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La misión imposible de 'El cuento de la criada': darnos un buen final

Opinión

El anuncio de la secuela 'The Testaments' pone contra las cuerdas una serie que se caracteriza por su rotundidad

Elisabeth Moss, protagonista y productora ejecutiva de 'El cuento de la criada', tiene voz en el desarrollo de la historia.

Elisabeth Moss, protagonista y productora ejecutiva de 'El cuento de la criada', tiene voz en el desarrollo de la historia.

HULU

Al cerrar una serie, lo primero que toca asumir es que será imposible despedir las tramas y los personajes al gusto de todos los espectadores. Los guionistas de El cuento de la criada seguro que reflexionaron sobre ello. El final tiene que ser emocional pero honesto con los sentimientos y vivencias de los personajes; tiene que sentirse que es especial sin que pierda la coherencia interna y formal; debe tener algún elemento imprevisto, sin que se pase de buen-rollista o de dramática por el hecho de ser dramática.

Debe sentirse como una conclusión y dejar a entender que, independientemente de que acabe, la vida continúa; ah, y, si fuera una serie con una mitología fuerte le toca responder interrogantes sin que parezca un cuestionario o una improvisación de última hora (sí, aquí siempre miramos a Perdidos como modelo a no seguir).

Esta misión imposible, porque el espectador tiene sus expectativas, deseos, preferencias y ensoñaciones en su cabeza, quizá es todavía más complicada en el caso de El cuento de la criada por elementos que van más allá de la historia contenida en esta serie. El penúltimo episodio tenía ese halo definitivo, como si fuéramos por el buen camino (y, si alguien no quiere spoilers, que abandone el artículo).

Había una muerte tras culminar el viaje de personaje (Nick, que nunca decidió hacer lo correcto más allá de sus sentimientos por June); otra muerte más piadosa por la redención del personaje (ese Lawrence que, harto de la vida, cumplía su deber, pidiendo antes a Naomi que enseñase a Charlotte); y se acabó de reposicionar a dos antagonistas (una Tía Lydia consciente de parte de sus pecados y una Serena que colaboraba con June, aunque supusiera renunciar a su visión más progresista de Gilead).

El problema es que, como seres humanos que vivimos en un mundo con medios de comunicación y con una industria del espectáculo que vive de generar hype, sabemos que habrá una secuela. Es The Testaments, la adaptación de la secuela literaria que Margaret Atwood publicó en 2019, que tiene lugar quince años después de la primera entrega. Cuenta con Bruce Miller, el creador de la serie con Elisabeth Moss, como máximo responsable creativo, así que se espera continuismo.

Entre los personajes principales, se ha confirmado el regreso de Ann Dowd como Tía Lydia. Y, mientras no hace falta revelar demasiado sobre la identidad del resto de los personajes (aquí tenéis detalles clave), sí se puede confirmar un elemento nada baladí: se ambienta en la República de Gilead. Por lo tanto, el espectador sabe de antemano que Gilead no puede ser derrocado completamente tal y como June intenta desde hace años y como parece ser el objetivo en estos últimos capítulos.

Lo que sorprendía del penúltimo capítulo, de hecho, era su contundencia dramática teniendo en cuenta las limitaciones entre las que se mueve Miller. La pega no es que Gilead tenga que sobrevivir para justificar una secuela (conveniente para las plataformas y productores implicados en la comercialización de la serie y no necesariamente para el público) sino que este proyecto derivado condiciona las posibilidades narrativas de la ficción conocida como El cuento de la criada.

Si tener un buen final es casi un milagro, El cuento de la criada se encuentra con líneas extras que no puede cruzar. Está sometida a las necesidades de una producción paralela, que pueden impedir que el adiós se perciba tan rotundo como debería. Y, tras un viaje que ha sido inmersivo, poético, sádico, alargado, dramático, afilado y agónico, la historia tiene que despedirse con la contundencia que la ha caracterizado y dando la sensación que se ha contado y visto una obra completa, independientemente de si el espectador decide ver The Testaments.

Un “colorín, colorado, este cuento ya se ha acabado” no funciona igual si, en la mesilla de noche, tienes una siguiente entrega. Contra pronóstico… ¿podrán satisfacernos?

Pere Solà Gimferrer

Pere Solà Gimferrer

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