack Nicholson, Robert De Niro, Liam Neeson, Laurence Olivier, Dirk Bogarde y Mau­reen Swanson. Además, Johan Cruyff tenía la costumbre de traer a sus equipos del FC Barcelona para sus concentra­ciones. Últimamente, Shakira, Tom Waits, Santana o Lady Gaga se han dejado ver en las instalaciones. En el ámbito político, por el hotel han pasado mandatarios como Lord Selwyn Lloyd, político conservador británico que fue ministro de Asuntos Exteriores durante la humillación diplomática de Gran Bretaña en la crisis de Suez del 1956 y más tarde ministro de Hacienda durante el gobierno de Harold Macmillan; James Chichester-Clark, ex primer ministro de Irlanda del Norte; el expresidente francés Giscard d’Estaing, así como Felipe VI. Y Cole Porter, Montserrat Caballé, Josep Pla, Plácido Domingo, Josep Carreras, Camilo José Cela, Octavio Paz, Salvador de Madariaga, Orson Welles y Rudolf Nureyev.

El majestuoso hotel, escenario de rodajes de Hollywood

Hotel La Gavina

Y en otra casa, pero de pueblo y a modo de refugio costero, Isabella’s Llafranc se acaba de estrenar como hotel boutique de 26 habitaciones donde lo que impera es esa comodidad, esa sensación de sentirse en casa con vistas al mar.

Vista exterior de la piscina del hotel Can Lluc en Sant Rafael, Eivissa

Aisha Bonet Photography

Lo mismo sucede en Can Lluc, un hotel rural en el centro de Eivissa fruto del proyecto familiar que une a tres generaciones. Se ubica en la casa de campo de más de 200 años de antigüedad de José Prats, que ahora llevan su nieto Lucas Prats y Tina Soriano y que tienen el relevo generacional asegurado con Blanca, Míriam y Lucía Prats.