Los grandes desastres naturales o accidentes conllevan, tras la tragedia, el inicio de un proceso para que las compañías aseguradoras hagan frente a las pólizas establecidas o, según las circunstancias, que el Consorcio de Compensación de Seguros, palíe la situación. Tanto en el 2024 como en lo que se lleva de 2025 se han producido casos de suma importancia pero la memoria en el mundo del seguro dirige la mirada a un caso emblemático que todavía sigue siendo de vigente actualidad: el Titanic.
El naufragio del trasatlántico más moderno de 1912 y, probablemente, el más famoso de la historia, sigue generando atención, relatos y misterio. Pero si en una cuestión las cuentas están claras acerca del accidente marítimo más famoso de la historia es en el seguro que se contrató para el lujoso barco y en la capacidad de devolución del dinero.
Lloyd’s, el gigante del mundo del seguro, fue la firma encargada de asegurar el Titanic. Lloyd’s es una organización clave en el mapa asegurador internacional hoy en día y ya lo era en los albores del siglo XX. De hecho, llevaba más de dos siglos administrando riesgos y seguros con las embarcaciones y las mercancías que surcaban todos los mares del planeta.
Asegurar el Titanic era una cuestión de prestigio internacional pero la misión era de tal magnitud que Lloyd’s pudo hacer frente a ella gracias a su modelo de suscripción colectiva, que permite que una amplia cantidad de aseguradoras compartan el riesgo de la misión. Se trataba de la nave más moderna y avanzada del mundo, un trasatlántico que publicitaba su condición de estar a salvo de cualquier naufragio, pero se trataba de un seguro de gran magnitud: la cobertura del seguro se cerró en un millón de libras esterlinas de 1912, lo que en la actualidad equivaldría a asegurar no menos de 100 millones de libras.
La White Star Line, la compañía propietaria del Titanic y de su copia gemela, el Olympic, cerraron la contratación del seguro en enero de 1912, apenas cuatro meses antes del siniestro. Willis Faber & Co, el corredor que medió en la operación, logró el acuerdo con Lloyd’s asegurando ambos barcos, o mejor dicho, el casco de los trasatlánticos, por un millón de libras. La prima del seguro fue de 7.500 libras esterlinas.
Sistema organizativo
El modelo de suscripción colectiva que empleaba Lloyd's hizo posible afrontar un seguro gigantesco para la época y pagar el capital asegurado en 30 días, sin excusas
El 15 de abril de 1912, cinco días después de haber zarpado del puerto de Southampton, ocurrió lo inimaginable y en dos horas y 40 minutos, tras chocar contra un iceberg a 600 kilómetros de Terranova, el Titanic se hundió en las gélidas aguas del Atlántico Norte. Empezaba entonces la locura. Lloyd’s, que tenía un entramado organizativo brillante, de gran agilidad y coordinación, dio respuesta al mundo con una rapidez inusual: en 30 días, la reclamación fue pagada en su totalidad, sin litigios, ni demoras y sin ningún tipo de excusas. Un millón de libras que representarían hoy en día a la friolera de 100 millones de la divisa británica.
Saber estar a la altura prestigia a la compañía y dignifica la función del sector asegurador. Lloyd’s tiene una sólida trayectoria a lo largo de la historia para afrontar malos momentos, lo que le ha granjeado una reputación envidiable.
